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<p>¿Por qué algunos de los filósofos más importantes del siglo XX han elaborado conceptos de anarquía indispensables para comprender la situación contemporánea del pensamiento en materia de ética y política, sin nunca, sin embargo, reconocerse como anarquistas, ni movilizar un verdadero pensamiento del anarquismo, ni conseguir tampoco destituir la lógica de gobierno, a pesar de que adoptaban, contra la imposición de los modelos piramidales, el lenguaje geográfico de la superficie, los pliegues y la derrota de las vistas desde arriba? Como si el anarquismo fuera algo inconfesable, que habría que ocultar aún cuando se le roba lo esencial: la crítica de la dominación y de la lógica de gobierno. </p> <p>En <em>¡Al ladrón!</em> Catherine Malabou explora el concepto de anarquía en la obra de seis grandes filósofos contemporáneos (Reiner Schürmann, Emmanuel Levinas, Jacques Derrida, Michel Foucault, Giorgio Agamben y Jacques Rancière) desbloqueando los elementos para un pensamiento no gobernable, que vaya más allá de un llamado a la desobediencia, o de una crítica convencional del capitalismo. </p> <p>Frente a lo ingobernable, revueltas, protestas, desobediencia civil, un gobierno puede reaccionar de dos maneras. O bien negociar y acaso consentir un cambio de política. O bien reprimir. En ese sentido, lo ingobernable es lo que puede ser ora escuchado, ora dominado. </p> <p>Lo no gobernable, en cambio, solo puede ser dominado. La única manera de tratarlo es no tratar con él, ya sea ignorándolo activamente u oprimiéndolo, aplastándolo y hasta dándole muerte. Pero gobernarlo es definitivamente imposible porque es la marca de la imposibilidad y el fracaso de todo gobierno.</p>
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<p><em>¡Escucha hombrecillo!</em> levantó fuertes polémicas cuando salió a la luz en 1948. Es un libro clave que, para Wilhelm Reich, constituye una respuesta a los ataques pérfidos de la sociedad neurótica y "emocionalmente pestilente".</p> <p>Para esta nueva traducción del texto de Reich nos hemos remitido al original traducido del alemán al inglés por el psiquiatra Theodore P. Wolfe, amigo suyo. La publicación neoyorquina de ‘¡Listen, little man!’ se acompañó con los dibujos humorísticos del reconocido ilustrador William Steig. Hemos recuperado muchas de esas caricaturas originales enriqueciendo las páginas de la presente edición.</p> <p>Las lectoras y lectores de esta obra descubrirán un texto directo, políticamente incorrecto, vanguardista tanto en el fondo como en la forma. Crítica mordaz al “hombre corriente” –el pequeño hombre y la pequeña mujer–, gris y egoísta, suplicando orden y autoridad. La narración está construida mezclando reflexiones con diálogos entre Reich y esos hombrecillos y mujercillas que todos llevamos dentro, estableciendo un discurso sobre la mediocridad y la “normalización” social destructora de la vida, la naturaleza y lo diferente. Reich apuesta por el retorno al “animal humano” generoso, cooperativo, libre y gozoso.</p> <p>Las ideas originales de Wilhelm Reich cautivaron a Fromm, Marcuse, Adorno, Foucault, Hannah Arendt y Simone Weil. Influye abiertamente en los ‘beatniks’ y en las figuras relevantes de la contracultura (Ginsberg, Kerouac, Burroughs, Mailer, Salinger, Goodman), es el precedente de las comunas y de los ‘hippies’, del ecologismo antinuclear, del neocristianismo<br /> libertario, de las corrientes radical-utópicas, del situacionismo...<br /> En Mayo del 68, el movimiento estudiantil francés grafiteaba eslóganes reichianos. En la universidad de Frankfurt, en 1968, podía leerse una gran pintada advirtiendo: ‘¡Lee a Reich y actúa en consecuencia!’.</p>
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<p>A finales del siglo XIX en la Francia del positivismo científico y del auge del desarrollo capitalista, surgen, entre los libertarios, los naturien. La iniciativa parte de Emile Gravelle con la publicación de <em>L’Etat naturel</em>. Individualmente o en colectivo los naturien no sólo ensalzan la naturaleza y denigran la civilización, también viven o experimentan formas acordes con su pensar. Entre los principios de los naturien figuran: que la miseria no es inevitable; que con la sola producción natural del suelo se obtiene la abundancia; que la salud es la condición normal de la vida; que los males físicos (epidemias, enfermedades y deformidades) son obra de la civilización.</p>
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<p>Creemos que es importante escribir acerca de la opresión, y más si se trata de una de las opresiones menosvisibles, la del especismo. Considerar alguien y noalgo a seres de otras especies es un salto cualitativoenorme, que afecta nuestras relaciones cotidianas enaspectos tan básicos como nuestra alimentación o nuestra manera de entender el ocio. Este libro pretendeabrir ventanas para que aire nuevo permita sentir deotra manera las relaciones de poder que la especie humana ejerce a toda especie animal existente.</p>
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<p>Este es un libro dirigido a quienes piensan que la educación es la más importante de las tareas que las personas deberíamos traernos entre manos. Por desgracia, y por múltiples causas, no ocupa ese lugar en los planes de la mayoría de los distintos gobiernos de nuestro planeta, pero muchos y muchas -y también quienes han participado en las jornadas que han dado lugar a esta edición seguimos en el empeño de lograr ese objetivo y soñamos con las iniciativas, estrategias y tareas que nos pueden ayudar a conseguirlo. Para educar para la libertad, sin adjetivos, hay muchos caminos que se pueden recorrer. Aquí se habla de algunos de ellos.</p>
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<p>¿Pueden crearse condiciones de vida en las que no exista la dominación? Pregunta sin respuesta segura de sí misma, pero de lo que no cabe duda es que allí donde haya dominación siempre permanecerá abierto un espacio para que se pueda inventar el anarquismo. Fluido y tumultuoso, el anarquismo corre sus mayores riesgos cuando se inmoviliza, cuando se petrifica, y cuando olvida cuestionarse a sí mismo.</p>