<p>La educaci&oacute;n perpet&uacute;a las formas de comportamiento tradicionales. La autora se&ntilde;ala las formas, muchas veces sutiles, de discriminaci&oacute;n que esta educaci&oacute;n genera, pero al mismo tiempo advierte que la ense&ntilde;anza no discriminatoria no consiste en un modelo &uacute;nico para ni&ntilde;as y ni&ntilde;os, sino que hay que valorar por igual las actitudes femeninas y masculinas para evitar que las ni&ntilde;as imiten el modelo masculino, m&aacute;s valorado socialmente, y renuncien a su propia identidad.</p>