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<p>El individuo posmoderno se encuentra huérfano en su deambular por la historia. Arrinconadas las referencias religiosas y arrumbadas las ideologías, el Sujeto emerge con toda su fuerza en un intento de encontrar, en el despliegue de su subjetividad, los mimbres desde los cuales construir un proyecto colectivo satisfactorio. Huérfanos como estamos de referencias trascendentes, o de ideologías capaces de disciplinar y dar un sentido a la Historia, al individuo posmoderno solo le queda el recurso a su introspección y a hacer de este mecanismo el instrumento privilegiado para dotar de sentido a su vida.</p> <p>En este escenario, consciente de este cambio, el capitalismo en su fase actual ha dado un paso más; el objetivo es activar los mecanismos de estimulación constantes a fin de captar la atención de ese público ansioso de experienciar, de llenar los vacíos dejados por el desplome de los grandes relatos. La sociedad digital al rescate del individuo ansioso; a partir de ahora la vida interior del individuo se convierte en la materia prima del marketing experiencial. El transhumanismo con su carácter asertivo fundamentado en la superioridad que le otorga una concepción materialista de la vida, donde lo medible, observable y experimentable se identifica con lo Real, se erigirá en la solución del problema. </p>