París

  • <p><em>Paris era mujer</em> es el retrato colectivo e ilustrado de una comunidad &uacute;nica de mujeres que lleg&oacute; a conocerse con el nombre de &laquo;mujeres de la orilla izquierda&raquo;. Las escritoras Colette, Djuna Barnes y Gertrude Stein, las poetisas H. D. y Natalie Clifford Barney, las pintoras Romaine Brooks y Marie Laurencin, las editoras Bryher, Alice Toklas, Margaret Anderson y Jane Heap, las fot&oacute;grafas Berenice Abbott y Gis&egrave;le Freund, las libreras Sylvia Beach y Adrienne Monnier y la periodista Janet Flanner formaban parte de ese entorno legendario.&nbsp;</p> <p>La profusi&oacute;n de fotograf&iacute;as, cuadros, dibujos y fragmentos literarios, muchos in&eacute;ditos hasta ahora, unida al v&iacute;vido y revelador texto de Andrea Weiss nos da una visi&oacute;n sin par de la extraordinaria trama de mujeres para quienes Par&iacute;s no era ni amante ni musa, sino otra clase de mujer.</p> <p>&laquo;La Orilla Izquierda me atra&iacute;a y todav&iacute;a me atrae y me retiene. No podr&iacute;a irme de aqu&iacute; ni en sue&ntilde;os, ser&iacute;a imposible, ser&iacute;a como si un &oacute;rgano pudiera irse a otra parte del cuerpo.&raquo; Adrienne Monier, mecenas literaria y propietaria de La Maison des Amies des Livres.</p>
  • <p>Los hermanos Goncourt, Edmond y Jules, crearon algunas de las obras literarias m&aacute;s representativas de la escuela naturalista francesa. Pero tambi&eacute;n, cada noche, en secreto, escribieron al alim&oacute;n sus aclamados Diarios, en los que dejaron constancia de las glorias y miserias de los c&iacute;rculos intelectuales y art&iacute;sticos del Par&iacute;s del siglo xix. En 1870, justo antes del comienzo de la guerra con Prusia, del sitio de Par&iacute;s y de la posterior proclamaci&oacute;n de la Comuna, la muerte de Jules obligar&iacute;a a Edmond a continuar la tarea en solitario.</p> <p>En el marco del Par&iacute;s revolucionario de 1870 y 1871, ese gran reaccionario que fue Edmond de Goncourt recorri&oacute; incansablemente las calles, habl&oacute; con todo el mundo, asisti&oacute; a reuniones pol&iacute;ticas, entr&oacute; en hospitales, atraves&oacute; fortificaciones, visit&oacute; barricadas, presenci&oacute; combates y luego volvi&oacute; cada noche a su habitaci&oacute;n para forjar algunas de las m&aacute;s bellas p&aacute;ginas que se hayan escrito sobre estos momentos cruciales de la historia, cuya significaci&oacute;n contin&uacute;a hoy siendo de tan alta importancia para todos nosotros.</p>
  • La Fanfarlo

    15,00
    <p>Cuando Baudelaire public&oacute; &quot;La Fanfarlo&quot; faltaban a&uacute;n diez a&ntilde;os para que apareciera &quot;Las flores del mal&quot;, obra que fue mutilada judicialmente y multada a instancias del mismo fiscal que incoara ese mismo a&ntilde;o un proceso contra Flaubert y &quot;Madame Bovary&quot;. Baudelaire no era, todav&iacute;a, pues, un &ldquo;poeta maldito&rdquo;, pero se hallaba en el inequ&iacute;voco camino de serlo: su padrastro, el general Aupick, luchaba infructuosamente para llevar al joven d&iacute;scolo por el &ldquo;buen camino&rdquo; sin lograr m&aacute;s que organizar alguna trifulca familiar; su amor por la mulata Jeanne Duval acabar&iacute;a convirti&eacute;ndose en un esc&aacute;ndalo llevado de boca en boca por los notables parisinos y, para mayor inri, entre visitas a museos, bibliotecas y prost&iacute;bulos, el poeta se convert&iacute;a en traductor y propagandista de un personaje maldito y antirrom&aacute;ntico: Edgar Allan Poe.</p> <p>Quiz&aacute; por ello en &quot;La Fanfarlo&quot;, relato en buena medida autobiogr&aacute;fico, de esquema que incluso podr&iacute;a tildarse de vodevilesco (un audaz conquistador, para ganar los favores de la dama de la que se encapricha, emprende la conquista de la bailarina que tiene cautivado al marido de la dama), Baudelaire fustiga la hip&oacute;crita moral burguesa al tiempo que elogia al artista como provocador, posturas ambas que conjuga con el dandismo, la seducci&oacute;n y la relaci&oacute;n del &eacute;xtasis con el pecado.</p>
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