<p>El Pacto de Toledo se firm&oacute; en 1995 bajo el s&iacute;ndrome del miedo a no poder pagar las pensiones p&uacute;blicas en el 2004. Este acuerdo de todas las fuerzas pol&iacute;ticas ten&iacute;a un solo objetivo: reajustar los mecanismos financieros del sistema p&uacute;blico de la Seguridad Social. El Gobierno del PP ha desarrollado las quince recomendaciones del pacto interpret&aacute;ndolas en el sentido de garantizar el mantenimiento del sistema de pensiones p&uacute;blicas, pero a cambio de recortar la cuant&iacute;a de las pensiones futuras, con el fin de evitar un crecimiento excesivo del gasto global, y de potenciar las pensiones complementarias que gestionan los bancos y las aseguradoras privadas. Es la interpretaci&oacute;n neoliberal, que intenta reducir el d&eacute;ficit p&uacute;blico y privatizar cuanto m&aacute;s mejor. Por otro lado, el reto de la izquierda es recomponerse ideol&oacute;gica y pol&iacute;ticamente para afrontar la decisi&oacute;n neoliberal de desmantelamiento del Estado de Bienestar, y reclamar el cumplimiento del criterio constitucional de la suficiencia de las pensiones p&uacute;blicas. Por eso, junto al problema de la financiaci&oacute;n est&aacute; el problema de la cuant&iacute;a de las pensiones m&iacute;nimas. La consigna de la izquierda de mejorar las pensiones se inscribe en la b&uacute;squeda de un modelo econ&oacute;mico y social postsocialdem&oacute;crata, que desborda necesariamente el Pacto de Toledo.</p>