<p>La poblaci&oacute;n penitenciaria espa&ntilde;ola ha experimentado una llamativa reducci&oacute;n desde 2010, tras 30 a&ntilde;os de hiperencarcelamiento. A medida que la deudocracia impone su excepcional austeridad selectiva y las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas administran m&aacute;s da&ntilde;o social, el secuestro institucional parece perder protagonismo como herramienta de gobierno y la expulsi&oacute;n gana peso como mecanismo productor de penalidad. Ya no la expulsi&oacute;n a la c&aacute;rcel propia del estado penal neoliberal, sino una expulsi&oacute;n en sentido mucho m&aacute;s amplio, como l&oacute;gica constitutiva de una ecolog&iacute;a del castigo impuesta bajo el actual r&eacute;gimen de acumulaci&oacute;n y desposesi&oacute;n.</p> <p>Un a&ntilde;o despu&eacute;s de la primera edici&oacute;n de este libro, la poblaci&oacute;n penitenciaria ha seguido reduci&eacute;ndose (un 20% desde 2010, hasta 61.573 personas presas en marzo de 2016), pero las l&oacute;gicas de expulsi&oacute;n crecen. El m&eacute;todo espa&ntilde;ol de la 'devoluci&oacute;n en caliente' se aplica ya a gran escala. Los estados de la Uni&oacute;n Europea acaban de subcontratar por 6.000 millones de euros un campo de concentraci&oacute;n para 2,5 millones de seres humanos en Turqu&iacute;a, tirando a la basura la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, la Convenci&oacute;n de Ginebra o los mandamientos de cualquier c&oacute;digo &eacute;tico de la historia moderna.</p>