Cultura Libre y Ciberactivismo

  • <p>Este libro es un alegato en favor del entusiasmo racional. Cada ensayo ofrece una panor&aacute;mica sobre los claroscuros del sistema que reina en cada esfera de nuestra vida, pero tambi&eacute;n de las expectativas posibles para superarlo. Sostiene que la Guerra Fr&iacute;a fue, ante todo, un largo hiato donde el capitalismo pareci&oacute; imponerse como &uacute;nica alternativa en nuestra imaginaci&oacute;n, pero que desde entonces han existido decenas, cientos, miles de experiencias hist&oacute;ricas distintas en el Sur, desde Am&eacute;rica Latina o &Aacute;frica, hasta India o Asia.</p> <p>Tambi&eacute;n argumenta que nuestra pr&aacute;ctica cotidiana est&aacute; pre&ntilde;ada de la creatividad necesaria para activar los motores de la acci&oacute;n revolucionaria. Podemos reprogramar la tecnolog&iacute;a para que fomente la libertad y la autonom&iacute;a humana, no la expropiaci&oacute;n, la vigilancia o la alienaci&oacute;n capitalista.</p>
  • <p>Algunos grupos antifeministas se crearon en los a&ntilde;os noventa del siglo XX, pero no ha sido hasta las primeras d&eacute;cadas del siglo XXI cuando, gracias al anonimato que proporcionan las redes, se han organizado, interconectado, y han construido espacios propios. Este movimiento tiene distintas caras: los &iacute;nceles o c&eacute;libes involutarios, los artistas del ligue, alt-right o fundamentalistas&hellip; Todos ellos tienen en com&uacute;n el odio a las mujeres y la reacci&oacute;n ante una emergencia feminista que hace tambalearse los pilares patriarcales de la sociedad.</p> <p>Aunque la misoginia no es algo nuevo, definirse defendi&eacute;ndola expl&iacute;citamente s&iacute; que lo es. Por eso resulta imprescindible entender que no estamos ante una reacci&oacute;n aislada y centrada en los valores de los autoritarios de g&eacute;nero. Se trata m&aacute;s bien, tal y como explica Susanne Kaiser, de una puesta al d&iacute;a de los valores de la extrema derecha, y de la puerta de entrada a la misma. Todos estos nuevos actores comparten el deseo de volver a la sociedad en la que imperaba la supremac&iacute;a masculina, pero tambi&eacute;n la blanca, la autoritaria y la cristiana.</p>
  • POLYBIUS

    7,00
    <p>El videojuego <em>Polybius</em>, presentado en forma de arcade tradicional, fue lanzado al mercado en 1981 por una compa&ntilde;&iacute;a desconocida llamada Sinnesl&ouml;schen. Su distribuci&oacute;n fue escasa, apenas unas pocas salas recreativas de los suburbios de Portland, Estados Unidos. La simplicidad del juego y la superioridad de los gr&aacute;ficos y el sonido lo convirtieron en un videojuego tremendamente adictivo. No obstante, sus efectos eran demoledores en el subconsciente del jugador: brotes epil&eacute;pticos, mareos, p&eacute;rdidas de memoria, n&aacute;useas, alucinaciones, terrores nocturnos. Se han documentado incluso intentos de suicidio propiciados por los mensajes subliminales del juego: murmullos ininteligibles que brotaban sin obedecer a ninguna l&oacute;gica interactiva, gritos aterradores y quejidos de dolor. Despu&eacute;s de que un ni&ntilde;o de ocho a&ntilde;os falleciese de un ataque epil&eacute;ptico, las m&aacute;quinas fueron retiradas de los salones recreativos y <em>Polybius </em>desapareci&oacute; para siempre. El propio nombre de la compa&ntilde;&iacute;a ya era una advertencia: en alem&aacute;n Sinnesl&ouml;chen significa &ldquo;p&eacute;rdida de los sentidos&rdquo;.</p>
  • Antisocial

    25,00
    <p>Una cr&oacute;nica profundamente inmersiva de c&oacute;mo los empresarios de Silicon Valley se propusieron crear un Internet libre y democr&aacute;tico y c&oacute;mo los c&iacute;nicos propagandistas de la extrema derecha explotaron esa libertad para impulsar estos extremismos en la masa social.</p> <p>Marantz explora dos mundos: el de los emprendedores de las redes sociales, que con ingenuidad y una imprudente ambici&oacute;n, cambiaron los medios tradicionales de recibir y transmitir informaci&oacute;n; y el de &laquo;los intrusos&raquo;: conspiradores, supremacistas blancos y trolls nihilistas, que se han hecho expertos en el uso de redes sociales para promover su corrosiva agenda.</p>
  • <p>Una brillante investigaci&oacute;n sobre los efectos pol&iacute;ticos y psicol&oacute;gicos de nuestra cambiante relaci&oacute;n con los medios sociales. Los antiguos ejecutivos de la industria social nos dicen que el sistema es una m&aacute;quina de adicci&oacute;n. Somos usuarios que esperamos hist&eacute;ricos nuestro pr&oacute;ximo &eacute;xito, con sus likes, sus comentarios y su difusi&oacute;n compartida. Escribimos a la m&aacute;quina como individuos, pero esta nos responde agregando nuestros deseos, fantas&iacute;as y debilidades, y convirti&eacute;ndolo todo en datos. Nos transformamos, queramos o no, en una experiencia de mercanc&iacute;a. En la obra de Paul Klee Die Zwitscher-Maschine (The Twittering Machine o La m&aacute;quina de trinar, 1922), la canci&oacute;n del p&aacute;jaro de una m&aacute;quina diab&oacute;lica act&uacute;a como un cebo para atraer a la humanidad a un pozo de condenaci&oacute;n. De igual forma, las redes y la industrial social nos ofrec&iacute;an la promesa de construir nuestra propia historia, pero &iquest;hasta qu&eacute; punto elegimos la pesadilla en la que se ha convertido?</p>
  • <p>Vivimos en la edad del algoritmo. Las decisiones que afectan a nuestras vidas no est&aacute;n hechas por humanos, sino por modelos matem&aacute;ticos. En teor&iacute;a, esto deber&iacute;a conducir a una mayor equidad: todos son juzgados de acuerdo con las mismas reglas, sin sesgo. Pero en realidad, ocurre exactamente lo contrario. Los modelos que se utilizan en la actualidad son opacos, no regulados e incontestables, incluso cuando est&aacute;n equivocados.<br /> Esto deriva en un refuerzo de la discriminaci&oacute;n: si un estudiante pobre no puede obtener un pr&eacute;stamo porque un modelo de pr&eacute;stamo lo considera demasiado arriesgado (en virtud de su c&oacute;digo postal), quedar&aacute; excluido del tipo de educaci&oacute;n que podr&iacute;a sacarlo de la pobreza, produci&eacute;ndose una espiral viciosa. Los modelos apuntalan a los afortunados y castigan a los oprimidos: bienvenido al lado oscuro del&nbsp;big data. O&rsquo;Neil expone los modelos que dan forma a nuestro futuro, como individuos y como sociedad. <br /> Estas &laquo;armas de destrucci&oacute;n matem&aacute;tica&raquo; califican a maestros y estudiantes, ordenan curr&iacute;culos, conceden (o niegan) pr&eacute;stamos, eval&uacute;an a los trabajadores, se dirigen a los votantes, fijan la libertad condicional y monitorean nuestra salud.</p>
  • <p>El transhumanismo es un movimiento cuyo objetivo es utilizar la tecnolog&iacute;a para cambiar la condici&oacute;n humana, mejorando nuestros cuerpos y mentes hasta convertirnos en otra cosa mejor que los animales que somos. Una filosof&iacute;a que, seg&uacute;n c&oacute;mo se mire, puede parecer esperanzadora, terror&iacute;fica o absurda. Entre sus partidarios est&aacute;n algunos de los nombres m&aacute;s destacados de Silicon Valley, como Peter Thiel, Elon Musk o Ray Kurzweil. El periodista Mark O&rsquo;Connell explora las asombrosas &mdash;y aterradoras&mdash; posibilidades que se presentan cuando se piensa que nuestro cuerpo es un dispositivo anticuado. Visita la instalaci&oacute;n de criopreservaci&oacute;n m&aacute;s importante del mundo, descubre un colectivo de biohackers que refuerza sus sentidos mediante la implantaci&oacute;n de dispositivos electr&oacute;nicos bajo la piel y se re&uacute;ne con miembros de un equipo que investiga c&oacute;mo proteger a la humanidad de la superinteligencia artificial&hellip; C&oacute;mo ser una m&aacute;quina nos presenta la primera exploraci&oacute;n completa del transhumanismo: sus ra&iacute;ces filos&oacute;ficas y cient&iacute;ficas, sus actores clave y posibles futuros. Pero tambi&eacute;n es una sorprendente meditaci&oacute;n sobre lo que significa ser humano, un v&iacute;vido retrato de la excentricidad humana y una importante reflexi&oacute;n acerca del deseo inmemorial de trascender los hechos b&aacute;sicos de nuestra existencia, un deseo que es tan antiguo como las religiones.</p>
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