América Latina

  • <p>Desde el &uacute;ltimo ciclo de luchas, a finales del siglo pasado, se han producido una gran cantidad de cambios en os movimientos populares y en las formas de acci&oacute;n colectiva que ser&aacute;n analizados en este trabajo. En menos de dos d&eacute;cadas la regi&oacute;n pas&oacute; de la hegemon&iacute;a conservadora y neoliberal a la hegemonia progresista, para deslizarse nuevamente haci la derecha cuando comenz&oacute; el fin de ciclo de los gobiernos que se inspiraron en la lucha de los movimientos.</p> <p>En este marco, aquellos movimientos han sufrido mutilaciones: algunos desaparecieron centrifugados en problemas internos, otros fueron coptados por los gobiernos o decidieron plegarse a las instituciones, y pocos quedan en pie. Los que persisten han experimentado cambios notorios, digamos que han llegado a la meseta de la madurez. Unos se han normalizado y ya no presentan un riesgo de desestabilizaci&oacute;n para los sistemas pol&iacute;ticos que han aprendido a relacionarse con ellos. Sin embargo, otros, m&aacute;s bien pocos, han sabido reinventarse, encontrando nuevas fuentes de rejuvenecer su militancia, mantenerse vivos y reforzar sus perfiles antisist&eacute;micos.</p>
  • <p>&iquest;Qu&eacute; pasa en los barrios? Se presentan como escenarios de guerras sociales, a veces difusas, campos de batallas sin bandos antag&oacute;nicos f&aacute;ciles de identificar a priori, territorios por donde circulan pibes silvestres, vecinos engorrados o no, gendarmes que los piensan como cuarteles a cielo abierto para el disciplinamiento moral, violencia policial y de las bandas, militantes que inauguran locales, transas que inauguran locales, el dinero que derrama de los programas sociales, el consumo que crea nuevos pactos, la sociedad del muleo en todo su esplendor?<br /> El colectivo juguetes perdidos, es en principio, un espacio de amistad, desde donde poder desplegar y potenciar un nosotros. Una apuesta constante por evitar que se vuelvan inaudibles las voces generacionales, un lugar donde politizar afecciones e inquietudes comunes, un instrumento que permite trasformar nuestras palabras vitales en im&aacute;genes pol&iacute;ticas. Un espacio de creaci&oacute;n y aguante, donde mantener viva la apuesta por ganar y tejer libertades...</p>
  • <p>La gorra coronada expresa una sensibilidad que ven&iacute;a operando desde hace tiempo capilarmente en los barrios y en la ciudad; publicita por arriba &quot;la revancha&quot; ?ese esp&iacute;ritu que una vez gobierno vuelve recargado por abajo?, se mete en cada recoveco de la vida social, en cada esquina de los nuevos barrios, en los verdugueos laborales, en las conversaciones y h&aacute;bitos cotidianos... Da luz verde y v&iacute;a libre para el engorrarse, para los vecinos en banda, para la polic&iacute;a y la gendarmer&iacute;a (que se sienten como en &quot;sus mejores &eacute;pocas&quot;, con m&aacute;s guita, m&aacute;s estado de excepci&oacute;n para sus movidas), para los jefes y patrones, para los corazones ortivas que andan sueltos por la ciudad, para los Anti-todo, para todas esas fuerzas que el macrismo convoca a movilizarse en cada barrio contra los &quot;mantenidos&quot;, contra las pibas que desaf&iacute;an mandatos sociales y culturales, contra los pibes que est&aacute;n a todo ritmo... En cada desborde ?por m&iacute;nimo que sea? hay una oportunidad para el engorramiento y el revanchismo.<br /> El colectivo juguetes perdidos, es en principio, un espacio de amistad, desde donde poder desplegar y potenciar un nosotros. Una apuesta constante por evitar que se vuelvan inaudibles las voces generacionales, un lugar donde politizar afecciones e inquietudes comunes, un instrumento que permite trasformar nuestras palabras vitales en im&aacute;genes pol&iacute;ticas. Un espacio de creaci&oacute;n y aguante, donde mantener viva la apuesta por ganar y tejer libertades...</p>
  • <p>En este libro se describe y analiza el movimiento de resistencia de las comunidades ind&iacute;genas Nasa en la comarca de Norte de Cauca, en Colombia. &Eacute;sta se ha caracterizado por la transici&oacute;n realizada desde una resistencia armada a otra de car&aacute;cter noviolento. Destacan en este proceso el Consejo Regional Ind&iacute;gena del Cauca, el CRIC, que es la organizaci&oacute;n que ha aglutinado la recuperaci&oacute;n de las autoridades ancestrales en el departamento, as&iacute; como otras organizaciones comarcales o municipales como&nbsp; la Asociaci&oacute;n de Cabildos Ind&iacute;genas del Norte de Cauca (ACIN) o el Proyecto Nasa de Torib&iacute;o o el Proyecto Global de Jambal&oacute;.<br /> <br /> Este estudio de caso, nacido como parte de una tesis doctoral m&aacute;s amplia acerca de las din&aacute;micas y fases de la resistencia civil, aplica las teor&iacute;as de los movimientos sociales y las teor&iacute;as estrat&eacute;gicas de la acci&oacute;n noviolenta de forma coherente con la sociolog&iacute;a del poder y de la acci&oacute;n social. Por lo tanto, el libro, adem&aacute;s de describir el proceso, analiza los factores y las din&aacute;micas que favorecen o dificultan las posibilidades de &eacute;xito de la resistencia, ubicando al movimiento en una fas</p>
  • <p>En septiembre de 2008, en ocasi&oacute;n de realizarse las XXI Jornadas de Historia Econ&oacute;mica en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, se organiz&oacute; una Mesa Especial sobre los aspectos econ&oacute;micos y sociales de los procesos de independencia americana. Participaron all&iacute; un n&uacute;mero importante de acreditados colegas, tanto del pa&iacute;s como de otros centros acad&eacute;micos de la Am&eacute;rica hispana, a los que se sumaron tres prestigiosos comentaristas: Tulio Halperin Donghi, Heraclio Bonilla y Carlos Sempat Assadouri&aacute;n. La proximidad del bicentenario parec&iacute;a una excelente excusa para instalar la cuesti&oacute;n y efectuar una puesta a punto de los avances que en este aspecto se hubieran producido. La idea se completaba con la intenci&oacute;n de publicar esta obra, cuyo mayor m&eacute;rito es mostrar los interrogantes que gu&iacute;an los &uacute;ltimos avances de los historiadores econ&oacute;micos en torno al tema, con el prop&oacute;sito de acercarse comprensivamente a las dificultades constitutivas de los Estados americanos en el transcurso del largo y conflictivo siglo XIX.</p>
  • <p>Argentina, Chile y Espa&ntilde;a sufrieron experiencias dictatoriales en el siglo XX que dejaron una huella indeleble en su sociedad. Afortunadamente, es un tiempo pasado pues las tres naciones disfrutan en la actualidad de sistemas democr&aacute;ticos, pero las vivencias de esos a&ntilde;os de dominio de reg&iacute;menes autoritarios castrenses, en que se vulneraron persistentemente los derechos humanos, permanecen en la retina de una parte significativa de la poblaci&oacute;n, que, lejos de olvidar, reclama justicia y verdad.</p> <p>Es preciso profundizar en lo sucedido y dar de esa forma respuesta a la demanda ciudadana de informaci&oacute;n sobre el funcionamiento y consecuencias de ese pasado traum&aacute;tico. Con ese fin se ha elaborado esta publicaci&oacute;n, en la que se exponen una serie de trabajos realizados por investigadores procedentes de universidades argentinas, chilenas y espa&ntilde;olas, en los que se analizan contenidos relacionados con las dictaduras en esos tres pa&iacute;ses que permiten establecer paralelismos y divergencias en su comportamiento, m&eacute;todo comparado que, sin duda, enriquece su conocimiento.</p>
  • <p>Jos&eacute; y Juana son hijos de la utop&iacute;a. De peque&ntilde;os presencian el levantamiento de 1994 y, a trav&eacute;s del retrato de su vida adulta, nos asomamos al d&iacute;a a d&iacute;a de cualquier comunidad zapatista. Esta f&aacute;bula sencilla y bellamente dibujada devuelve magia, bajo el signo de la revoluci&oacute;n, a nuestra vida cotidiana y al modo de relacionarnos con la naturaleza.</p>
  • <p>La cultura pol&iacute;tica que nace tras la revoluci&oacute;n de 1968 incorpora lentamente una variedad de formas de lucha, que desaf&iacute;a la antiguas jerarqu&iacute;as de m&eacute;todos para conseguir los objetivos. Comenzamos a trabajar formas de acci&oacute;n no coloniales y no patriarcales, que pasan por no reproducir jefes/caudillos, ni enfrentamientos violentos que reproducen los modos de dominaci&oacute;n.</p> <p>Una actitud similar escuch&eacute; en boca de los rar&aacute;muris en la sierra Tarahumara. Aseguran que ante cada embestida de los blancos, durante la colonia y la rep&uacute;blica, la estrategia fue huir, replegarse, abandonar el terreno para instalarse en lugares m&aacute;s seguros, hasta una nueva embestida. Desde la vieja cultura pol&iacute;tica llegu&eacute; a pensar que se trata de una concesi&oacute;n a los opresores por no tener capacidad o la voluntad de enfrentarse.</p> <p>Sin embargo, cuando la crisis de la civilizaci&oacute;n occidental capitalista es evidente, los pueblos est&aacute;n all&iacute; enteros en el sentido de que conservaron sus cosmovisiones, sus culturas, sus autoridades. Siguen siendo pueblos con las formas de vida propias como alternativa a la crisis civilizacional. Tuvo mucho sentido no haber hipotecado la existencia de los pueblos a unos guerras que no pod&iacute;an ganar, aunque para la cultura colonial/patriarcal se trate de cobard&iacute;a o traici&oacute;n.</p>
  • <p>A lo largo de una d&eacute;cada fueron millares los que participaron de manera an&oacute;nima en ese quehacer colectivo, y muchos tambi&eacute;n los que dejaron su vida defendiendo aquellos ideales. La guerra de la contra, apoyada y financiada por los EE.UU., no dio tregua. En 1989, Josefina, Xuacu y Montse decidieron emprender ese viaje. <em>Pasaje a Nicaragua</em> es el testimonio personal de aquella experiencia.</p>
  • <p>Si entendimos bien el mensaje del zapatismo, se trata de poner el centro de decisi&oacute;n en las personas, abandonar la idea de que sigan siendo determinadas por una historia que no controlan para convertirse en sujetos de la misma. La construcci&oacute;n de una nueva sociedad ser&aacute; el resultado de m&uacute;ltiples acciones que se conjugar&aacute;n entre s&iacute;, sin que podamos anticipar el resultado. M&aacute;s importante que definir qu&eacute; se quiere hacer, resulta el c&oacute;mo realizarlo. De ah&iacute; la magnitud de la lecci&oacute;n comunitaria que, en s&iacute;ntesis, consiste en crear un espacio de participaci&oacute;n y decisi&oacute;n, un espacio colectivo en el que puede brotar una &eacute;tica y una nueva cultura sin las cuales la construcci&oacute;n de una nueva sociedad no tendr&aacute; el menor sentido.</p> <p>En estas p&aacute;ginas se puede encontrar una defensa de la comunidad quiz&aacute;s unilateral y hasta extrema. Sin embargo la experiencia de las actuales luchas sociales en el continente permite intuir que el camino comunitario es una forma de avanzar desde lo peque&ntilde;o hacia lo grande, desde lo local hacia lo nacional, forjando nuevas relaciones sociales que seguramente tardar&aacute;n mucho tiempo en cuajar y ampliarse hasta convertirse en las formas dominantes de vida. No es un camino seguro sino un camino abierto a la experimentaci&oacute;n, la prueba y el ensayo. Una de las mayores virtudes de la comunidad estriba en que consigue difuminar al m&aacute;ximo el poder hasta convertir a cada persona en un peque&ntilde;o poder.</p>
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