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<p>En lo sucesivo el sistema técnico mundial se funda íntegramente en las tecnologías digitales. Una consecuencia fundamental de esta situación de hecho es la integración funcional de las mnemotecnologías en el sistema de producción de los bienes materiales, lo que constituye una inmensa ruptura histórica: son los dispositivos de producción de los símbolos, que hasta ahora señalaban unas esferas de lo artístico, de lo tecnológico, de lo jurídico y de lo político, los que en lo sucesivo son completamente absorbidos por la organización mundial del comercio y de la industria. La producción simbólica está hegemónicamente controlada por las industrias culturales en la medida en que éstas se han apoderado de los dispositivos retencionales que configuran el tiempo en su forma más pura: como flujo de conciencia. Precisamente bajo el nombre de industria cultural Adorno y Horkheimer denunciaron este devenir industrial de la actividad del espíritu, es decir, su sumisión exclusiva a los criterios mercantiles de selección. Vieron en ello una perversión de esta operación de la imaginación trascendental que Kant llama el esquematismo. Según ellos, esta perversión la hizo posible un proceso de exteriorización técnica del proceso de producción de los esquemas, en la que ellos veían el colmo de la alienación de los espíritus y de los cuerpos. El tiempo del cine y la cuestión del malestar quiere demostrar a la vez la urgencia de esta cuestión, la gran debilidad de este análisis y la necesidad de proceder, frente al hecho histórico de la industrialización del espíritu, a una crítica de los apartados de la Crítica de la razón pura respecto al análisis del esquematismo.</p>
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<p><em>Las prácticas sociales: una introducción a Pierre Bourdieu</em>, se publica en Tierradenadie ediciones después de haber visto agotadas dos ediciones previas realizadas en Argentina (además de una reimpresión de la segunda edición) que llevaban por título Pierre Bourdieu: las prácticas sociales. Siendo un texto apreciado y buscado por todos los interesados en la obra teórica de Bourdieu y en las posibilidades que abre para la comprensión de las prácticas sociales, la presente edición se enriquece con varias correcciones que la autora ha introducido para actualizar los datos, para hacer el texto más fluido y para incluir nuevas referencias bibliográficas en castellano. Se trata de un libro que fue elogiado por el propio Bourdieu como una de las mejores presentaciones de su intervención teórica y de los elementos que articulan su metodología de análisis de la realidad social.</p>
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<p>Este libro aborda el conflicto existencial del hombre contemporáneo desde la dualidad dialéctica salud-enfermedad. El autor, cogiendo ejemplos extraídos de su praxis como psiquiatra y médico generalista, analiza las circunstancias emocionales del ciudadano de nuestro entorno que suelen llevarle a la perplejidad y la angustia. A su vez este estado emocional tiende a mutar hacia patologías psíquicas y físicas. La pretensión del autor viene a ser explicar lo difícil que es estar realmente sano en nuestros días, si por salud se entiende un estado de bienestar físico, psíquico y ambiental. Las potencialidades esencialmente humanas (el amor y el odio, la amistad y la enemistad, la imaginación, la creatividad y el erotismo, incluso el no hacer nada) se ponen al servicio de necesidades superfluas, que crean un caldo de cultivo idóneo para el estado permanente de malestar emocional. No son temas nuevos pero son abordados en este libro sin acicalamientos artificiosos ni trasvases teóricos traídos desde otros ámbitos.</p>
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<p>Todavía ahora, a principios del siglo XXI, muchos padres tienen dificultades para decir abiertamente: «mi hijo es homosexual». Este libro recoge las experiencias de unas familias cuyas vidas se han visto afectadas por el descubrimiento de que uno de sus descendientes es lesbiana o gay, describe cómo la percepción de los demás influye en ellas y en qué medida se ve modificada la imagen que los propios padres tienen de su hijos.</p> <p>A lo largo de sus entrevistas a unas cincuenta familias, los autores detectan un mismo patrón en el camino que conduce de la declaración de la homosexualidad del hijo o de la hija a la plena integración de la nueva realidad. Camino jalonado por unas fases que son descritas con detalle a partir de los relatos de los padres: pérdida, acusación, culpabilidad, aceptación e integración. Un patrón común, pero compartamientos diversos.</p> <p>Algunas veces la noticia lleva a los padres y a los hermanos a reforzar sus lazos con el hijo gay o la hija lesbiana. Otras, los compañeros de los hijos y las familias de aquéllos llegan a asumir plenamente el papel que les corresponde, en concordancia con los vínculos que les unen. En otras ocasiones los padres y los hermanos descubren un nuevo significado en sus vidas a través de la colaboración con los colectivos o asociaciones de padres, familias y amigos de lesbianas y gays, y por medio de la participación en la lucha por los derechos de los homosexuales. Muchas familias declararon al ser entrevistadas que el permanecer unidas les ha ayudado a superar los poderosos obstáculos impuestos por la sociedad.</p> <p>Los autores muestran también los efectos duraderos y a veces trágicos de los temores que surgen en las familias cuando un hijo o una hija les revela su homosexualidad.</p>
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<p>Masai, pigmeos, bosquimanos, tuaregs... Hay pocos pueblos, en el imaginario occidental, que despierten una mayor atracción por el África exótica. Las novelas, las películas y las fotos artísticas nos han transmitido una estampa tópica que, sin ser falsa, es más bucólica que real. Lo interesante del caso es que disponemos, todavía hoy, de realidades palpables. El científico puede contrastar quién son estas gentes, cómo viven y qué problemas afrontan. Las etnias recogidas en este volumen han sido diezmadas e incorporadas, sin contemplaciones, al tren de la modernidad. Pero aún existen.</p> <p>Lo más atractivo de este libro es que no se trata de una reconstrucción histórica, o no únicamente. Más allá de los estereotipos, los autores se han esforzado en trazar cuadros actuales y rigurosos sobre la naturaleza de tan pintorescas comunidades. Han intentado superar los complejos que oscilan entre el paternalismo indigenista y el empuje del genocidio globalizador. Han procurado, en definitiva, dar un aire solvente a sus observaciones, pero también humanizar su enfoque, al considerar a sus objetos de estudio como mayores de edad. Entre las páginas que siguen, se encuentran un conjunto de ensayos que abordan la diferencia –las más preciosas, frágiles y caricaturizadas de las diferencias–, siempre bajo el paraguas de la condición humana universal. El grupo de expertos del Centro de Estudios Africanos de Barcelona (CEA), ha emprendido esta tarea con la esperanza de que la aventura real y tangible de los pueblos reseñados sea posible. Con la ilusión de que la vida, más allá del estado y del museo, sea posible.</p>
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<p>El islam reguló con bastante flexibilidad el estatuto de las minorías. Ello posibilitó la existencia de una notable pluralidad religiosa, en un sistema que combinaba un razonable respeto a las creencias con la segregación espacial que, si por una parte impedía una verdadera integración, por otra era garantía de supervivencia para las creencias minoritarias. Se trataba de una segregación de carácter especializado: algunos grupos particularmente turbulentos o sectarios fueron empujados a instalarse en lugares apartados, desiertos o montañas, mientras que otros, particularmente los llamados «pueblos del libro» –cristianos y judíos– gozaron de particular tolerancia en las ciudades. La presencia europea y, más aún, las independencias han provocado cambios, que fundamentalmente han supuesto políticas de homogeneización religiosa o de exclusión, con una intensa represión de las minorías. Cuando éstas estaban muy cohesionadas, han podido ocupar nichos de poder, como los maronitas en Líbano o los alawíes en Siria. En cualquier caso, las bases tradicionales de convivencia están en quiebra, lo que puede convertirse en un importante foco de inestabilidad política. Esta obra es el más completo estudio de las minorías en la umma, desde las disidencias musulmanas –shiíes en zonas sunníes, jariyíes…–, las sectas –drusos, yazidíes– y las minorías de otras religiones, cristianas, judías y zoroastrianas. En todos los casos, se analiza su distribución geográfica, su evolución en el tiempo y las características de su asentamiento. Ello da una imagen de conjunto de la caleidoscópica pluralidad del islam, aunque esté sometida implacablemente al desgaste de los nuevos tiempos.</p>
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<p>Introducción a la Antropología Política proporciona una guía para comprender la irregularidad del desarrollo de esta disciplina, a la cual no es ajeno el debate que se suscitó en los años ochenta sobre la pertinencia de que la política formara parte del ámbito de la antropología. Frente a la posición de Easton, que sostenía que la antropología no podía aislar los sistemas políticos de otros subsistemas de las sociedades que estudia, como el parentesco, la religión o el grupo de iguales, porque a través de éstos se manifiestan el poder y la autoridad, Ted C. Lewellen defiende que justo en eso reside la aportación fundamental de la antropología política, puesto que permite especificar cómo el lenguaje de la política se expresa por medio de instituciones, ideologías y prácticas aparentemente no políticas. Al repaso de la concepción de la antropología política a través de las distintas corrientes –estructural-funcionalista, procesual, posmoderna–, sin olvidar las políticas de identidad –la etnicidad y el nacionalismo–, le sigue la necesidad de una antropología de la globalización, que exige un análisis no sólo de cómo las estructuras globales se imponen a escala local, sino también de la resistencia y la oposición a esas imposiciones.</p>
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<p>La obra hace un balance de los cambios acaecidos en la sociedad francesa desde los años sesenta, en la vida privada, la vida en el trabajo y las creencias simbólicas (religión, política, etc.), relacionándolos con tres procesos que han conocido evoluciones significativas en el último período: el proceso de emancipación de las mujeres, el proceso de racionalización económica y el proceso de privatización de las creencias. Según la tesis del autor, las antiguas formas de identificación de los individuos (culturales, estatutarias…) han perdido su legitimidad y las nuevas formas (reflexivas, narrativas…) no están aún plenamente constituidas ni reconocidas. La constatación de la crisis está vinculada a una coyuntura económica, política y simbólica particular: globalización de los intercambios y ascensión de una nueva economía, cuestionamiento de los estados-nación y hundimiento del comunismo «real», diversificación de las formas de la vida privada y de las relaciones entre los sexos.</p> <p>Tal coyuntura tiende a exacerbar las cuestiones identitarias y a multiplicar las crisis existenciales. Las dificultades para definirse a uno mismo y para definir a los otros, para hacer proyectos y hacerlos reconocer, para expresar con palabras las trayectorias personales y las historias colectivas se explican a partir de la travesía de una fase crítica de la dinámica de las sociedades modernas, ya percibida por Max Weber hace más de un siglo: aquella en el curso de la cual las identificaciones defensivas, de tipo «comunitario», bloquean la emergencia de identificaciones constructivas más inseguras, de tipo «societario». Las nociones de «sujeto que aprende» en la escuela o de «competencia» en la empresa, de revelación amorosa en la esfera privada o de compromiso auténtico en la vida pública, los nuevos «modelos de individualidad» se oponen al auge de crisis identitarias especialmente agudas.</p>
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<p>Sexismo, racismo y xenofobia son infecciones cotidianas que las sociedades democráticas han acordado combatir. El respeto a la pluralidad es un objetivo político común. A la globalización se oponen la diversidad y las adaptaciones locales. Por esa razón, los proyectos sociales democráticas plantean la diversidad como una riqueza a fomentar. El respeto al mestizaje étnico, cultural y racial se presenta como prueba de avance democrático, pero todo el mundo olvida el mestizaje sexual. Nuestra sociedad se comporta y educa como si existiera una sola forma de amar (normal y recomendable). El heterocentrismo genera injusticia y desigualdad social porque se basa en la negación, parcial o total, de la humanidad del «otro». La homofobia se inscribe en el núcleo duro del heterocentrismo, y constituye una estrategia de control social que permite la discriminación y la subalternidad de quienes se apartan del modelo central: niega la diversidad sexual, afecta a varones y mujeres, y ha convertido la identidad masculina actual en un problema de salud pública. Ser macho mata, porque se marcho implica agresión y autolesión. Agresiones a los otros, los distintos, los raros; mujeres, homosexuales o emigrantes, da igual. Autolesión y violencia contra uno mismo, porque ser hombre implica estrés, tensión y ansiedad para probar todo el tiempo la propia masculinidad. Sobre la homofobia se construye la identidad masculina actual. Combatir la homofobia y educar en la diversidad sexual se ha convertido en una cuestión de profilaxis democrática. Sin embargo, la homofobia sigue siendo socialmente invisible: no tanto porque sea sutil, sino más bien porque ni los políticos ni los ciudadanos están formados para reconocerla. Este libro es un excelente modo de hacerla visible.</p>