Filosofia

  • <p><em>Por una internacional del g&eacute;nero humano</em> es una cr&iacute;tica del actual modo de producci&oacute;n y de vida capitalista, y una apuesta para salir de &eacute;l. Mientras la econom&iacute;a parasitaria del capital financiero conduce el mundo a un atolladero de destrucci&oacute;n, est&aacute; en v&iacute;as de emerger un nuevo modo de producci&oacute;n, fundado sobre la gratuidad de las energ&iacute;as. Cuando las necesidades de la econom&iacute;a misma imponen el rechazo de los viejos valores de la patria, la familia, al autoridad y la obediencia, buscando un nuevo dinamismo en la reconstrucci&oacute;n de lo viviente y en el mercado de las ideolog&iacute;as humanitarias, la tarea m&aacute;s urgente de los revolucionarios es la afirmaci&oacute;n de la vida contra la econom&iacute;a y el dinero, que la reducen a objeto intercambiable; el proyecto de una evoluci&oacute;n humana que descubre su fuerza en la alianza del cuerpo y de la tierra, en la creatividad de los ni&ntilde;os, las mujeres y los hombres.</p>
  • <p>La funci&oacute;n social que realiza el mito, no s&oacute;lo en las sociedades primitivas sino tambi&eacute;n en nuestras industrializadas y modernas sociedades, consiste en dar expresi&oacute;n y objetivar la experiencia social, intersubjetiva (incluyendo el deseo individual y los impulsos colectivos). Esta objetivaci&oacute;n convierte en im&aacute;genes la sentimentalidad y el deseo individual de identificarse con la vida de la comunidad, im&aacute;genes que no se reconocen como tales sino que son percibidas como realidades, frente a las que no cabe cr&iacute;tica e imponen su aceptaci&oacute;n pasiva a los individuos, reivindic&aacute;ndose como portavoces del &quot;principio de realidad&quot;. El discurso pol&iacute;tico se ha mitologizado y los demagogos profesionalizados de la democracia desp&oacute;tica aparecen como magos, especialistas en el dominio ritual de la palabra m&aacute;gica. Palabras del dominio que reifican a los individuos y los mutila como sujetos pensantes, como seres humanos.&nbsp;</p>
  • <p>Escritos en tiempos de la segunda guerra mundial que recuerdan otras guerras; refugiados y deportados que se asemejan a otros refugiados, muy pr&oacute;ximos en el tiempo, cerca de aqu&iacute;. Ejercicio de memoria para pensar el presente. Los art&iacute;culos que se recogen en este libro, constituyen un punto de referencia para reflexionar sobre el totalitarismo, las migraciones forzosas, la arbitrariedad del poder, la &eacute;tica y la pol&iacute;tica. M&aacute;s de cincuenta a&ntilde;os despu&eacute;s, en el cambio de milenio, cuando la ciencia y la t&eacute;cnica han alcanzado elevadas cotas de conocimiento y de eficacia, el caos o el absurdo, parece mantenerse tozudamente, el hambre y la enfermedad atenazan dos tercios de la poblaci&oacute;n mundial, las guerras asolan los pueblos que luchan con armas o sin ellas para ser escuchados, para ser respetados. Vivimos en una aldea global escindida. Los escritos de Hannah Arendt, que apelan a la responsabilidad y al compromiso colectivo e individual, siguen provocando el pensar, porque su empe&ntilde;o fue comprender lo que ocurr&iacute;a en el mundo que amaba y aportar, con sus palabras, reflexiones al &aacute;mbito p&uacute;blico de la vida pol&iacute;tica que, a su modo de entender, estaba en peligro de extinci&oacute;n.</p>
  • <p><span lang="ES-TRAD" style="font-family: 'Roman 10cpi'; font-size: 10pt;"><font face="Times New Roman">Los ludditas aparecen como caso ejemplar de resistencia al aumento de la explotaci&oacute;n de la fuerza de trabajo y a la desestabilizaci&oacute;n de las relaciones sociales que todo cambio tecnol&oacute;gico conlleva, tanto en <font size="2"><st1:personname productid="la Primera" w_st="on">la Primera</st1:personname>, como en </font><font size="2"><st1:personname productid="la Segunda Revoluci&oacute;n" w_st="on">la Segunda Revoluci&oacute;n</st1:personname> Industrial. Por ello, representan un ant&iacute;doto contra el prejuicio que hace del progreso tecnol&oacute;gico algo inevitable, incuestionable.</font></font></span></p>
  • <p><span style="font-family:Verdana, Arial, Helvetica;font-size:100%;">La filosof&iacute;a de <span style="font-weight: bold;">Cl&eacute;ment Rosset</span>, autor de<span style="font-style: italic;"> L&oacute;gica de lo peor, La anti-naturaleza, Lo real y su doble, El principio de crueldad</span> o <span style="font-style: italic;">La fuerza mayor</span>), ha estado siempre al margen de los avatares de la filosof&iacute;a contempor&aacute;nea. Lo mismo que en el caso de Nietzsche, pero en mayor medida a&uacute;n, su inactualidad no tiene paliativos. Nada hay en &eacute;l susceptible de ser utilizado por las sucesivas y pasajeras modas de las &uacute;ltimas d&eacute;cadas. Y tampoco cabe esperar que su obra sea reconocida, en lo que tiene de inactual, en un futuro pr&oacute;ximo o lejano. La presente obra es, sin duda, un buen exponente de su producci&oacute;n filos&oacute;fica: el an&aacute;lisis de esa fuerza mayor que es la &quot;alegr&iacute;a&quot;, punto neur&aacute;lgico de la toda la filosof&iacute;a de Rosset, y su incidencia en el que quiz&aacute; sea el m&aacute;ximo antagonismo filos&oacute;fico a que puede llegarse a este respecto. Si &quot;<span style="font-weight: bold;">Notas sobre Nietzsche</span>&quot; ilustra un modo particular de concebir la filosof&iacute;a, consagrada principalmente a destacar el elemento de la afirmaci&oacute;n, &quot;<span style="font-weight: bold;">El descontento de Cioran</span>&quot; ilustra a la perfecci&oacute;n el caso contrario, esto es, el inconveniente de haber nacido, la te&oacute;rica imposibilidad de aclimatarse al tiempo y a la muerte.</span><b><span style="font-family:Arial, Helvetica;font-size:85%;color:#ffffff;"><i><br /> </i></span></b></p>
  • <p>Con otras maneras m&aacute;s sensitivas de atacar el tema se enlaza un ataque l&oacute;gico, que trata de descubrir la relaci&oacute;n entre el deseo general de felicidad y la negaci&oacute;n de la Realidad. Acompa&ntilde;a al librillo un Ap&eacute;ndice, &laquo;Alabanza de lo bueno&raquo;, que viene a contrastar en otro tono con ese an&aacute;lisis de la noci&oacute;n de &laquo;felicidad&raquo;.</p>
  • <p><em>Un trozo de hueco</em> es una rara mezcolanza narrativa en la que conviven en tensi&oacute;n existencial el diario, la novela, la poes&iacute;a, la prosa po&eacute;tica y apuntes de ensayo con instancias administrativo-burocr&aacute;ticas. Obra del tiempo para reconocerse e impedir que quien reivindique su autor&iacute;a pueda lanzar cabos que le permitan llevarla bajo el brazo. Con vocaci&oacute;n de rasgar lo inconsciente, el viejo tiempo destina all&iacute; su morada entre las palabras.</p>
  • <p>El pleno proceso de globalizaci&oacute;n, cuando los mercados imponen una unidad econ&oacute;mica mundial, son constantes las vulneraciones que afectan a los derechos de los individuos y de los pueblos. Las instancias pol&iacute;ticas y militares, que se presentan como defensoras internacionales de tales derechos, aparecen a su vez, al servicio de intereses que no tienen nada que ver con la paz ni con la justicia. En ese contexto, definido por todo tipo de abusos y arbitrariedades a cargo de los dictadores locales, pero tambi&eacute;n de las grandes potencias, es necesario la formulaci&oacute;n de un nuevo concepto revitalizador de la democracia, cuyos efectos trasciendan las fronteras nacionales y sean garant&iacute;a de protecci&oacute;n para los m&aacute;s d&eacute;biles siempre que su dignidad o su libertad sean puestas en peligro. Esta obra apela a organizar esa autoridad supranacional verdaderamente neutral todav&iacute;a por constituir, pensada para el arbitraje en todo tipo de contenciosos econ&oacute;micos, pol&iacute;ticos, sociales o medioambientales, y, en &uacute;ltima instancia, para la intervenci&oacute;n en nombre de principios legales de rango universal basados en principios consensuados de convivencia pac&iacute;fica. Ello, por supuesto, al margen &ndash;e incluso en contra&ndash; del despotismo que hoy ejercen las naciones m&aacute;s poderosas, que lejos de atenuar las desigualdades no hacen sino acentuarlas a su favor. He aqu&iacute;, en estas p&aacute;ginas, algunas de las bases argumentales que un d&iacute;a podr&iacute;an fundamentar la consolidaci&oacute;n de una democracia a nivel planetario.</p>
  • <p><em>El descr&eacute;dito de los quilates</em> es un cruce de dos cartas en torno a asuntos m&aacute;s o menos ling&uuml;&iacute;sticos. El mencionado descr&eacute;dito hace referencia al privilegio concedido de antemano a un concepto tan problem&aacute;tico como el de &laquo;palabra&raquo;. Pero, junto a &eacute;ste, van surgiendo otros merecedores de an&aacute;logos tratamientos.</p>
  • Laicidad

    10,00
    <p>El laicismo no supone simplemente la aconfesionalidad pasiva del Estado, sino una aconfesionalidad activa concretada en el compromiso de crear y preservar un espacio c&iacute;vico-pol&iacute;tico definido exclusivamente por la &eacute;tica y el simbolismo civil. La laicidad no se reduce tampoco a un debate entre clericalismo y anticlericalismo, sino a algo mucho m&aacute;s fundamental, un proceso que aspire a establecer un poder p&uacute;blico al servicio de las mujeres y los hombres considerados en su condici&oacute;n de ciudadanos, y no en funci&oacute;n de su identidad nacionalitaria, &eacute;tnica, de clase o religiosa. Una sociedad democr&aacute;tica vigorosa necesita de s&oacute;lidas instituciones pol&iacute;ticas que garanticen una ciudadan&iacute;a social y laica, y una vida civil, din&aacute;mica, abierta al mundo y con una personalidad que emane naturalmente de sus formas de convivencia. Conforme a tal prop&oacute;sito, el centro y fundamento de lo pol&iacute;tico no es ninguna esencia colectiva, ni el ius sanguinis, ni la adhesi&oacute;n a una fe revelada por muy verdadera que se crea, ni por supuesto la gloria de una dinast&iacute;a o la hegemon&iacute;a de una etnia, una raza, una idiosincrasia colectiva o una determinada cultura popular, sino la realizaci&oacute;n material y moral de aquel proyecto de convivencia del que la laicidad es requisito y cuya divisa contin&uacute;a siendo, hoy como ayer, la misma: Libertad, Igualdad, Fraternidad.</p>
  • <p>Decir &ldquo;no&rdquo; al Poder, al Estado, al Capital, al Dinero, a la Familia, en especial al r&eacute;gimen que hoy padecemos, en el cual culminan todos los reg&iacute;menes de la historia y donde esa labor funesta que he descrito se da de la manera m&aacute;s perfecta: en la democracia desarrollada, que se funda en la fe en el individuo personal; y, por tanto, decir &ldquo;no&rdquo; -y esto es lo m&aacute;s dif&iacute;cil y m&aacute;s importante-, decir &ldquo;no&rdquo; a la persona de cada uno, en contra de lo que manda la democracia. La realidad es necesariamente falsa; por eso precisamente tiene que estarse recostruyendo todos los d&iacute;as: desde la televisi&oacute;n, por ejemplo, por boca de los mayores y conformes, en las istituciones pedag&oacute;gicas, en la prensa. Tiene que estarse recostruyendo, demostrando con ello que, si bien es la falsificaci&oacute;n poderosa, nunca est&aacute; del todo tan segura de s&iacute; misma, precisamente porque tiene que estarse cada d&iacute;a reproduciendo: &quot;Eso es la realidad, muchacho&quot;, como le puede decir un padre t&iacute;pico a sus reto&ntilde;os. &quot;Eso es la realidad&quot;, que quiere decir, cuando bien se mira, &quot;Eso es el Dinero&quot;, porque la forma m&aacute;s perfecta de la realidad es e! Dinero, realidad de las realidades, al cual todas las cosas pueden reducirse y con e! cual se supone que todas las cosas reales -digamos redundantemente-, se pueden comprar. La primera necesidad de! Poder es la mentira, de forma que naturalmente quien pretende decir &ldquo;no&rdquo; al Poder, rebelarse contra e! Poder, est&aacute; al mismo tiempo obligado a decir &ldquo;no&rdquo; a la mentira, a las ideas que os venden: lo uno es lo otro.</p>
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