<p>El 25 de abril de 1937, Andreu Nin (1892-1937), l&iacute;der del POUM (Partido Obrero de Unificaci&oacute;n Marxista) y antiguo Secretario General de la CNT, pronunciaba la conferencia &laquo;El problema del poder en la revoluci&oacute;n&raquo; desde el estrado del Teatro Principal Palace de Barcelona. Dos d&iacute;as despu&eacute;s, el texto aparec&iacute;a publicado en La Batalla, &oacute;rgano de expresi&oacute;n de dicho partido. Pol&eacute;mico y sint&eacute;tico, el an&aacute;lisis de la coyuntura revolucionaria esbozado por Nin en su conferencia result&oacute; premonitorio. De hecho, apenas unas semanas m&aacute;s tarde, las calles de Barcelona ard&iacute;an a causa de los enfrentamientos entre los sectores revolucionarios del bando antifascista y aquellos que, influenciados por el estalinismo o el nacionalismo liberal, apostaron por fortalecer el Estado, torpedeando el proceso de socializaci&oacute;n de la econom&iacute;a de retaguardia y acabando con el sistema de milicias que hab&iacute;a frenado el avance del ej&eacute;rcito rebelde en Arag&oacute;n.<br /> <br /> Ya en junio del 37, cientos de militantes del POUM fueron detenidos tras haber sido acusado su partido de colaborar con Franco. Las pruebas, unos papeles falsificados por el NKVD sovi&eacute;tico, provocaron que Nin fuera arrestado y trasladado a una checa de Alcal&aacute; de Henares. All&iacute; fue torturado durante tres d&iacute;as y finalmente muri&oacute;, eso s&iacute;, sin que se obtuviera de &eacute;l la falsa confesi&oacute;n de su apoyo al bando fascista.<br /> <br /> No obstante, el destino de su partido y el de los miles de militantes del mismo, qued&oacute; sellado mucho antes. Efectivamente, la derrota del POUM y el movimiento libertario en las jornadas de mayo del 37 principi&oacute; la escalada represiva contra el partido marxista y su militancia: sus sedes fueron clausuradas, sus cuadros dirigentes apresados y su prensa censurada de forma definitiva. A partir de entonces, las posibilidades de intervenci&oacute;n pol&iacute;tica de los sectores antifascistas enfrentados a la pol&iacute;tica internacional de Stalin mermaron considerablemente, lo que supuso, al cabo, la p&eacute;rdida de la hegemon&iacute;a pol&iacute;tica del movimiento obrero revolucionario y el frenazo definitivo a la obra de transformaci&oacute;n social emprendida por los trabajadores y trabajadoras de la retaguardia republicana que, muy inteligentemente, intuyeron que la &uacute;nica manera de ganar la guerra era ganar &#8213;al mismo tiempo y de forma decidida&#8213; la Revoluci&oacute;n, levantando el mundo nuevo que les hab&iacute;a sido negado por todos los reg&iacute;menes pol&iacute;ticos que hab&iacute;an padecido.</p>