<p>En 1843 H. D. Thoreau escribi&oacute; una rese&ntilde;a de <em>El Para&iacute;so al alcance de todos los Hombres, sin Trabajo, mediante la Energ&iacute;a de la Naturaleza y la M&aacute;quina</em>, de J. A. Etzler. La rese&ntilde;a criticaba las utop&iacute;as tecnol&oacute;gicas que pretenden transformar el mundo con la excusa de conseguir un para&iacute;so de abundancia y felicidad para el ser humano, mediante la aplicaci&oacute;n y el desarrollo de las t&eacute;cnicas y la maquinaria industrial.</p> <p>Las obras de Thoreau no parecen suscitar hoy la rebeld&iacute;a y la desobediencia que debiera inspirar una lectura consecuente de su obra, donde la experiencia de la naturaleza se convirti&oacute; en la defensa de una conciencia que corr&iacute;a el peligro de extraviarse con los avances de la modernizaci&oacute;n. No se trata en Thoreau, por tanto, de una defensa de la naturaleza como si de un protoecologista se tratase. M&aacute;s bien nos encontramos ante la resistencia de la conciencia individual a las transformaciones que la econom&iacute;a industrial empezaba a propiciar en el siglo XIX.</p> <p>Hoy vivimos la culminaci&oacute;n de esa &eacute;poca y sus desastrosas consecuencias. Las desaforadas utop&iacute;as tecnol&oacute;gicas ya no s&oacute;lo pretenden transformar el mundo para ofrecernos un inmenso y artificial Jard&iacute;n del Ed&eacute;n, sino que, ante la constataci&oacute;n del fracaso de sus intentos, la &uacute;nica respuesta es una nueva vuelta de tuerca en el acondicionamiento tecnol&oacute;gico, que se extiende a cada vez m&aacute;s &aacute;mbitos de la existencia. El cultivo de nuestra conciencia no s&oacute;lo ha perdido su relaci&oacute;n con la naturaleza, sino que puede llegar a ser prescindible en un mundo donde todo lo producido tendr&aacute; la marca de &laquo;inteligente&raquo; para evitarnos el trabajo de serlo nosotros.</p> <p>Quiz&aacute; sea demasiado pedir que los libros tengan hoy la capacidad de inspirar, siquiera de conmover, a quien los lee. Si con <em>El para&iacute;so &mdash;que merece ser&mdash; recobrado</em> contribuimos, al menos, a ofrecer una oportunidad para el cultivo de cierta rebeld&iacute;a contra este estado de cosas, nos daremos por satisfechos.</p>