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<p>Este libro es un diario público, libre de los tormentos internos con los que las almas atribuladas engañan al tiempo, escrito por quienes miran con cierta voracidad lo que sucede a su alrededor y, mirando, muchas veces no dan crédito a sus ojos. Un monólogo en voz alta, durante el cual el hablante incontinente también habla solo porque habla principalmente a una multitud de transeúntes. El diario público registra y comenta, día tras día, la drástica transformación del modo de producción dominante, el calendario en el que se inscriben acciones y pasiones, formas de vida, estilos de pensamiento, tras la derrota de los movimientos revolucionarios que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo pasado.</p> <p>El autor, que formó parte de esos movimientos, tras la derrota y a falta de algo mejor, se dedicó a la filosofía. Durante cuatro años, de 1988 a 1991, fue redactor de las páginas culturales del periódico <em>il manifesto</em>. Y desde allí observó la contrarrevolución capitalista. No una restauración del antiguo régimen, sino una revolución a la inversa, impetuosa y sangrienta, luego bautizada con nombres muy vagos, contenta con ventilar una novedad inefable, como «posfordismo» y «neoliberalismo».</p>
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<p>Años de plomo. Cuerpos separados. Estragos por parta del Estado. Subversión, Represión. Terrorismo. Excepción... ; o por el contrario, los años más bellos de nuestras vidas. Transformación radical de la vida cotidiana. Utopía. Necesidad de comunismo. Revolución sexual. Lucha armada. Etc. Y aun más. Mundo Beat. Hippies. Situacionistas. Movimiento estudiantil. Poder obrero. Lucha continua. Maoistas. Consejistas. Anarquistas. Autónomos... Detrás de todas estas definiciones, la vida de miles, de centenares de miles de individuos durante dos décadas, que excavaron hasta los cimientos de los pilares aparentemente inmutables de la sociedad italiana. Después de aquella enorme y profunda experiencia colectiva, nada puede ser considerado como antes.</p>
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<p>¡Lo queremos todo!. porque no queremos pasar la mitad de nuestra vida en la fábrica. Porque el trabajo es nocivo. Porque queremos tener más tiempo para organizarnos politicamente. Porque queremos llevar la lucha contra el patrón. Porque queremos quedarnos en casa sin perder el salario cuando no podemos trabajar. [...] porque somos nosotros los proletarios del sur nosotros los obreros masa esta enorme masa de obreros los ciento cincuenta mil trabajadores de la Fiat los que hemos construido el desarrollo del capital y de su Estado. Porque somos nosotros los que hemos creado toda esta riqueza y de la que no nos dejan más que la migajas. Porque hemos creado toda esta riqueza dejándonos la vida en el trabajo o muriéndonos de hambre en el sur. Pero ahora que somos la gran mayoría del proletariado ya no tenemos ganas de trabajar y de dejarnos la vida en el progreso del capital y de su Estado. Estamos hartos de mantener a todos estos cerdos.</p>