<p>«No comprendo el premio internacional de primera novela a esta novela. Un inválido sorprende en fragrante adulterio a su mujer y se suicida poniéndose en la vía del tren. Contiene (ilegible) pasajes lúbricos y asquerosas suciedades. Parece hacer mofa de la religión en dos pasajes» (23 de julio de 1952. Lector número 10. Pedro de Lorenzo)</p>
<p>«Se relatan varios episodios aislados (un profesor tullido y amargado, cuya mujer le engaña, un pobre operario de fábrica, al que el dueño le "facilita" una boda con una amiga suya; y otros por el estilo). Todos son esencialmente sexuales, inmorales y de mal gusto. Para poderse publicar habría que suprimir capítulos enteros, y en otros, muchos párrafos, quedando la obra completamente mutilada, por lo que proponemos que no debe autorizarse la publicación» (8 de junio de 1955. Lector número 16. Manuel Sancho Millán)</p>
<p>«Rabinad noveló en la frontera de un tiempo y de la geofísica de una ciudad. Los contactos furtivos retrata la sordidez total de una Barcelona aún abrumada por las consecuencias de la guerra y la sórdida cultura de los vencedores y de una Barcelona límite, donde terminan las casas y empiezan descampados, solares fábricas, talleres, almacenes, es decir, una Barcelona anterior a la brutal especulación del suelo del porciolismo, que destruyó la fisionomía de los barrios y convirtió la ciudad en una inmensa y continuada conbinación complementaria de viaductos y parkings» (1985. Manuel Vázquez Montalbán)</p>