<p>Est&aacute; el capitalismo entrando en su fase terminal? A pesar de que la cuesti&oacute;n de la &laquo;crisis definitiva&raquo; de este sistema socioecon&oacute;mico ha sido recurrente en todos los momentos decisivos del largo siglo XX (Gran Guerra de 1914, crisis de 1929, Segunda Guerra Mundial, crisis de la d&eacute;cada de 1970), tras los cuales el capitalismo ha sido capaz de mutar para desencadenar a continuaci&oacute;n escenarios de crisis todav&iacute;a m&aacute;s formidables y complejos que en el caso precedente, la respuesta ofrecida en este libro es rotundamente afirmativa. Las tendencias de crisis detectadas en la actualidad (crisis de endeudamiento, crisis bancaria y financiera, crisis de la democracia, crisis ecol&oacute;gica y crisis geopol&iacute;tica) se aproximan en opini&oacute;n de Streeck a l&iacute;mites dif&iacute;cilmente superables en el marco de reproducci&oacute;n actual del capitalismo realmente existente. Tal y como muestra &eacute;ste libro, desde la d&eacute;cada de 1970 este ha entrado en una senda de estancamiento jalonado por una sucesi&oacute;n de crisis financieras asociadas a cortos periodos de crecimiento, que han desembocado en la crisis sist&eacute;mica iniciada en 2007 y que lejos de reabsorberse con facilidad sigue erosionando de modo consistente las posibilidades de crecimiento y las respuestas pol&iacute;ticas democr&aacute;ticas a un nuevo paradigma de comprensi&oacute;n y gesti&oacute;n de la actividad econ&oacute;mica y financiera. La crisis de rentabilidad se ha traducido en un incremento de la redistribuci&oacute;n olig&aacute;rquica de la renta y la riqueza y &eacute;sta en una creciente desigualdad estructural, que mina gravemente los sistemas democr&aacute;ticos e impone modos de gesti&oacute;n pol&iacute;tica altamente autoritarios. Como consecuencia de todo ello, el capitalismo democr&aacute;tico, empujado por sus contradicciones internas y en ausencia de un sujeto pol&iacute;tico antagonista similar al que en otro tiempo represent&oacute; el movimiento obrero, parece haber entrado en una espiral de descomposici&oacute;n, frente a la cual la &uacute;nica alternativa consiste en &laquo;ganar tiempo&raquo; por parte de las clases y elites dominantes, que apuestan ciegamente por la reconstrucci&oacute;n sin matices del actual modelo de explotaci&oacute;n y privilegio. Si se comparte este an&aacute;lisis, la tarea de la cr&iacute;tica y la pol&iacute;tica de los nuevos movimientos antisist&eacute;micos ya no consiste en propugnar soluciones parciales o en elaborar esquemas para una reforma imposible, sino en optar audazmente por la construcci&oacute;n, en el entorno de caos sist&eacute;mico creado por las elites econ&oacute;micas y pol&iacute;ticas actuales, de un horizonte genuinamente poscapitalista.</p>