Economía y Trabajo

  • <p>&iquest;Producen los modelos de gesti&oacute;n p&uacute;blico-privada un ahorro real de recursos, y si es as&iacute; a qu&eacute; precio? &iquest;Mantienen la igualdad social en el acceso a la salud? &iquest;Conservan la calidad del empleo y de las instalaciones que hab&iacute;an caracterizado al sistema p&uacute;blico de salud? Y tambi&eacute;n: &iquest;es leg&iacute;timo que empresas privadas obtengan un beneficio por la gesti&oacute;n de servicios p&uacute;blicos? &iquest;Es leg&iacute;timo incluso que estos beneficios se produzcan en la gesti&oacute;n de un servicio social tan sensible como la salud? &iquest;Qu&eacute; se puede esperar, en definitiva, de un modelo de subcontrataci&oacute;n masiva de los servicios sanitarios en un contexto caracterizado por una creciente corrupci&oacute;n pol&iacute;tica?</p>
  • <p>Decir financiarizaci&oacute;n es, a la luz de los acontecimientos actuales, el dato m&aacute;s obvio de nuestra condici&oacute;n econ&oacute;mica. La orientaci&oacute;n financiera del capitalismo ha conducido, con violencia extrema, los niveles de explotaci&oacute;n a un nuevo umbral cualitativo. El medio ambiente, la vivienda, las pensiones, la educaci&oacute;n, y progresivamente todo lo que exist&iacute;a de com&uacute;n entre los sujetos productivos, se ha vuelto bien de inversi&oacute;n y motivo de endeudamiento. Y sin embargo, la violencia del capitalismo financiero ha estallado en la mayor crisis desde 1929. <!-- STOP: including template: design/trafis/override/templates/content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl (design:content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl) --> <!-- START: including template: design/trafis/override/templates/content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl (design:content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl) -->Las contribuciones reunidas en este volumen pretenden abordar las crisis precisamente en lo que &eacute;sta abre. Producto de la elaboraci&oacute;n colectiva en el laboratorio pol&iacute;tico intelectual Uninomade, su inter&eacute;s se cifra no s&oacute;lo en su alto perfil anal&iacute;tico, sino en su decidida apuesta pol&iacute;tica. Lejos de la lucha de interpretaciones que compiten por rescatar una econom&iacute;a tocada en el coraz&oacute;n de las conexiones, este libro se esfuerza en conquistar la siguiente pregunta &iquest;c&oacute;mo reapropiar para la reconstrucci&oacute;n de lo com&uacute;n lo que el capital ha convertido en renta financiera? <!-- STOP: including template: design/trafis/override/templates/content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl (design:content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl) --> <!-- START: including template: design/trafis/override/templates/content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl (design:content/datatype/view/ezxmltags/paragraph.tpl) -->Los autores de este libro se reconocen en la larga estela del operarismo italiano. Com&uacute;n a todos ellos es el presupuesto de que es en la capacidad de innovaci&oacute;n y de cooperaci&oacute;n del trabajo vivo donde se aloja el nudo gordiano de las formas hist&oacute;ricas del capitalismo. La radicalidad de sus contribuciones se confirma en la presunci&oacute;n de la insuficiencia de una investigaci&oacute;n que tome como centro el curso objetivo del capitalismo y no las potencias sim&eacute;tricas y contrarias al capital que parad&oacute;jicamente determinan sus condiciones concretas.</p>
  • <p><font class="txparrafo">El capitalismo est&aacute; tocando a su fin. La prueba: el derrumbe de la Uni&oacute;n Sovi&eacute;tica. Base del an&aacute;lisis: la &laquo;oscura&raquo; cr&iacute;tica del &laquo;valor&raquo; de un tal Karl Marx. &iquest;Ser&aacute;n la lucha de clases y la lucha por la democracia las que derrotar&aacute;n al capitalismo? La lucha de clases no ha sido otra cosa que el motor del desarrollo capitalista y jam&aacute;s podr&aacute; conducir a su superaci&oacute;n. La democracia no es el antagonista del capitalismo sino su forma pol&iacute;tica, y ambos han agotado su papel hist&oacute;rico. [&hellip;] <br /> <br /> [&hellip;] Tal vez no se llegar&aacute; a un &laquo;viernes negro&raquo; como en 1929, a un &laquo;d&iacute;a del juicio&raquo;. Pero hay buenas razones para suponer que estamos presenciando el fin de una larga &eacute;poca hist&oacute;rica: la &eacute;poca en que la actividad productiva y los productos no sirven para satisfacer necesidades, sino para alimentar el ciclo incesante del trabajo que valoriza el capital y del capital que emplea el trabajo. La mercanc&iacute;a y el trabajo, el dinero y la regulaci&oacute;n estatal, la competici&oacute;n y el mercado: detr&aacute;s de las crisis financieras que vienen repiti&eacute;ndose desde hace veinte a&ntilde;os, se perfila la crisis de todas esas categor&iacute;as, las cuales &mdash;cosa que nunca se recuerda lo bastante&mdash; no forman parte de la existencia humana desde siempre ni en todas partes. Se han apoderado de la vida humana a lo largo de los &uacute;ltimos siglos y podr&aacute;n evolucionar hacia algo diferente: algo mejor, o algo todav&iacute;a peor. [&hellip;]&raquo; <br /> <br /> &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;* * * <br /> <br /> Para los autores de este libro, la actualidad del pensamiento de Marx est&aacute; en lo que tiene de m&aacute;s radical: la cr&iacute;tica de la mercanc&iacute;a y del dinero, del trabajo y del Estado. Lo obsoleto es, por el contrario, lo que suele aceptarse hoy como pol&iacute;ticamente correcto: la apolog&iacute;a del progreso, de la democracia y de la modernidad. Y tambi&eacute;n, para m&aacute;s esc&aacute;ndalo, la lucha de clases: la revoluci&oacute;n no surge de la lucha de clase contra clase, sino de la rebeli&oacute;n contra los fetiches abstractos de Dinero y Capital a los que hemos cedido el dominio sobre nuestras vidas. <br /> <br /> Los ensayos aqu&iacute; reunidos forman una suerte de breviario de la cr&iacute;tica radical de la sociedad de la mercanc&iacute;a, de sus instituciones &mdash;el mercado y el trabajo, la ciencia y el arte&mdash; y sus ideolog&iacute;as, desde el marxismo hasta las filosof&iacute;as posmodernas; tambi&eacute;n hablan de los antecedentes de esa cr&iacute;tica, desde Hegel y Leopardi hasta los situacionistas. </font></p>
  • <p>Desde 1994 hasta el 2008, la Renta B&aacute;sica fue llamada por m&aacute;s de &iexcl;30 nombres diferentes! Esta confusi&oacute;n nos llev&oacute; a precisar su verdadero contenido en dos trabajos: <em>Ante la falta de derechos, &iexcl;&iexcl;Renta B&aacute;sica YA!!</em> y en <em>La cultura de las rentas b&aacute;sicas</em>, ambos publicados conjuntamente por Virus editorial y Baladre. <em>La Renta B&aacute;sica seg&uacute;n San Pablo</em> es una de esas reflexiones que naci&oacute; para defenderla de los mencionados detractores de este derecho burgu&eacute;s tan importante para el bienestar de la ciudadan&iacute;a. En ese momento en que la RB hac&iacute;a su aparici&oacute;n en los &aacute;mbitos concienciados y del poder, entend&iacute;amos &quot;que una propuesta que postula la concesi&oacute;n de una renta b&aacute;sica a todas las personas como un derecho ciudadano, incondicionalmente, sin contrapartida, y sin exigir nada a cambio&quot;, fuese rechazada y denigrada por los poderes f&aacute;cticos que controlan y se benefician del sistema capitalista. Como dato para la historia de la censura en este pa&iacute;s, hay que a&ntilde;adir que los miembros de la direcci&oacute;n de la revista <em>Mientras Tanto</em> se negaron a publicar este texto por contener una r&eacute;plica al art&iacute;culo de Jorge Reichmann, miembro del consejo de redacci&oacute;n en ese momento.</p>
  • <p>En este libro se ha hablado del supuestamente capitalismo bueno. En t&eacute;rminos generales, la principal conclusi&oacute;n que se extrae puede resumirse del siguiente modo: los niveles de competitividad, dimensi&oacute;n y beneficios que han alcanzado las grandes f&aacute;bricas de aceitunas de Mor&oacute;n de la Frontera se basan en &uacute;ltima instancia en el trabajo, esfuerzo e, incluso, sufrimiento de muchas personas de este pueblo.</p>
  • <p>Este libro narra la Historia del accidente mortal, ocurrido el 10 de abril de 2006 en la estaci&oacute;n del Metro de Madrid de &ldquo;Puerta del &Aacute;ngel&rdquo;, que caus&oacute; la muerte a dos trabajadores. En sus p&aacute;ginas se detallan los hechos que demuestran la negligencia empresarial y su responsabilidad en el suceso por la falta de medidas b&aacute;sicas de seguridad. Contiene el relato pormenorizado de la actividad sindical realizada por el Sindicato Solidaridad Obrera desde esta tragedia, para esclarecer la verdad y para mejorar las condiciones de seguridad de los trabajadores. Tambi&eacute;n, se recogen los episodios del proceso judicial y de la sentencia por la que se absuelven a los seis imputados.<br /> Un libro que no debes dejar de leer.</p>
  • <p>El Plan Bolonia ha avanzado firme y seguro como una apisonadora, con total independencia de lo que opinara el mundo acad&eacute;mico. La clave ha estado en una ins&oacute;lita acumulaci&oacute;n de mentiras y de propaganda. Tambi&eacute;n en un chantaje institucional. Bolonia han sido lentejas, que o las tomas o las dejas. Las instituciones universitarias se han visto obligadas a aceptar lo inaceptable porque no ten&iacute;an otra opci&oacute;n que tragar con la reforma o resignarse a desaparecer. <br /> Pero mentiras, propaganda y chantaje no han sido suficientes: tambi&eacute;n se ha recurrido a la calumnia. <br /> La calumnia ha sido un ingrediente muy importante en esta revoluci&oacute;n educativa que los ricos de la Uni&oacute;n Europea decretaron contra los pobres. Una vez que se decidi&oacute; sacrificar la Universidad p&uacute;blica hasta volverla rentable, era vital desprestigiarla. Para ello, comenz&oacute; a repetirse una y mil veces que en la Universidad todo era corrupci&oacute;n y nepotismo, endogamia e incesto, absentismo y pereza. Se dio por cosa sabida e incuestionable que los profesores no hac&iacute;an otra cosa que leer apuntes amarillos heredados del franquismo, que los alumnos no estudiaban m&aacute;s que el d&iacute;a anterior a los ex&aacute;menes, aprendiendo de memoria rollos que no comprend&iacute;an y que olvidaban inmediatamente despu&eacute;s. Se llam&oacute; viejos y viejas a los profesores y profesoras, recomendando su jubilaci&oacute;n anticipada, para que dejaran de hacer da&ntilde;o a los alumnos con la transmisi&oacute;n de sus obsoletos conocimientos. El retrato de los estudiantes no era menos ofensivo: campeones de ignorancia, que no s&oacute;lo no sab&iacute;an, sino que no sab&iacute;an aprender y no sab&iacute;an tampoco aprender a aprender. Se compar&oacute; a los Departamentos y C&aacute;tedras universitarias, literalmente, con pozos negros, y se proclam&oacute; que, por el contrario, la ciencia florec&iacute;a en los espacios abiertos y floreados de las revistas cient&iacute;ficas avaladas por rankings elaborados por empresas privadas estadounidenses. Se ofreci&oacute; como prueba de la caducidad casposa de la universidad espa&ntilde;ola el hecho de que sus investigadores siguieran publicando en castellano, en lugar de en ingl&eacute;s. Se acus&oacute; a los profesores de no saber ense&ntilde;ar por impartir lecciones magistrales sin utilizar el power point o consumir nuevas tecnolog&iacute;as. Se consider&oacute; prueba irrefutable de lo mal que estaba la Universidad el hecho de que hubiera cambiado muy poco desde los tiempos de Newton (cosa que adem&aacute;s es falsa), como si todo lo que no cambiara al ritmo insensato del mercado debiera considerarse caducado. Sin respetar el principio de no contradicci&oacute;n, se acus&oacute; a los estudiantes de saber demasiado, es decir, de perder el tiempo en una sobrecualificaci&oacute;n in&uacute;til que nadie demandaba, y tambi&eacute;n, de dilapidar el tiempo y el dinero fracasando a&ntilde;o tras a&ntilde;o en terminar la carrera. En suma, se lanz&oacute; sobre la Universidad la acusaci&oacute;n m&aacute;s grave que se puede lanzar sobre una instituci&oacute;n docente: ah&iacute; ni se sabe ense&ntilde;ar, ni se sabe aprender. Hab&iacute;a que ense&ntilde;ar a ense&ntilde;ar a los profesores. Los alumnos deb&iacute;an aprender a aprender. Todo ello como si hasta ahora hubieran estado todos cazando moscas, a la espera de la revoluci&oacute;n educativa de Bolonia, en la que, por fin, una legi&oacute;n de psicopedagogos desembarcar&iacute;a en la Universidad para enderezar las cosas al gusto, por supuesto, de las demandas empresariales.<br /> De entre todas las calumnias, la m&aacute;s insensata ha sido la que ha acusado al movimiento estudiantil de estar manejado por algunos profesores. Se ha pretendido que los y las estudiantes antibolonia se opon&iacute;an al proceso por falta de informaci&oacute;n, manejados en la sombra por ide&oacute;logos antisistema. Un disparate sin igual y a todas las bandas. Los profesores m&aacute;s activamente antibolonia no han sido, en general, nada antisistema. Podr&iacute;a poner ahora mismo cinco ejemplos de profesores de cada tendencia pol&iacute;tica (desde la extrema derecha a la extrema izquierda, pasando por el PSOE, el PP, UPyD o IU) que se han opuesto a Bolonia con el &uacute;nico denominador com&uacute;n de ser, probablemente, unos buenos profesores que aman su profesi&oacute;n y que, sencillamente, no soportan ver c&oacute;mo se desmonta pieza a pieza su Universidad. Un disparate tambi&eacute;n por lo que toca a los estudiantes, porque, sin lugar a dudas, no ha existido jam&aacute;s un movimiento estudiantil m&aacute;s responsable, riguroso, informado y respetuoso de las instituciones como ha sido el movimiento antibolonia. Y no porque no sean &ndash;o no seamos algunos&ndash; &ldquo;antisistema&rdquo;. Sino porque en esta ocasi&oacute;n se est&aacute; luchando para impedir que &ldquo;el sistema&rdquo; destruya lo que es, precisamente, una instituci&oacute;n, la instituci&oacute;n universitaria.</p>
  • <p>Hoy, al igual que ocurri&oacute; anteriormente, frente al espejismo de una econom&iacute;a supuestamente &quot;no regulada&quot; y basada exclusivamente en &quot;el mercado&quot;, cobra fuerza la idea de que existe una dicotom&iacute;a, una ruptura, una discontinuidad entre norma y mercado. Pero &iquest;y si planificaci&oacute;n y mercado no fueran en realidad ni dos t&eacute;rminos dicot&oacute;micos, ni dos t&eacute;rminos equiparables? &iquest;Y si la presencia o ausencia de intervenci&oacute;n en la econom&iacute;a no nos sirviera como criterio para discernir distintos proyectos pol&iacute;ticos y modelos sociales? &iquest;Y si la separaci&oacute;n y diferencia existentes entre pa&iacute;ses capitalistas y pa&iacute;ses del llamado <i>socialismo real</i> no hubieran sido tan radicales como se ha afirmado?<br /> <br /> <!-- STOP: including template: design/standard/templates/content/datatype/view/ezxmltags/line.tpl (design:content/datatype/view/ezxmltags/line.tpl) -->Es m&aacute;s &iquest;y si el derrumbe de la Uni&oacute;n Sovi&eacute;tica no hubiera tenido tanto que ver con una supuesta obstaculizaci&oacute;n de los principios tradicionales de la econom&iacute;a de mercado, sino m&aacute;s bien con su afirmaci&oacute;n y mantenimiento en un momento en que dichos principios estaban siendo radicalmente cuestionados en las propias econom&iacute;as capitalistas? &iquest;Y si el &quot;socialismo&quot; se hubiera estado construyendo -de forma contradictoria y, hasta d&iacute;a de hoy, traum&aacute;tica y brutal- all&aacute; donde menos nos lo esper&aacute;bamos: en el seno de unas sociedades capitalistas cada vez m&aacute;s alejadas de los principios tradicionales de regulaci&oacute;n (empresa y Estado) del <br /> <!-- START: including template: design/standard/templates/content/datatype/view/ezxmltags/emphasize.tpl (design:content/datatype/view/ezxmltags/emphasize.tpl) --><i>asalariado</i><br /> <!-- STOP: including template: design/standard/templates/content/datatype/view/ezxmltags/emphasize.tpl (design:content/datatype/view/ezxmltags/emphasize.tpl) --><br /> Estos son algunos de los interrogantes ante los cuales nos sit&uacute;a provocadoramente el soci&oacute;logo franc&eacute;s Pierre Rolle en este trabajo. Un libro resultado de las investigaciones emp&iacute;ricas llevadas a cabo en distintas empresas rusas en 1992 (en un momento en el que en la nueva Rusia capitalista segu&iacute;a a&uacute;n vigente, de facto, el viejo aparato productivo y econ&oacute;mico sovi&eacute;tico). El autor, tras proporcionarnos un magn&iacute;fico an&aacute;lisis de los mecanismos caracter&iacute;sticos de las econom&iacute;as del llamado &quot;socialismo real&quot;, nos invitar&aacute; a replantearnos tanto nuestra manera de pensar las sociedades capitalistas, como sus posibles alternativas no ut&oacute;picas de car&aacute;cter postcapitalista.</p>
  • <p>Hoy el mundo del trabajo est&aacute; sumergido, invisibilizado incluso sem&aacute;nticamente: es curioso, por ejemplo, que incluso organizaciones <em>filantr&oacute;picas</em> como Amnist&iacute;a Internacional o Greenpeace hayan adoptado la misma musiquilla de ocultaci&oacute;n y dispongan de flamantes &quot;departamentos de recursos humanos&quot;. El trabajo humano, en cuanto recurso, dej&oacute; de ser sujeto social y &quot;pas&oacute; a ser organizado por la empresa-capital y la sociedad-econom&iacute;a&quot;. Se trata aqu&iacute;, por tanto, de hablar de lo innombrable y contribuir al paciente trabajo de desocultaci&oacute;n. Se trata de escaparnos de la telara&ntilde;a locuaz, del ruido dominante que esconde nuestras vidas.</p>
  • <p>Nuestra vida se convierte en c&aacute;sting permanente, un c&aacute;sting &ldquo;donde giran los hombres sin descanso&rdquo;<em>.</em> La trabajadora social, precaria tambi&eacute;n ella, nos previene antes de la entrevista de trabajo: &ldquo;La entrevista te la hace un psic&oacute;logo. Tienes que mirarle a los ojos, no desviar la mirada. Debes ir aseado, obviamente; si llevas abrigo, cu&eacute;lgalo en la percha, que no d&eacute; la impresi&oacute;n de que tienes prisa. Llega diez minutos antes de la entrevista. Y pregunta algo: cuando te diga que si tienes alguna duda, pregunta, por ejemplo: &iquest;cu&aacute;ndo empezamos?&rdquo;. Del gorila amaestrado de Ford al p&iacute;caro c&iacute;nico del posfordismo. En la escuela nos adiestran para las selectividades y desde el televisor se imparte a todas horas la m&aacute;s principal y decisiva asignatura: Educaci&oacute;n para la Competencia. Y al tiempo que nos prometen una vida de triunfo y nos repiten sin cesar &ldquo;T&uacute; s&iacute; que vales&rdquo; nos van ense&ntilde;ando el tortuoso arte de competir por el trabajo y competir en el trabajo.</p> <p align="justify">Luego no viene la rabia, sino la culpa. Las fantas&iacute;as de la meritocracia, que hemos ido interiorizando de forma casi imperceptible, se derrumban. El diploma universitario o profesional se deval&uacute;a, las expectativas se achican, la promesa de hacer fijos a los contratados mes a mes como barrenderos o carteros no acaba de hacerse realidad. El paro y la precariedad se van alternando, constituy&eacute;ndose en &uacute;nico horizonte. Llega la ansiedad, el tiempo descuajado, las paranoias.</p>
  • <p>&quot;Buenas tardes, mi nombre es Miguel y llamo de Citibank, &iquest;Puedo hablar con el se&ntilde;or Eduardo mart&iacute;nez?&quot;. Esa voz amable, vers&aacute;til, casi ingenua, que solivianta el&nbsp;silencio de la casa es la&nbsp;de uno de los miles de jornaleros del tel&eacute;fono que, desde Madrid, Buenos Aires o T&aacute;nger, nos llama sol&iacute;cito. &iquest;Jornaleros del&nbsp;tel&eacute;fono? El joven, licenciado universitario, seguramente se remover&iacute;a inquieto ante la comparaci&oacute;n. No,&nbsp;&eacute;l no es un segador de Novecento, ni en este call-center se&nbsp;desuellan alcornoques, como hac&iacute;an los Maltiempo que retratara Saramago en &quot;Levantados del suelo&quot;.&nbsp;&Eacute;l no se ensucia las manos, y su trabajo, nos&nbsp;dir&iacute;a, lo hace sentado, es cognitivo, inmaterial...&nbsp;</p>
  • <p>Desde su origen, la Uni&oacute;n europea es un proyecto econ&oacute;mico que ha buscado un mercado europeo unificado y la proyecci&oacute;n de sus multinacionales y capitales hacia el exterior. Ahora su desaf&iacute;o es convertirse en una superpotencia mundial. El Tratado de Lisboa, que sustituye a la difunta Constituci&oacute;n Europea, sirve a este fin.</p>
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