<p><font class="txparrafo">[&hellip;] La cat&aacute;strofe hist&oacute;rica m&aacute;s profunda y m&aacute;s real, la que en &uacute;ltima instancia determina la importancia de todas las dem&aacute;s, reside en la persistente ceguera de la inmensa mayor&iacute;a, en la dimisi&oacute;n de toda voluntad de actuar sobre las causas de tantos sufrimientos, en la incapacidad de considerarlas siquiera l&uacute;cidamente. Esta apat&iacute;a va a resquebrajarse, en el curso de los pr&oacute;ximos a&ntilde;os, de manera cada vez m&aacute;s violenta por el hundimiento de cualquier supervivencia garantizada. Y quienes la representan y la alimentan, cultivando un precario statu quo de ilusiones tranquilizantes, ser&aacute;n barridos. La emergencia se impondr&aacute; a todos y la dominaci&oacute;n tendr&aacute; que hablar por lo menos tan alto y claro como los propios hechos. Con tanta mayor facilidad adoptar&aacute; el tono terrorista que le conviene cuanto que estar&aacute; justificada por realidades efectivamente aterradoras. Un hombre aquejado de gangrena no est&aacute; dispuesto a discutir las causas de su mal, ni a oponerse al autoritarismo de la amputaci&oacute;n. [&hellip;]<br /> </font></p>