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<p>Sergio Gaspar no nació en Barcelona ni en 1947.</p> <p>Autor que ha escrito mucho, que ha destruido mucho y que ha publicado poco, su primer y único libro, <em>Revisión de mi naturaleza</em>, apareció en la ciudad donde no nació en 1988. Sus poemas fueron calificados entonces de "metafísicos", en algunos casos peyorativamente, en otros meliorativamente, por los escasos críticos que les prestaron escasa atención. Lo único seguro es que, como nos sucede a cualquiera cuando cometemos la disculpable osadía de opinar sobre un texto artístico, todos tenían razones, pero ninguno razón.</p> <p><em>Aben Razin</em>, su nuevo libro, permanece respetuosamente a la espera del adjetivo que lo bautice, lo explique y lo defina.</p>
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<p>El pensamiento del autor, sobre todo, o casi todo, lo divino y lo humano, se nos ofrece en este libro en una escritura brillante, múltiple y breve, muy conforme con aquella poética suya de «sorprendedor» -de conocedor por sorpresa, intuición y hallazgo-. Sus más de cuatro mil aforismos se agrupan en seis libros, ordenados por tiempos. </p>
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<p>Compuesto en años críticos para el autor, <em>Libro de la pobreza y la revolución</em> es un libro de transición donde confluyen historia y biografía, así como la decisión de revisar lo antiriormente creado para decantar los elementos básicos de una nueva escritura.</p>
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<p>Poeta, cantante, actor, locutor y licenciado por la "Escuela Superior de Periodismo y Humanidades" de Buenos Aires, Indio Juan viene actuando en el campo de la canción y la poesía desde 1958. Se da a conocer en festivales folklóricos junto a figuras de primera línea de la época. Desde entonces, ha recorrido la geografía euopea y latinoamericana, dando conciertos con grupos como "Quilapayun" o "Los Libertadores".</p>
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<p>Aquí hay un poco de Georges Brassens hablando para la gente de mi lengua.<br /> Lo que haya sido de su persona, poco nos vale saberlo en este trance; y por más que el agradecimiento debido al artilugio humano que fabricó y cantó tantas tan hermosas y atinadas fórmulas de burla del mundo y de amor perdido nos mueva a una cierta veneración de su recuerdo, no es eso lo que nos importa ahora. Demasiado encontrará el lector de noticias de su figura y de historia de su vida en los libros, artículos y hasta entradas de enciclopedia bajo su nombre que a las horas que son se habrán publicado por ahí inevitablemente, promovidos por esa ambigua querencia de los hombres, que, al honrar a la persona del operario, procura asimilar al mundo, reduciéndolo a historia cuanto antes, lo que en sus obras pudiera haber de insólito y de hiriente.<br /> Pensamos acá más bien que lo que de Georges Brassens haya de vivo será en sus canciones donde esté viviendo, y asilo que nos atañe, en vez de contribuir a enterrarlas en la Literatura y en la Historia, es usarlas, cantarlas, repetirlas de memoria, y hasta esto de intentar hacerlas sonar en otra lengua</p>