megalópolis

  • <p>El crecimiento mastod&oacute;ntico y ca&oacute;tico de los grandes monstruos metropolitanos no supone solamente la destrucci&oacute;n de sus entornos, sino tambi&eacute;n la supresi&oacute;n misma del concepto de ciudad en su sentido m&aacute;s rico y complejo. Esa expansi&oacute;n ha generado un todo urbano, mediante continuos ciclos de ocupaci&oacute;n y urbanizaci&oacute;n sustentados en el despliegue de infraestructuras, que a d&iacute;a de hoy supedita la econom&iacute;a y la vida de regiones enteras a los procesos extractivos, y obliga a miles de millones de personas a participar en su propia destrucci&oacute;n.</p> <p>A trav&eacute;s de diferentes estudios de caso, que abarcan desde la relaci&oacute;n de los Pirineos con la regi&oacute;n Barcelona/Catalu&ntilde;a hasta la historia de las metr&oacute;polis mexicanas o la memoria de la destrucci&oacute;n (y de las luchas contra ella) del territorio balear, Miquel Amor&oacute;s analiza los distintos medios y estrategias a trav&eacute;s de los cuales la condici&oacute;n metropolitana destruye el derecho al territorio. No solo devastando formas de vida, usos o econom&iacute;as consideradas desechables para el Capital, sino tambi&eacute;n reduciendo las posibilidades de construir tejidos sociales y existenciales antagonistas al mercado.</p> <p><em>Post Babilonia</em> plantea que &laquo;la defensa del territorio es la nueva lucha de clases o que la cuesti&oacute;n social es ante todo una cuesti&oacute;n territorial&raquo;, ya que la condici&oacute;n de oprimido, en la actualidad, est&aacute; definida por &laquo;ser piezas de un engranaje que los obliga a consumir y endeudarse en un espacio vital condicionado por la econom&iacute;a de mercado&raquo;. En ese espacio &laquo;urbano pero sin vida urbana&raquo; que es la metr&oacute;polis, la lucha por el derecho al territorio es condici&oacute;n irrenunciable para la emancipaci&oacute;n social.</p>
  • <p><font size="4" face="Times New Roman">En su expansi&oacute;n y propagaci&oacute;n a lo largo del siglo XX, la forma metr&oacute;poli se manifest&oacute; en la primera mitad del siglo especialmente en los pa&iacute;ses centrales, y muy en concreto en Occidente. Las principales metr&oacute;polis en 1900 eran Londres y Par&iacute;s, seguidas de cerca por Nueva York. La &ldquo;ciudad vertical&rdquo; por excelencia, que irrump&iacute;a con fuerza por aquel entonces. Esta &ldquo;ciudad vertical&rdquo; que luego se ir&iacute;a extendiendo en menor medida por los espacios centrales y que implicaba un intenso consumo energ&eacute;tico el&eacute;ctrico (de procedencia principalmente f&oacute;sil) para garantizar la movilidad vertical de sus habitantes. La demanda de energ&iacute;a el&eacute;ctrica se disparar&iacute;a activada adem&aacute;s por la extensi&oacute;n de la iluminaci&oacute;n artificial urbana y la extensi&oacute;n de la segunda revoluci&oacute;n industrial. En la segunda mitad del siglo, en cambio, la forma metr&oacute;poli va a proliferar especialmente en el Sur y en concreto en los Estados perif&eacute;ricos emergentes del nuevo capitalismo global, y muy en concreto en China e India, como resultado de diversos factores: industrializaci&oacute;n, fuerte desarticulaci&oacute;n del mundo rural y explosi&oacute;n demogr&aacute;fica. Pero este proceso est&aacute; marcado en general por una urbanizaci&oacute;n de car&aacute;cter dependiente de las din&aacute;micas centrales. De entre todos los crecimientos urbanometropolitanos cabe destacar el caso de China, donde desde hace casi tres d&eacute;cadas se est&aacute; dando el mayor proceso de migraci&oacute;n de masas y de urbanizaci&oacute;n que el mundo haya conocido jam&aacute;s, con centenares de millones de personas migrando en este periodo desde el interior del gigante asi&aacute;tico hacia las metr&oacute;polis de su fachada del Pac&iacute;fico.</font></p> <p align="left">Todo ello ha hecho que las principales &ldquo;Megaciudades&rdquo; del mundo en t&eacute;rminos demogr&aacute;ficos se encuentren hoy en d&iacute;a en general fuera de los espacios occidentales, y que las dos principales metr&oacute;polis de principios del XX.</p>
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