pacifismo;

  • <p>Es momento de acci&oacute;n. De elevar la voz. &iexcl;Libres y responsables! para que cada ser humano, consciente de sus inmensas capacidades intelectuales, est&eacute; dispuesto a participar en la creaci&oacute;n del ma&ntilde;ana que la inveros&iacute;mil realidad de estar viviendo le ofrece.</p> <p>Este libro aborda las principales propuestas de los autores m&aacute;s influyentes del pensamiento por la paz: Thoreau, Ghandi, Camus, Brecht, Galtung y Hannah Arendt, a los que se han a&ntilde;adido dos nombres relevantes de nuestro pa&iacute;s, el catal&aacute;n Arcadi Oliveres y el valenciano, Vicent Mart&iacute;nez Guzm&aacute;n. De los primeros, hay sin duda magn&iacute;ficas biografias que los analizan, pero los textos de Pere Ortega no revisan sus biograf&iacute;as, sino que analizan sus aportaciones m&aacute;s significativas para la construcci&oacute;n de la paz. Y partiendo de ellas, a&ntilde;ade consideraciones sobre como actuar el la actualidad para hacer posible un mundo donde se limiten las violencias y se haga posible una mayor coperaci&oacute;n pac&iacute;fica entre los humanos.</p>
  • <p>En 1843 H. D. Thoreau escribi&oacute; una rese&ntilde;a de <em>El Para&iacute;so al alcance de todos los Hombres, sin Trabajo, mediante la Energ&iacute;a de la Naturaleza y la M&aacute;quina</em>, de J. A. Etzler. La rese&ntilde;a criticaba las utop&iacute;as tecnol&oacute;gicas que pretenden transformar el mundo con la excusa de conseguir un para&iacute;so de abundancia y felicidad para el ser humano, mediante la aplicaci&oacute;n y el desarrollo de las t&eacute;cnicas y la maquinaria industrial.</p> <p>Las obras de Thoreau no parecen suscitar hoy la rebeld&iacute;a y la desobediencia que debiera inspirar una lectura consecuente de su obra, donde la experiencia de la naturaleza se convirti&oacute; en la defensa de una conciencia que corr&iacute;a el peligro de extraviarse con los avances de la modernizaci&oacute;n. No se trata en Thoreau, por tanto, de una defensa de la naturaleza como si de un protoecologista se tratase. M&aacute;s bien nos encontramos ante la resistencia de la conciencia individual a las transformaciones que la econom&iacute;a industrial empezaba a propiciar en el siglo XIX.</p> <p>Hoy vivimos la culminaci&oacute;n de esa &eacute;poca y sus desastrosas consecuencias. Las desaforadas utop&iacute;as tecnol&oacute;gicas ya no s&oacute;lo pretenden transformar el mundo para ofrecernos un inmenso y artificial Jard&iacute;n del Ed&eacute;n, sino que, ante la constataci&oacute;n del fracaso de sus intentos, la &uacute;nica respuesta es una nueva vuelta de tuerca en el acondicionamiento tecnol&oacute;gico, que se extiende a cada vez m&aacute;s &aacute;mbitos de la existencia. El cultivo de nuestra conciencia no s&oacute;lo ha perdido su relaci&oacute;n con la naturaleza, sino que puede llegar a ser prescindible en un mundo donde todo lo producido tendr&aacute; la marca de &laquo;inteligente&raquo; para evitarnos el trabajo de serlo nosotros.</p> <p>Quiz&aacute; sea demasiado pedir que los libros tengan hoy la capacidad de inspirar, siquiera de conmover, a quien los lee. Si con <em>El para&iacute;so &mdash;que merece ser&mdash; recobrado</em> contribuimos, al menos, a ofrecer una oportunidad para el cultivo de cierta rebeld&iacute;a contra este estado de cosas, nos daremos por satisfechos.</p>
  • <p>En 1918, cuando casi todos los progresistas americanos apoyaban la guerra y la participaci&oacute;n en ella de su pa&iacute;s, Randolph Bourne (1886-1918) un joven intelectual escrib&iacute;a un l&uacute;cido ensayo antibelicista: seg&uacute;n &eacute;l, la guerra revelaba el verdadero rostro del Estado, que se serv&iacute;a de ella para extender su dominio en el extranjero y aplastar toda disidencia interna con leyes de excepci&oacute;n. All&iacute; figura el aforismo que le hizo c&eacute;lebre: La guerra es la salud del Estado.</p> <p>Bourne mostr&oacute; desde joven un talento precoz para la escritura, colaborando con medios progresistas como <em>The Atlantic Monthly</em> o <em>The New Republic</em>. Pero simpatizaba cada vez m&aacute;s con la causa de los trabajadores, identific&aacute;ndose con los explotados y oprimidos por experiencia directa derivada de su discapacidad f&iacute;sica (era un jorobado de 1,50 m con el rostro deforme) y su precariedad laboral. Desde 1914, su inflexible postura antibelicista lo enfrent&oacute; a casi toda la izquierda americana, que lo margin&oacute; y expuls&oacute; de sus medios.</p> <p>En los textos que presentamos aqu&iacute;, &laquo;La guerra y los intelectuales&raquo; y &laquo;El Estado&raquo;, Bourne ejecuta un an&aacute;lisis mordaz de c&oacute;mo el intelectual progresista americano, ali&aacute;ndose con las fuerzas m&aacute;s reaccionarias, abandona su pacifismo e internacionalismo por una guerra &laquo;en pos de la democracia&raquo;, y muestra al Estado en tanto que maquinaria para borrar toda disidencia e imponer un pensamiento &uacute;nico.</p>
  • <p>El &uacute;ltimo libro de Oskar Lafontaine, que ha agotado ya cinco ediciones en Alemania, es un alegato razonado por el alto el fuego y las negociaciones de paz en la guerra de Rusia contra Ucrania.</p> <p>El expresidente del SPD sostiene que es hora de la construcci&oacute;n de una arquitectura de seguridad europea, sin Estados Unidos.</p> <p>&laquo;El inter&eacute;s de EE.UU. no es defender a Europa, sino tener a Europa como avanzadilla disponible para sus intereses como potencia mundial. En este momento Estados Unidos es el gran ganador de la guerra de Ucrania. Es el proveedor de armas en grandes cantidades a sus socios, como los alemanes y los polacos; han desplazado de Europa el gas barato ruso y ahora pueden cumplir por fin lo que deseaban desde hace a&ntilde;os: vender su gas de fracking en Europa, obtenido a trav&eacute;s de t&eacute;cnicas muy perjudiciales para el medio ambiente. Y han conseguido lo que Kissinger propuso hace muchos a&ntilde;os: confrontar a Europa con Rusia bajo el principio de &ldquo;divide et impera&rdquo; (divide y vencer&aacute;s) para asegurar su poder.&raquo;</p>
  • <p><em>Manual de desobediencia civil. C&oacute;mo la lucha noviolenta ser&aacute; decisiva en este siglo</em> es de lectura obligada para las personas y colectivos que est&aacute;n comprometidos en hacer un mundo m&aacute;s habitable, unas sociedades m&aacute;s equitativas, equilibradas y libres, conscientes de vivir en un peque&ntilde;o planeta perdido en el universo; comprometidos en unas luchas que no contribuyan a desencadenar la espiral de violencia que, desde la bomba at&oacute;mica, nos lleva a la autodestrucci&oacute;n. Aporta valiosas experiencias que nos pueden ayudar a enfocar mejor y conseguir resultados en cualquier causa que busque la defensa de derechos vulnerados.</p>
  • <p>Este libro recoge trazos hist&oacute;ricos de mujeres que, desde principios del siglo XX, se organizaron para conseguir derechos e instaurar otra racionalidad desde la que afrontar los conflictos que asolaban el mundo. Encarnaron un feminismo que podemos nombrar como pacifista y que concebimos como una tradici&oacute;n de pensamiento y acci&oacute;n, difusa en su delimitaci&oacute;n, pero clara en su defensa de la paz. El n&uacute;cleo del feminismo pacifista lo constituyeron mujeres que desplegaron un potente discurso contra la guerra y propusieron las bases para lograr una paz permanente. Asimismo, contribuyeron a esta tradici&oacute;n las que se organizaron a favor de lo que conocemos como paz positiva, las que reclamaron derechos y propusieron medidas para establecer condiciones de vida m&aacute;s justas e igualitarias, para ellas y sus sociedades. Una clave de este feminismo pacifista fue su internacionalismo, su vinculaci&oacute;n con organizaciones que traspasaron fronteras y constituyeron un movimiento internacional de mujeres.</p>
  • <p>Nada mejor que la lectura de mis intervenciones sobre Malatesta en el encuentro anarquista de N&aacute;poles, en diciembre de 2003, para entender c&oacute;mo cada intenci&oacute;n de justificar o condenar el concepto de violencia revolucionaria es, a priori, una batalla perdida. La violencia revolucionaria no necesita mis justificaciones y no puede ser vilipendiada por ning&uacute;n tipo de condena, a&uacute;n viniendo esta de las mismas filas anarquistas. A fin de cuentas, el pacifismo tambi&eacute;n es un falso problema y no merece ser refutado recurriendo a demasiadas palabras.</p> <p>La guerra social contin&uacute;a, la violencia revolucionaria es, simplemente, la expresi&oacute;n que m&aacute;s f&aacute;cilmente se percibe, pero no la &uacute;nica, y seg&uacute;n el punto de vista tampoco la m&aacute;s importante.</p>
  • <p>Hablar de violencia pol&iacute;tica en India es como hablar de la nieve en invierno o del sol en verano: es una obviedad aunque parezca, por ser uno de los t&oacute;picos que m&aacute;s han cuajado en Occidente, que en este pa&iacute;s todo el mundo es un ferviente seguidor de las tesis no violentas de Gandhi. La violencia pol&iacute;tica est&aacute; a la orden del d&iacute;a en la India de hoy y es un eje sobre el que pivota toda su historia.</p> <p>Tal vez no se pueda hablar de una violencia generalizada en todos los estados, pero s&iacute; se puede considerar que el pa&iacute;s vive una situaci&oacute;n de guerra de baja intensidad en m&aacute;s de la mitad de ellos, en la que la insurgencia mao&iacute;sta, el enfrentamiento interreligioso entre hind&uacute;es y musulmanes &mdash;con la deriva de unos y otros hacia ejercicios evidentes de terrorismo&mdash; y el independentismo de origen &eacute;tnico se entrecruzan.</p> <p>Se habla de la India como &laquo;la mayor democracia del mundo&raquo; y no como el pa&iacute;s que tiene el dudoso honor de tener el mayor &iacute;ndice de desnutrici&oacute;n infantil de todo el mundo, mucho mayor que cualquier pa&iacute;s del &Aacute;frica subsahariana. Y ante esta situaci&oacute;n los diferentes pueblos se rebelan. El Estado ha decidido enfrentar esta situaci&oacute;n no con un cambio de pol&iacute;tica, fundamentalmente econ&oacute;mica, que saque de la miseria a las tres cuartas partes de la poblaci&oacute;n y otorgue el reconocimiento a los derechos nacionales de los pueblos, sino con la guerra.</p>
  • <p>Las movilizaciones que han acompa&ntilde;ado en los &uacute;ltimos a&ntilde;os al movimiento en contra de la globalizaci&oacute;n capitalista han vuelto a poner en primer plano el debate sobre violencia/noviolencia. En este trabajo se aborda la noviolencia desde la perspectiva de la transformaci&oacute;n social, como herramienta de cambio para los nuevos movimientos sociales. La combinaci&oacute;n de la palabra con la acci&oacute;n noviolenta es el mejor de los caminos para la transformaci&oacute;n social. Sobre todo despu&eacute;s de los fracasos obtenidos por la v&iacute;a violenta para acceder al poder y cambiar la sociedad y porque es necesario dotar de instrumentos para la acci&oacute;n a personas, colectivos y a la sociedad civil en general. </p> <p>La noviolencia va m&aacute;s all&aacute; de la simple contraposici&oacute;n a la violencia cotidiana, se presenta como un m&eacute;todo para el tratamiento pac&iacute;fico de los conflictos, un medio para luchar contra las injusticias y, en un sentido m&aacute;s amplio, una estrategia de transformaci&oacute;n de la sociedad.</p>
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