vivienda

  • En Urbanismo feminista se concretan y detallan diferentes aspectos relativos a esa ciudad que pone la vida en el centro, desde la clara conciencia de que solamente los procesos impulsados desde abajo, y a partir de la complejidad comunitaria, edificarán una realidad urbana radicalmente distinta a la que conocemos.
  • <p>Consideramos importante reconstruir y conservar las tradiciones combativas y con esa intenci&oacute;n publicamos este libro. Gracias a la tarea consciente de personas y colectivos, las directamente afectadas encuentran en las ideas antiautoritarias un motor para la lucha. As&iacute;, se supera la visi&oacute;n individualizada del problema traslad&aacute;ndolo a una dimensi&oacute;n colectiva.</p> <p>Los ejemplos aqu&iacute; recogidos, tienen el m&eacute;rito de poner la cuesti&oacute;n social en el centro haciendo emerger el antagonismo subyacente. El movimiento popular, plural y diverso, va dibujando una hoja de ruta com&uacute;n con una agenda y un programa propios. Los colectivos que han participado con estos textos no son los &uacute;nicos. Nosotros consideramos sus aportaciones representativas de un movimiento amplio, sin liderazgos ni vanguardias, obra de sus mismas protagonistas, que avanza por un caminar com&uacute;n.</p>
  • <p>Desde la crisis de 2008, el neoliberalismo, para sostener sus modos de explotaci&oacute;n, para contener la implosi&oacute;n social en cada territorio, ha necesitado de una alianza cada vez m&aacute;s f&eacute;rrea con el fascismo y con formas varias de fundamentalismo religioso. Con ello ha pretendido reordenar la re-producci&oacute;n social en t&eacute;rminos capitalistas, recolocar un mandato de g&eacute;nero en crisis y retrazar las l&iacute;neas entre lo humano y lo categorizado como menos-que-humano (feminizado, racializado, naturalizado).</p> <p>Frente a esta nueva ofensiva neoliberal, el feminismo transnacional ha aparecido como un actor inesperado. Ha reabierto lo que parec&iacute;a clausurarse y lo ha hecho de nuevo con esa mezcla de radicalidad y masividad, de fuerza internacionalista y operatividad local, de conectividad y arraigo. Lo que se juega hoy en las disputas por los sentidos del feminismo no es la divisi&oacute;n de un movimiento que por otro lado siempre fue m&uacute;ltiple y poli&eacute;drico. Se juega la capacidad de incidir en el punto de sutura entre neoliberalismo y fascismo. Se juega la potencia feminista misma, en su desbordamiento.</p>
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