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<p>GOTTLOB FREGE (1848-1925) fue profesor de matemáticas durante toda su vida, pero su obra lo convierte en una figura central en la filosofía del lenguaje y la filosofía de las matemáticas, en uno de los fundadores de la lógica moderna y, por tanto, en un pensador imprescindible para el desarrollo de la filosofía del siglo XX. Entre él y Bertrand Russell establecieron los cimientos del estilo de pensamiento conocido actualmente como “filosofía analítica”, con influencia decisiva en el llamado “Círculo de Viena”, ampliamente hegemónico hoy día en el mundo anglosajón y con presencia importante también en el continente europeo, España incluida. <br /> <br /> Entre sus aportaciones más conocidas figura su famoso desdoblamiento de la noción de “significado” en los dos aspectos que, por lo general, designamos en castellano con los términos ‘referencia’ (en alemán, Bedeutung) y ‘sentido’ (en alemán, Sinn). Con el primer término indicaba la «cosa» significada por el signo de que se trate, y con el segundo, básicamente, la relación de dicho signo con el resto de signos del lenguaje o, al menos, con los más estrechamente relacionados con aquél. <br /> <br /> Si bien sus obras fundamentales, Los fundamentos de la aritmética (1884) y Las leyes básicas de la aritmética (1893) contenían un error de base (puesto en evidencia por Russell), los análisis que en ellas se hacen han sido enormemente fecundos para el desarrollo ulterior tanto de las matemáticas como de la lógica.</p>
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<p>El lector hallará en este libro una reflexión sistemática, fundamentalmente filosófica, pero también psicológica y sociológica, sobre el modelo de Estado (centrado en España) más adecuado para el contexto ya irreversible de mundialización en todos los órdenes del siglo que comienza. El libro propone una discusión incisiva y desinhibida sobre el paradigma “nación” en sus significados identitario, histórico, cultural y simbólico para, finalmente, polemizar y debatir sobre la vindicación de la legitimación política inapelable e incuestionable que las ideologías nacionalistas derivan de la existencia de una comunidad nacional.<br /> <br /> Ante esta tesitura, se propugna una refundación del Estado, radical y profundamente democrática, sustentada exclusivamente en la dignidad natural que toda persona posee por el mero hecho de serlo; es decir, vindicando la dignidad natural de la persona como sujeto de derecho político irrecusable en el que reside la soberanía política que instituye la Democracia y constituye la Ley Común del Estado moderno.<br /> <br /> En cuanto sistemas sociopolíticos y culturales intersubjetivos, el ideario de los nacionalismos –como el de las religiones o las ideologías– ni es susceptible de imposición (a quien no lo desea), ni de represión (a quien lo desea). De donde se deduce que los nacionalismos no pueden ser racionalmente vindicados como argumento de legitimación política, pues ello sería contrario a la eticidad inherente a la Democracia y a la dignidad insoslayable de la persona como único sujeto de derecho político detentador de soberanía.</p>
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<div>«El mundo moderno es hegeliano». «Es marxista». «Es nietzscheano». Ninguna de estas proposiciones tiene en sí mismas trazas de ser una paradoja. Pero el triple enunciado, «El mundo moderno es hegeliano, marxista y nietzscheano», tiene algo intolerablemente perturbador. ¿Cómo puede este mundo moderno ser a la vez eso, esto y aquello? ¿De qué forma puede responder a doctrinas diversas, opuestas en más de un punto, incluso incompatibles? Si el mundo moderno «es» a un tiempo eso, esto y aquello, lo es porque estamos ante ideologías que planean sobre la práctica social y política. Si esta triplicidad tiene sentido, quiere decir que cada uno de los autores estudiados (Hegel, Marx, Nietzsche) ha captado «algo» del mundo moderno, algo a punto de formarse y que germinó desde el final del siglo XIX hasta el presente.</div> <div> </div> <div>Si es cierto que el pensamiento hegeliano se concentra en un concepto, el Estado; si es cierto que el pensamiento marxista insiste en lo social y la sociedad; y si es cierto, por último, que Nietzsche ha meditado sobre la civilización y los valores, la paradoja permite vislumbrar un sentido que hay que descubrir: una determinación triple del mundo moderno, que implica conflictos múltiples y, quizá, inacabables en el seno de nuestra realidad.</div>
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<p>Simone Weil va escriure febrosament, en sentit literal, en els darrers mesos de la seva vida per, quan acabés la guerra, poder iniciar una nova França lliure. Aquest és el text que va preparar, sense el consentiment dels seus caps. L’arrelament és un contracte social, una carta magna, una constitució rara avis, que posa la reflexió en una nova civilització. És un text viu i fibrós que ens segueix interpel·lant, proposant-nos un futur utòpic i al·lucinant. </p>
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Sin stock<p>Con la publicación de este libro, se pasa revista y se examina documentalmente el contexto, circunstancias y efectos humanos que tienen en Ludwig Wittgenstein determinados eventos vitales que incidn de un modo muy particular en su ser. No se trata aquí de hacerse eco de la densa abstracción filosófica que contiene (y evoca) desde siempre el discurso y la racionalidad de Wittgenstein, sino de recaer (y en demostrar) su valiosa sensibilidad humana respecto a vivencias, pensamiento, conciencia y sentimientos interpelados en la mente y el corazón del brillante y complejo pensador austriaco.</p>
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<p>Concebir el presente como precario requiere de una mirada crítica que vuelva a dotar de carácter histórico el aquí y el ahora como parte de un ciclo histórico más amplio. En la lógica misma de este ciclo, la precariedad no juega un papel accidental o transitorio, sino que termina por imponerse como un horizonte de época (todavía) difícilmente traspasable. Referirnos a nuestro presente como precario no responde a un ejercicio metafórico ni tampoco representa una lamentación pseudo-vitalista. Con el concepto de precariedad señalamos una condición social y geográficamente determinada que se plasma, de manera visible ( a veces obscenamente), en una multitud de coyunturas laborales, educativas, sanitarias, migratorias, habitacionales y salariales, pero también psicológicas, afectivas y simbólicas.</p>
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<p>¿Es legítima la presencia de crucifijos en las aulas escolares? ¿Deben prohibirse los atuendos religiosos que cubren el rostro? ¿Son admisibles las razones confesionales en sede legislativa? El debate sobre el papel de la religión y los límites de la libertad de conciencia nos interpela todos los días. Corresponde a la laicidad propiciar la coexistencia en la diversidad y garantizar una separación entre Estado y confesiones religiosas que proteja a ambos de injerencias recíprocas.</p> <p>El contexto de estos problemas es una Europa en la que no se ha realizado el diagnóstico ilustrado de una sociedad plenamente secularizada.</p> <p>Una sociedad diversa acoge ciudadanos religiosos que articulan su participación política con motivaciones confesionales. La filosofía política postsecular debe responder a estos nuevos retos evitando los extremos del positivismo científico y de la superstición religiosa.</p>
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<p><span class="llista_autor">«Sanguinetti fue miembro destacado de la Internacional Situacionista, vanguardia inspiradora y crítica de lo que luego resultó mayo de 1968. La IS dejó tras de sí algunos de los textos panfletarios más lúcidos de la época y Sanguinetti ha continuado por libre su tarea de agitador revolucionario ... En 1975 organizó uno de los más brillantes<em> canulars</em> político-literarios de la Italia moderna. En efecto, ese año apareció un panfleto anónimo que se presentaba como obra de un oculto gran patricio romano, que hacía un balance despiadado de la situación del capitalismo en Italia, revelaba que el atentado mortal de la piazza Fontana había sido obra de los servicios secretos italianos, describía por los chanchullos de los más destacados políticos de todas las tendencias y finalmente, para evitar el peligro de una sublevación social, recomendaba una alianza del gran capital con el partido comunista ... Un texto magistralmente escrito». Fernando Savater</span></p>
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<p>El presente libro lleva a cabo una doble travesía. En primer lugar, por los principales argumentos sobre los que se ha venido apoyando el independentismo catalán en los últimos años, mostrando las inconsistencias, falacias y contradicciones en las que con mucha frecuencia ha incurrido su discurso. Pero, al mismo tiempo, el análisis crítico del argumentario independentista le permite al autor elaborar, al trasluz del debate de ideas, una crónica de la deriva que ha seguido esa otra travesía llamada <i>procés </i>y que algunos, probablemente en un exceso de celo, se han empeñado en calificar como utópica.</p>
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<p>Este volumen reúne algunas de las más luminosas ideas de William Morris contra las nocividades de la civilización moderna.</p> <p>La arquitectura, la restauración de los monumentos antiguos, la función de las artes aplicadas, la visión utópica de la sociedad futura, la apuesta por que el trabajo sea una fuente de felicidad y no el mal de males o la denuncia sin paliativos de los sucedáneos que nos ofrecen como las formas acabadas de la felicidad, son algunas de las cuestiones sobre las que William Morris, con su habitual tino, argumenta. Lo sorprendente es que, casi ciento cincuenta años después de ser escritos, los textos de Morris siguen dando aliento a la crítica del espantoso mundo que la civilización de la mercancía está dejando tras su paso.</p> <p>Editado por Olivier Barancy y traducido por Javier Rodríguez, <em>La era del Sucedáneo</em> es un complemento perfecto de nuestro anterior libro de Morris <em>Cómo vivimos y cómo podríamos vivir</em>, y también un inmejorable acercamiento a las aportaciones teóricas de quien sin duda es uno de los más lúcidos críticos -de todos los tiempos- de la sociedad capitalista.</p>