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<p>Entre el 21 y el 25 de septiembre de 2015, Slavoj Žižek congregó en Granada a estudiantes, jóvenes investigadores y profesores para pensar juntos, profunda y radicalmente, nuestro tiempo desde los supuestos fundamentales de su obra. Pero ¿quién es Žižek, ese genuino animal filosófico que sabe escuchar y leer como nadie? </p> <p>El intelectual más determinante de nuestro tiempo concentra infinidad de facetas ciertamente apabullantes: el conferenciante brillante plagado de tics; el deslumbrante crítico cultural y crítico cinematográfico sin par; el político comunista disidente; el filósofo materialista heterodoxo, agudo lector –y actualizador– de Hegel; el humorista impenitente; el azote del descarnado capitalismo que todo lo corroe… el traductor de lo que acontece. Hacía falta un libro para abrirle en canal, una tarea a la que el propio Žižek se presta –y encomienda– en estas páginas.</p>
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<p>El compromiso del intelectual, en el sentido del engagement sartriano, fue durante buena parte del siglo XX un lugar común, al menos hasta 1968. Desde entonces, y más aún con el nuevo contexto alumbrado tras la caída del bloque soviético en 1989 y con el auge del posmodernismo, todo compromiso de semejante índole se volvió sospechoso. Y, sin embargo, este nunca desapareció del horizonte de los intelectuales.</p> <p>Esta ambiciosa obra, coral y pluridisciplinar, pretende registrar los seísmos que han sacudido los compromisos forjados por los intelectuales durante los dos últimos siglos. A partir de estudios de caso como el de Francia –el país donde más y mejor se ha trabajado la historia de los intelectuales–, de capítulos temáticos dedicados al análisis de cuestiones específicas –las cultu-ras políticas comunista y conservadora, los intelectuales judíos o el compromiso bélico– y del estudio de figuras concretas como Camus, Sartre o Pasolini, se iluminan aspectos decisivos del significado del compromiso intelectual.</p>
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<p>Numerosos documentos muestran hasta qué punto el pensamiento heideggeriano se imbrica con la visión del mundo –la Weltanschauung– del nazismo. Que Heidegger enseñe, en sus cursos y seminarios a partir de 1933, al menos tres de los principales objetivos nacionalsocialistas –la supremacía de la raza originariamente germánica, la aniquilación total del enemigo interior y la expansión del espacio vital del pueblo alemán– es, de por sí, elocuente.</p> <p>Como Emmanuel Faye demuestra en esta magistral investigación, las relaciones de Heidegger con el nazismo no pueden reducirse al desvarío pasajero de un hombre cuya obra merece, por lo demás, admiración y estima: Heidegger no sólo no enriqueció la filosofía, sino que la puso al servicio de una abominable política de conquista y exterminio. </p> <p> </p> <p>«En estas clases y seminarios, tal como demuestra Faye categóricamente, asistimos a “la introducción del nazismo en la filosofía”, a la rotunda transformación del pensamiento de Heidegger en una herramienta de adoctrinamiento nazi.» </p> <p>ADAM KIRSCH, THE NEW YORK TIMES </p> <p> </p> <p>«Más de quinientas páginas de una documentación avasalladora, en buena parte inédita hasta ahora, que constituye por sí sola el principal testimonio de cargo contra la supuesta neutralidad de la filosofía de Heidegger.» </p> <p>XAVIER ANTICH, LA VANGUARDIA </p> <p> </p> <p>«Este trabajo de Faye es demoledor respecto de las esperanzas filosóficas que se tenían puestas en el pensamiento heideggeriano como “salvador” de la crisis de Occidente.»</p> <p> </p> <p>JULIO QUESADA</p>
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<p>La vieja lucha de clases y sus reivindicaciones económicas y materiales han dado paso, en nuestros días, a nuevas consignas multiculturales e identitarias que reclaman su espacio en el tablero político. ¿Hemos de privilegiar uno de estos frentes, o es posible encontrar un terreno de compatibilidades y objetivos comunes, una estrategia global que unifique, en una suerte de «teoría del todo» sociopolítica, las reivindicaciones de clase y las demandas de los diferentes colectivos oprimidos? La solución que nos propone este ensayo consiste en trabajar aquello que, despectivamente, se ha denominado con el nombre de pospolítica (la batería de reivindicaciones simbólicas, ideológicas o identitarias) como base para llevar a cabo ulteriores conquistas materiales basadas en la transversalidad.</p> <p>En este escenario, surge además un nuevo agente que altera la ecuación: varones caucásicos, occidentales, de clase media y heterosexual claman al cielo por no poseer el suficiente reconocimiento mediático a la hora de expresar sus opiniones y controversias, ya sea por el temor que les depara una creciente pérdida de privilegios o por una exasperante sensación de culpabilidad ante los mismos. Lo que ha generado un auge de la derecha entre grupos que en otra época mostraron abiertamente su desprecio a las políticas económicas y sociales neoliberales, con personajes como Trump o Le Pen como principales artífices, recambios históricos para lo que supusieron hace algunas décadas las medidas políticas de Margaret Thatcher o de Ronald Reagan.</p> <p>Por delante, se extiende una serie de retos absolutamente necesarios, pero no por ello exentos de complejidades, a la hora de pensar las opciones de la izquierda para avanzar en el tablero político y resolver sus crisis internas. Frente a la actitud resignada que pasa por contemplar a estos colectivos como parte del problema, la verdadera cuestión que se plantea a las políticas de izquierdas es cómo establecer alianzas y mecanismos de cooperación entre unos y otros frentes: ¿puede el hombre blanco hablar hoy de colonialismo, de feminismo o de luchas sociales?</p> <p>Este Manifiesto pospolítico nos enfrenta ante la pluralidad de frentes y brechas abiertas en nuestro horizonte ideológico. Por una parte, las clásicas reivindicaciones de clase, ligadas a cuestiones materiales y económicas; por otra, colectivos feministas, queer, ecologistas, inmigrantes y otros pugnan por hacer valer sus demandas en el marco de poder establecido, socavando la posición hegemónica de los grupos dominantes y reescribiendo las fronteras ideológicas en un nuevo reparto de poderes. Sin embargo, son varias las voces que señalan hasta qué punto las políticas identitarias se muestran cada vez más contaminadas por los códigos neoliberales que estimulan la competencia entre colectivos y dificultan la colaboración. Estas páginas constituyen una revisión, a través de estos cuatro pilares, de dicho marco ideológico. ¿Cómo reintroducir las demandas de la clase obrera en un escenario centrado en las reivindicaciones identitarias? ¿Es posible consolidar un discurso de apoyo a las luchas feministas y LGTB desde la masculinidad heterocentrada, o ha de privilegiarse la construcción y deconstrucción de una nueva masculinidad? ¿Cómo puede el urbanita actual abordar las luchas ecologistas? Y, finalmente, ¿cómo compatibilizar las demandas poscoloniales en un espacio globalizado?</p> <p>El objetivo del texto de Jorge Fernández Gonzalo pasa, por tanto, por conjugar dos cuestiones hasta ahora radicalmente independientes: las luchas materiales y económicas, de signo marxista, junto con las luchas simbólico-identitarias, ligadas al posmodernismo, bajo la premisa de que el enemigo no es el hombre blanco, occidental y de clase media, sino un sistema que hasta hoy le confería autoridad y privilegios. Para ello, este Manifiesto pospolítico propone algunas vías de acción que, a partir de tales espacios favorecidos (la adscripción de clase, la masculinidad, la heterosexualidad, la occidentalidad, etc.), permitan que las luchas simbólicas puedan ser encauzadas y validadas en un horizonte de reivindicaciones comunitario y auténticamente transversal.</p> <p> </p>
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<p>Hay cierta costumbre en Antonio Orihuela (Moguer, Huelva, 1965) de acumular dudas que reafirman algunas certezas. Este es un libro plagado de preguntas que pretenden horadar el ‘ruido blanco’ que aturde nuestros sentidos –y nuestras emociones-.</p> <p>El ensayista y poeta del extremo utiliza aquí todos los registros del ensayo y permite que se cuele la voz poética y el relato para mirar y narrar este momento del postcapitalismo. Lo hace fijándose en el presente y, como le gusta a Orihuela, hurgando en el pasado que lo explica.</p> <p>Ruido Blanco recoge 16 textos de Antonio Orihuela que navegan a ritmo frenético por las trampas del trabajo capitalista, por el uso torticero de la cultura o por la cleptocracia para terminar con el Manifiesto de la República Animalista Anarcopoética. Todo un banquete contra el ruido blanco que definiera el filósofo italiano Franco Berardi, ‘Bifo’.</p> <p> </p>
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Sin stock<p>¿Cuál sería, en última instancia, el sentido, el valor y la urgencia de estas experiencias de exterioridad, tan subjetivas como comunes, tan deslumbrantes como cotidianas, tan trascendentales como humildes y frágiles? Poner en discusión, en primer lugar, la amraga victoria de la sociedad industrial y su hipertrofia tecnológica sobre toda la realidad material exterior e interior, y reavivar el fuego de poesía, descubrimiento y verdadera vida que promete la exterioridad. Este libro pretende dar un paso más en la elucidación y exaltación de esa promesa.</p>
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<p>«El texto que vamos a leer ya tiene una historia. Y como todas las buenas historias, es una historia subterránea. Todo invita a pensar que se difundió en un círculo restringido pero irradiador en una versión primitiva muy anterior a su aparición. Es fácil darse cuenta. El gesto que hace aquí Josep Rafanell i Orra es demasiado singular como para no sospechar que lo han leído, o al menos que ha influido de forma indirecta en aquellos que lo han repetido hace poco. Este gesto consiste en devolver su valor al fragmento.»<br /> <br /> Moses Dobruška<br /> <br /> <br /> Al igual que los panfletos que aparecen firmados por Tiqqun y el Comité Invisible, este texto supone una novedosa aportación para una comunidad en curso que pretende contestar tanto la lógica depredadora de los mercados como el poder biopolítico de los Estados. Se trata de resistir la globalización y sus eslóganes narcotizantes que nos animan a estar «siempre conectados» y crear una pluralidad mundos singulares, una comunidad fragmentaria, donde poder vivir como seres humanos y no como códigos de barras.</p>
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<p><span class="llista_autor">Ivars se adentra en la gran carpa que despliega el rizoma moviéndose como un tramoyista entre una maraña de cables, cuerdas y poleas: comprueba la solidez de los tensores, atiranta ahora este o destensa aquel, redistribuye las cargas y tensiones internas... El aire comienza a correr entonces de otra manera y se delinean de modo diferente las luces y las sombras. Poco a poco nos vamos alejando de la imagen estándar en la que ha acabado precipitándose lo que sabemos del rizoma, el espacio entero se va redibujando, se convierte en otra cosa... Imperceptiblemente casi, el relampagueo de la progresión rizomática se va apagando y comienza a escucharse en su lugar la respiración de la esponja. Otro mundo entonces, no un mundo antagónico pero sí un mundo alternativo: un nuevo mundo o una física distinta por medio de la cual los itinerarios trillados se reavivan y transforman a cada paso que se da.</span></p>
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<p>Lo ch'ixi apareció en mi horizonte cognitivo cuando todavía no sabía nombrar aquello que había descubierto a través de mis esfuerzos de reflexión y de práctica, cuando decía "esa mezcla rara que somos".<br /> Aprendí la palabra ch'ixi de boca del escultor aymara Víctor Zapana, que me explicaba qué animales salen de esas piedras y por qué ellos son animales poderosos. Me dijo entonces "ch'ixinakax utxiwa", es decir, existen, enfáticamente, las entidades ch'ixis, que son poderosas porque son indeterminadas, porque no son blancas ni negras, son las dos cosas a la vez. La serpiente es de arriba y a la vez de abajo; es masculina y femenina; no pertenece ni al cielo ni a la tierra pero habita ambos espacios, como lluvia o como río subterráneo, como rayo o como veta de la mina.<br /> Sobre las premisas de una brújula ética y la igualdad de inteligencias y poderes cognitivos -ciertamente expresables en una diversidad de lenguas y epistemes- podrá tejerse quizás una epistemología ch'ixi de carácter planetario que nos habilitará en nuestras tareas comunes como especie humana, pero a la vez nos enraizará aún más en nuestras comunidades y territorios locales.</p>
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<div class="book-synopsis" itemprop="description"> <p style="text-align: justify; margin-left: 40px;">«Desafortunadamente, cuando se enseña la moral, cuando se hace la historia de la moral, siempre explicamos los Fundamentos de la metafísica de las costumbres y no leemos a Colquhoun, este personaje fundamental para nuestra moralidad. Inventor de la policía inglesa, este mercader de Glasgow [...] se trasladó a Londres, donde las compañías de navegación le solicitaron en 1792 para resolver el problema de la vigilancia de los muelles y la protección de la fortuna burguesa. [Es un] problema esencial [...]; para entender el sitema de moralidad de una sociedad, debemos preguntarnos ¿dónde está la fortuna? La historia de la orden moral debe responder a la cuestión de la ubicación y el desplazamiento de la fortuna». </p> <p style="text-align: right;">Michel Foucault </p> <p style="text-align: justify;">Pronunciadas en el Collège de France en el primer trimestre de 1973, estas trece lecciones sobre la «sociedad punitiva» examinan cómo se han forjado las relaciones entre la justicia y la verdad que rigen el derecho penal moderno, y cuestionan lo que aparentemente les une al surgimiento de un nuevo régimen punitivo que aún domina la sociedad contemporánea. </p> <p style="text-align: justify;">En este curso –muy probablemente preparatorio para el libro que se publicaría en 1975, <em>Vigilar y castigar</em>–, va más allá del sistema penitenciario, analizando el conjunto de la sociedad en la economía capitalista que desarrolla una nueva e singular gestión de la multiplicidad de las ilegalidades y de su imbricación. </p> <p style="text-align: justify;">Este ensayo se elaboró partiendo de un material histórico hasta ahora inédito, sobre la economía política clásica, los cuáqueros y los «Dissenters» ingleses y su filantropía –cuyo discurso introduce lo penitenciario en lo penal–, así como la moralización del tiempo obrero. Michel Foucault se entrega, para su crítica de Hobbes, a un análisis de la guerra civil, que no la guerra de todos contra todos, sino una «matriz general» para comprender el funcionamiento de la estrategia criminal, cuyo objetivo es menos criminal que el enemigo interno. </p> <p style="text-align: justify;"><em>La sociedad punitiva</em> es uno de los grandes textos que relatan la historia del capitalismo. Así, nuestras ciencias humanas se revelan invariablemente, en un sentido nietzscheano, como «ciencias morales».</p> </div>
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<div class="book-synopsis" itemprop="description"> <p>Entre los conceptos que se repiten con frecuencia en los textos de relaciones internacionales y ciencia política, pocos son tan populares como el de «hegemonía», pese al poco acuerdo que hay sobre cuál sea exactamente su significado.</p> <p>En lo que constituye el primer estudio de calado histórico de la suerte diversa que ha corrido el concepto de hegemonía, Perry Anderson rastrea su aparición en la antigua Grecia y sitúa su redescubrimiento durante los alzamientos de 1848-1849 en Alemania. A continuación, sigue su accidentada trayectoria por la Rusia revolucionaria y la Italia fascista, por los Estados Unidos de la guerra fría y la Francia gaullista, por la Gran Bretaña de Thatcher y la India poscolonial, por el Japón feudal y la China maoísta, llegando finalmente hasta nuestros días.</p> </div>