<p>Las sociedades contempor&aacute;neas experimentan actualmente una crisis integral que afecta a todas sus formas institucionales y amenaza con convertirse en una &laquo;crisis de legitimidad&raquo;. Un an&aacute;lisis cr&iacute;tico de los derechos humanos transnacionales exige la adopci&oacute;n de una &laquo;perspectiva profunda&raquo;, libre del fatalismo y el moralismo imperantes, que nos permita recuperar la dimensi&oacute;n pol&iacute;tica de los derechos humanos. Desde su ascenso junto con el fundamentalismo de mercado y la democracia liberal al podio del nuevo orden moral del capitalismo globalizado, el movimiento transnacional de los derechos humanos ha quedado cautivo de sus mitos. M&aacute;s all&aacute; de lo que les depare el futuro (reinventarse, o dar paso a una &laquo;utop&iacute;a&raquo; alternativa), los derechos humanos exigen una &laquo;desmitificaci&oacute;n&raquo;. La creciente sospecha de que los derechos humanos transnacionales y el &laquo;neoliberalismo&raquo; han actuado en t&aacute;ndem, exige una clarificaci&oacute;n hist&oacute;rica que determine de qu&eacute; modo la coincidencia temporal de su paralelo y mete&oacute;rico triunfo sobre otros imaginarios sociales precedentes y su institucionalizaci&oacute;n global a partir de la d&eacute;cada de 1970, puede considerarse el fruto de una circunstancia fortuita, el signo de un v&iacute;nculo causal, o la complicidad con cr&iacute;menes que hoy comienzan a percibirse como &laquo;la mayor atrocidad&raquo; y el resultado de una &laquo;miseria planificada&raquo;.</p>