lucha de clases

  • <p>Los ensayos que conforman este volumen se ofrecen como un puente entre las concepciones y luchas del movimiento obrero ?pasado? (de los siglos XIX y XX) y los nuevos movimientos que irrumpieron con la ?revoluci&oacute;n inconclusa? de la d&eacute;cada del ?60. Caffentzis se propone dotar de base te&oacute;rica a las luchas en un contexto en el que las mutaciones del capital obligan ?seg&uacute;n una imagen tomada de Frantz Fanon? a ?estirar? los conceptos cl&aacute;sicos para hacerlos iluminar las formas actuales que adopta la explotaci&oacute;n y el rechazo del trabajo. La categor&iacute;a de trabajo se extiende, as&iacute;, hasta alcanzar una multiplicidad de terminales donde la explotaci&oacute;n queda velada. O hasta volverse el par trabajo/energ&iacute;a, clave para comprender la crisis energ&eacute;tica y financiera. El concepto de acumulaci&oacute;n originaria tambi&eacute;n se estira y se vuelve proceso en curso: las sucesivas crisis del capitalismo demandan nuevos cercamientos, con sus cuotas de violencia y despojo, sobre la tierra y sobre todas las formas de vida social. Una manera renovada de asumir la lucha de clases que pone en el centro el problema de los comunes como un modo de enfrentar al capitalismo en su fase totalitaria. Una lucha que involucra la producci&oacute;n y reproducci&oacute;n de la vida; la solidaridad entre trabajadores, mundo animal y naturaleza.</p>
  • <p>La devastadora crisis financiera desatada en 2008 ha multiplicado la presencia en nuestra sociedad de la figura del &laquo;emprendedor&raquo;. Con el colapso del modelo laboral tradicional, la democratizaci&oacute;n del emprendedor parece ser la &uacute;nica respuesta que las instituciones son capaces de ofrecer ante la burbuja del trabajo y la escasez de empleo.&nbsp;</p> <p>M&aacute;s que como una figura econ&oacute;mica, este nuevo emprendedor se entiende como el portador cultural y social que re&uacute;ne el esp&iacute;ritu del nuevo hombre acorde al proyecto de clase neoliberal. En esta tesitura, emprender significa lograr convertirse uno mismo en un producto que se ofrece a otros, los que ostentan capital, llamando su atenci&oacute;n para que vean en tu persona un valor a explotar, a emplear. Ya no hay nada que no se mida y se entienda como una relaci&oacute;n empresarial; nacemos como deudores, culpables de no lograr adaptarnos a los ritmos de la competencia. Nos convencemos de ello cuando, carne de coaching y autoayuda, recorremos el camino a la servidumbre y nos hundimos en la charca de los perdedores.</p> <p>Solo siendo capaces de organizarnos, de manera que la cooperaci&oacute;n domine a la competencia, podremos empezar a construir la subversi&oacute;n contra el totalitarismo de la empresa-mundo. Para esta ardua tarea contamos con dos aliados de lujo. Por un lado, Homer Simpson es nuestro hombre; a trav&eacute;s de &eacute;l descubrimos qui&eacute;nes somos. En el mismo equipo juega Lenin, pero el Lenin publicista, no la momia. O lo damos nosotros o nos lo dan a nosotros: renta b&aacute;sica o empleabilidad, democracia o barbarie.</p>
  • <p>Ning&uacute;n pensador del siglo XX ha ido tan lejos como Simone Weil en la comprensi&oacute;n de lo que es la desdicha en la condici&oacute;n humana. No es ajeno a la radicalidad de su enfoque el hecho de que se trata de una mujer, y de una mujer desdichada. Pero tampoco el hecho de que haya sido mujer explica sin m&aacute;s el car&aacute;cter, a la vez profundo y conmovedor, de sus consideraciones sobre la desdicha. Simone Weil fue una mujer excepcional, de una sensibilidad para captar las implicaciones de la vida desgraciada de los seres humanos que no tiene parang&oacute;n en la filosof&iacute;a occidental. No hay duda de que esta sensibilidad tiene en ella una dimensi&oacute;n profundamente religiosa y m&iacute;stica. Pero lo admirable, en su caso, es que esta dimensi&oacute;n religiosa de su pensamiento haya ido de la mano con la preocupaci&oacute;n social y el inter&eacute;s por la ciencia y que haya cuajado en una coherencia pr&aacute;ctica que nos deja sin palabras para calificar su conducta.</p>
  • <p>Y el mayor m&eacute;rito del libro que tiene el lector en sus manos es la claridad con que ha comprendido su autor la capacidad y profundidad que confiere a cualquier trabajo te&oacute;rico, desarrollado en la estela de Marx, prescindir de objeciones simplistas y de supuestas novedades&quot; que presuntamente socavar&iacute;an la actualidad de estos fundamentos (por ejemplo, de un supuesto &quot;precariado&quot; que vendr&iacute;a a superar, y no a actualizar, el concepto de un proletariado que es, en esencia, precario, precisamente porque es mercanc&iacute;a y sigue la ley del valor)? y otras peque&ntilde;as cosas por el estilo.&quot; (Del Pr&oacute;logo del profesor Diego Guerrero)</p>
  • <p>Luk&aacute;cs fue el m&aacute;s importante e influyente fil&oacute;sofo marxista del siglo XX. Entre sus obras m&aacute;s conocidas se encuentran Historia y consciencia de clase (1923) &ndash;la obra fundacional del llamado &ldquo;marxismo occidental&rdquo;&ndash;, El joven Hegel (1948), Goethe y su &eacute;poca (1950), Balzac y el realismo franc&eacute;s (1952), La novela hist&oacute;rica (1955), Contribuciones para una historia de la est&eacute;tica (1953) y los grandes tratados de vejez: La peculiaridad de lo est&eacute;tico (1963) y Para una ontolog&iacute;a del ser social (1984-1986). En el Testamento pol&iacute;tico el fil&oacute;sofo expone, pocos meses antes de morir, sus principales preocupaciones y expectativas acerca de la misi&oacute;n y las perspectivas del socialismo. El resto de escritos incluidos en este volumen incluye reflexiones sobre la funci&oacute;n del fil&oacute;sofo y el papel del intelectual, as&iacute; como consideraciones en torno a los consejos obreros y el ideal de democracia de la vida cotidiana, an&aacute;lisis y cr&iacute;ticas de la ideolog&iacute;a fascista, un arreglo de cuentas pol&iacute;tico y personal con el per&iacute;odo estaliniano, e ideas vinculadas con la &Eacute;tica que Luk&aacute;cs no hab&iacute;a llegado antes a escribir.</p>
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