capitalismo

  • <p>En esta editorial, somos lentas. Es un hecho. Sin embargo, logramos publicar un libro, a veces dos, al a&ntilde;o. Es un trabajo que tarda, se hace mano a mano, va y viene, es como bordar, afilar un cuchillo o practicar alguna de estas labores ancestrales. Un ciclo que empieza en la confianza y el m&eacute;todo y se va desplazando por otros terrenos, de maneras m&aacute;s abstractas. Exiliados del tiempo lento es un libro paciente, que tard&oacute; para existir. Empez&oacute; mucho antes del proyecto de esta editorial, con otra forma, espacio, raz&oacute;n, hasta convertirse en un conjunto de ensayos recolectados diez a&ntilde;os despu&eacute;s de la publicaci&oacute;n del libro original: <em>Escritos para desocupados</em> (Sur+, 2013).</p> <p>Vivian Abenshushan es escritora interdisciplinar y vive en M&eacute;xico. El d&iacute;a que decidi&oacute; abandonar su rutina laboral para tener tiempo y derecho al ocio, interrumpi&oacute; un ciclo de explotaci&oacute;n capitalista para pensar nuevas formas de vivir, comer, dormir. Su valiente escritura de guerrilla contra la velocidad agobiante, ante la defensa de una lentitud estrat&eacute;gica (casi b&eacute;lica), permea esta colecci&oacute;n de textos y apuntes. El proceso ha sido m&aacute;s lento de lo que esper&aacute;bamos entre principio y fin, por suerte.</p>
  • <p>Los ensayos que conforman este volumen se ofrecen como un puente entre las concepciones y luchas del movimiento obrero ?pasado? (de los siglos XIX y XX) y los nuevos movimientos que irrumpieron con la ?revoluci&oacute;n inconclusa? de la d&eacute;cada del ?60. Caffentzis se propone dotar de base te&oacute;rica a las luchas en un contexto en el que las mutaciones del capital obligan ?seg&uacute;n una imagen tomada de Frantz Fanon? a ?estirar? los conceptos cl&aacute;sicos para hacerlos iluminar las formas actuales que adopta la explotaci&oacute;n y el rechazo del trabajo. La categor&iacute;a de trabajo se extiende, as&iacute;, hasta alcanzar una multiplicidad de terminales donde la explotaci&oacute;n queda velada. O hasta volverse el par trabajo/energ&iacute;a, clave para comprender la crisis energ&eacute;tica y financiera. El concepto de acumulaci&oacute;n originaria tambi&eacute;n se estira y se vuelve proceso en curso: las sucesivas crisis del capitalismo demandan nuevos cercamientos, con sus cuotas de violencia y despojo, sobre la tierra y sobre todas las formas de vida social. Una manera renovada de asumir la lucha de clases que pone en el centro el problema de los comunes como un modo de enfrentar al capitalismo en su fase totalitaria. Una lucha que involucra la producci&oacute;n y reproducci&oacute;n de la vida; la solidaridad entre trabajadores, mundo animal y naturaleza.</p>
  • <p>Este peque&ntilde;o ensayo no tiene otra pretensi&oacute;n que la de ser un ejercicio de aproximaci&oacute;n a la bicicleta y al deporte ciclista &ndash;a su historia, desarrollo y significado&ndash;, atendiendo en particular a la dimensi&oacute;n que ha alcanzado la industria de la bicicleta y del ciclismo como fen&oacute;meno econ&oacute;mico comercial de masas caracter&iacute;stico de la sociedad capitalista. Se trata de una reflexi&oacute;n llevada a cabo mediante el an&aacute;lisis de algunos rasgos constitutivos de lo que podr&iacute;amos llamar, sin apurar demasiado los t&eacute;rminos, la econom&iacute;a pol&iacute;tica del ciclismo. En cierto modo, estas reflexiones son tambi&eacute;n una manera de poner la carrera ciclista en el calendario de la historia y otorgarle el papel que le corresponde como fen&oacute;meno social y econ&oacute;mico, m&aacute;s all&aacute; de la ret&oacute;rica habitual que se encuentra en el periodismo deportivo. Porque, ante todo, y mal que les pese a apologistas, beneficiarios y mitificadores, el ciclismo de competici&oacute;n es fundamentalmente un producto de la modernidad capitalista indisolublemente vinculado a la sociedad industrial y al mercado de consumo de masas.</p>
  • <p>La globalizaci&oacute;n no tiene futuro. En todas las regiones del mundo, est&aacute; surgiendo un movimiento de localizaci&oacute;n para recuperar el control sobre las propias econom&iacute;as, una v&iacute;a que est&aacute; reconstruyendo los v&iacute;nculos en comunidades que el capitalismo ha fracturado o da&ntilde;ado. En la vanguardia de este movimiento inspirador que favorece la autonom&iacute;a y la diversidad se encuentra la creaci&oacute;n de sistemas alimentarios locales, basados en la ecolog&iacute;a y la soberan&iacute;a alimentaria. Hay tambi&eacute;n otras tendencias claras en finanzas, educaci&oacute;n, energ&iacute;as renovables, gobernanza y mucho m&aacute;s. El futuro es local se encarga de hilar &mdash;y hacer compatibles&mdash; estas dos luchas, la resistencia ante los mercados globalizados y desregulados y la del florecimiento de las &lsquo;econom&iacute;as de la felicidad&rsquo; a nivel local. Un libro escrito por Helena Norberg-Hodge, co-fundadora de la entidad Local Futures, organizaci&oacute;n que hace 40 a&ntilde;os que trabaja para la localizaci&oacute;n. El ensayo incluye una introducci&oacute;n de Jes&uacute;s Iglesias Saugar que repasa iniciativas locales en el Estado espa&ntilde;ol.</p>
  • <p>Aunque las ideas propias de la socialdemocracia flotaban en el ambiente desde hac&iacute;a algunas d&eacute;cadas, no fue hasta 1889 que se constituy&oacute; la II Internacional como partido pol&iacute;tico de clase que deb&iacute;a abolir la explotaci&oacute;n y la injusticia. La clase obrera asum&iacute;a as&iacute; que la emancipaci&oacute;n ser&iacute;a obra de la propia clase obrera, vinculando su &eacute;xito a su capacidad de convertirse en un sujeto pol&iacute;tico capaz de conquistar el poder.</p> <p>En el congreso de Frankfurt (1951) la socialdemocracia abandon&oacute; formalmente el marxismo como referente ideol&oacute;gico, y acept&oacute; el capitalismo, si bien puso &eacute;nfasis en la necesidad de intervenir en la econom&iacute;a. En la d&eacute;cada de los treinta del siglo pasado, Keynes cuestion&oacute; te&oacute;ricamente los planteamientos de la econom&iacute;a liberal, abriendo la &eacute;poca dorada del Estado de bienestar. Pero en la segunda mitad de la d&eacute;cada de los a&ntilde;os sesenta el modelo empez&oacute; a dar muestras de agotamiento. La salida, liderada por Tony Blair y teorizada por Anthony Giddens, implic&oacute; la renuncia definitiva a las premisas sobre las que se hab&iacute;a construido la socialdemocracia, aceptando sin ambages el orden neoliberal.</p> <p>Hoy, la socialdemocracia est&aacute; lejos de perseguir los objetivos que estableci&oacute; cuando se constituy&oacute;, y lejos de constituir un referente indiscutible de la clase obrera, enfrent&aacute;ndose al reto de reinventarse de nuevo.</p>
  • <p>Desde la crisis de 2008, el neoliberalismo, para sostener sus modos de explotaci&oacute;n, para contener la implosi&oacute;n social en cada territorio, ha necesitado de una alianza cada vez m&aacute;s f&eacute;rrea con el fascismo y con formas varias de fundamentalismo religioso. Con ello ha pretendido reordenar la re-producci&oacute;n social en t&eacute;rminos capitalistas, recolocar un mandato de g&eacute;nero en crisis y retrazar las l&iacute;neas entre lo humano y lo categorizado como menos-que-humano (feminizado, racializado, naturalizado).</p> <p>Frente a esta nueva ofensiva neoliberal, el feminismo transnacional ha aparecido como un actor inesperado. Ha reabierto lo que parec&iacute;a clausurarse y lo ha hecho de nuevo con esa mezcla de radicalidad y masividad, de fuerza internacionalista y operatividad local, de conectividad y arraigo. Lo que se juega hoy en las disputas por los sentidos del feminismo no es la divisi&oacute;n de un movimiento que por otro lado siempre fue m&uacute;ltiple y poli&eacute;drico. Se juega la capacidad de incidir en el punto de sutura entre neoliberalismo y fascismo. Se juega la potencia feminista misma, en su desbordamiento.</p>
  • <p>Reinventar una izquierda emancipadora del siglo XXI exige reinventar una br&uacute;jula que incluya a la vez referencias cr&iacute;ticas de ayer y pensadores enfrentados a los desaf&iacute;os de hoy. Tal es la tarea que el soci&oacute;logo y fil&oacute;sofo franc&eacute;s Philippe Corcuff intenta en este libro, para lo cual se inspira tanto en la lectura her&eacute;tica de Marx como en la sociolog&iacute;a cr&iacute;tica de Pierre Bourdieu, o las filosof&iacute;as de Michel Foucault y de Emmanuel Levinas. Fruto de esta conexi&oacute;n, es su intento de reivindicar el lugar de la individualidad en una teor&iacute;a pol&iacute;tica libertaria, en estrecha relaci&oacute;n con el com&uacute;n. Lo cual tiene consecuencias para el an&aacute;lisis del capitalismo actual, haciendo de la contradicci&oacute;n capital/individualidad una de sus principales zonas de fragilidad. Tambi&eacute;n supone comprender con Foucault las relaciones entre las limitaciones sociales estructurales y las posibilidades de subjetivaci&oacute;n individual. El horizonte ut&oacute;pico de la pol&iacute;tica emancipadora se redefine gracias al pragmatismo filos&oacute;fico de John Dewey y a la fenomenolog&iacute;a de la apertura del ser de Levinas. Todo ello lleva a Philippe Corcuff a criticar algunas falsas soluciones de moda, especialmente los usos del concepto de hegemon&iacute;a de Antonio Gramsci y el populismo de izquierda de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Asimismo, le permite contraponer una lectura anarquista de la serie Juego de Tronos a la lectura conformista de Pablo Iglesias.</p> <p>&nbsp;</p> <p>El libro esboza, a lo largo de diversos cap&iacute;tulos compuestos de escritos e intervenciones p&uacute;blicas, una &eacute;tica de la fragilidad que rechace los sue&ntilde;os de absoluto y de pureza, d&aacute;ndole el nombre parad&oacute;jico de socialdemocracia libertaria a ciertas pistas que van en esa direcci&oacute;n. Para tal fin, present&aacute;ndose como intelectual y militante intelectual, Philippe Corcuff identifica, en el espacio pol&iacute;tico emergente de las experiencias socialistas y comunistas del siglo XX, dos grandes v&iacute;as que trata de ampliar te&oacute;ricamente. Por una parte, la necesidad de renovar y ampliar las herramientas marxianas y &laquo;marxistas&raquo; de an&aacute;lisis cr&iacute;tico del mundo con los recursos sociol&oacute;gicos &laquo;posmarxistas&raquo;, y en particular con la cr&iacute;tica de las dominaciones desarrolladas por Pierre Bourdieu, la sociolog&iacute;a pragm&aacute;tica iniciada por Luc Boltanski y Laurent Th&eacute;venot, o las sociolog&iacute;as cr&iacute;ticas y comprensivas del individualismo. Por otra parte, una filosof&iacute;a pol&iacute;tica emancipadora enfrentada a antinomias permanentes, tales como las que existen entre la consolidaci&oacute;n de un espacio com&uacute;n de justicia y el desarrollo de las singularidades individuales, o entre las protecciones institucionales y la cr&iacute;tica libertaria de las opresiones institucionales.</p>
  • <p>El objeto de este libro es claro: la sociedad capitalista. Se trata de comprender qu&eacute; es y c&oacute;mo funciona; sus irracionalidades, coerciones e injusticias end&oacute;genas; sus tendencias inherentes a la crisis y sus l&iacute;neas de conflicto; sus potenciales inmanentes para la transformaci&oacute;n. Partiendo libre y ecl&eacute;cticamente de &laquo;los dos Karls&raquo; (Marx y Polanyi), as&iacute; como de las teor&iacute;as feministas y ecologistas y de las teor&iacute;as cr&iacute;ticas de la raza, este libro propone una visi&oacute;n ampliada de la sociedad capitalista. Esta visi&oacute;n abarca no solo la econom&iacute;a visible, &laquo;productiva&raquo;, sino tambi&eacute;n los &laquo;talleres ocultos&raquo;, las condiciones de posibilidad subyacentes de esta &uacute;ltima, en concreto: los procesos de reproducci&oacute;n social asim&eacute;tricos en cuanto al g&eacute;nero, la din&aacute;mica racializada de la expropiaci&oacute;n, las formas de dominio pol&iacute;tico estructuradas por las diferencias de clase, as&iacute; como la depredaci&oacute;n sistem&aacute;tica de los ecosistemas. Todo ello es parte integrante esencial de lo que es, en realidad, una sociedad capitalista.</p> <p>Una visi&oacute;n ampliada del capitalismo implica tambi&eacute;n una visi&oacute;n ampliada del socialismo. Desde esta perspectiva, el socialismo debe superar no solo la explotaci&oacute;n del trabajo asalariado por parte del capital, sino tambi&eacute;n sus m&uacute;ltiples formas alternativas de explotaci&oacute;n parasitaria: el trabajo de cuidados no remunerado, los bienes p&uacute;blicos y la riqueza expropiada a los sujetos racializados y a la naturaleza no humana. El socialismo debe ser, pues, feminista, antirracista y antiimperialista, ecosostenible y democr&aacute;tico.</p>
  • <p>Los cr&iacute;ticos de Marx, durante m&aacute;s de un siglo, han proclamado la existencia de contradicciones internas en las teor&iacute;as del valor, la ganancia y en diversas cr&iacute;ticas econ&oacute;micas contenidas en <em>El capital</em>. El presente libro, bas&aacute;ndose en trabajos que comenzaron a principios de los ochenta, pone en tela de juicio y refuta esas acusaciones.</p> <p>Al hacerlo, elimina la excusa principal que permite descalificar las teor&iacute;as de Marx en su forma original, y permite rechazar las diversas tentativas de &ldquo;corregirlo&rdquo;, fragmentarlo o subsumirlo en una u otra escuela econ&oacute;mica.</p> <p>Esta obra demuestra, pues, la inexistencia de contradicciones l&oacute;gicas internas al formular una interpretaci&oacute;n de las teor&iacute;as de Marx plena de sentido y coherencia.</p>
  • <p>Muhammad Ali es el boxeador m&aacute;s grande de todos los tiempos, pero tambi&eacute;n la fotograf&iacute;a del mundo contempor&aacute;neo y de sus ambivalencias. Por un lado, el p&uacute;gil es icono de la sociedad de mercado y de su luminosa publicidad; por otro, es s&iacute;mbolo de los movimientos contestatarios de las d&eacute;cadas de los sesenta y setenta: anima el impulso del movimiento contra la guerra del Vietnam y la segregaci&oacute;n de los negros.&nbsp;</p> <p>El boxeador de Lousville hace de la elocuencia un arma formidable: sus insultos, sus poes&iacute;as agresivas y las predicciones sobre qui&eacute;n ganar&aacute; el combate hacen aflorar sobre el cuadril&aacute;tero el equivlente de un sofista negro. Muhammad Ali anticipa as&iacute; el mundo actual, en el que el trabajo est&aacute; ligado a la explotaci&oacute;n de la capacidad humana de hablar.&nbsp;</p>
  • <p><em>huertos de libertad</em> &eacute;s un poemario del escritor Gustavo Duch, quien planta versos para estinguir el capitalismo. Los versos aqu&iacute; recogidos, crecen en su huerto, ubicado en Bellmunt de Segarra, a 8 km de Santa Coloma y con menos de 20 habitantes.</p> <p>En huertos de libertad se presenta el huerto como una novela, con plantamiento, nudo y desenlace, y se divide en los siguientes cap&iacute;tulos: novela, provechos, relatos en el huerto,huertas lucha, huertas fruto, extinci&oacute;n en el huerto, visitas en el huerto, gram&aacute;tica y pancartas (vistas y no vistas).</p> <p>Adem&aacute;s este libro est&aacute; hecho con un papel muy especial, un papel&nbsp; hierba Graspapier. Un papel certificado, que cumple con los criterios de ecoedici&oacute;n que siempre implementamos en las producciones de Pol&middot;len Edicions. Criterios que tienen como objetivo minimizar el impacto medioambiental de la producci&oacute;n del libro y entre lo cuales, adem&aacute;s del papel, podemos destacar, por ejemplo, la producci&oacute;n local o el ecodise&ntilde;o.&nbsp; Como resultado de esta pr&aacute;ctica,&nbsp; en todos nuestro libros podr&eacute;is encontrar siempre la mochila ecol&oacute;gica; una herramienta de comunicaci&oacute;n ambiental donde os informamos de la huella que ha tenido la producci&oacute;n de este libro.</p>
  • <p>El campo de la geograf&iacute;a cr&iacute;tica ha experimentado una creativa explosi&oacute;n en las &uacute;ltimas d&eacute;cadas. La geograf&iacute;a ha pasado de ser una disciplina presuntamente neutra, dedicada a espacializar fen&oacute;menos objetivos (los climas, la poblaci&oacute;n, las infraestructuras), a convertirse en un verdadero campo de batalla en la explicaci&oacute;n de la producci&oacute;n de las formas de dominio y, concretamente, del capitalismo contempor&aacute;neo. En Desarrollo desigual, un cl&aacute;sico en su campo, Neil Smith ofrece la primera teor&iacute;a completa del desarrollo geogr&aacute;fico desigual, entrelazando teor&iacute;as del espacio y lo que llama &laquo;producci&oacute;n de la naturaleza&raquo; con una cr&iacute;tica del desarrollo capitalista. Con sus an&aacute;lisis pioneros, el trabajo de Smith anticip&oacute; muchos de los contornos desiguales que ahora marcan la globalizaci&oacute;n neoliberal.</p> <p>Principal compa&ntilde;ero de David Harvey (quien a su vez prologa este libro) en la reelaboraci&oacute;n cr&iacute;tica de los estudios sobre el espacio, Neil Smith se ha convertido en una referencia obligada para cualquiera que est&eacute; interesado en entender las geograf&iacute;as contempor&aacute;neas del capitalismo. Esta tercera edici&oacute;n de Desarrollo desigual, traducida por primera vez al castellano, incluye un ep&iacute;logo que actualiza su an&aacute;lisis en el marco de la reciente crisis de la globalizaci&oacute;n neoliberal.</p>
  • <p>&laquo;La obra de Rocker es extraordinariamente instructiva y testimonia una rara originalidad de esp&iacute;ritu. Incontables hechos y relaciones se han expuesto en ella de una manera completamente nueva y persuasiva&raquo;.&mdash;Albert Einstein.</p> <p>&laquo;La obra de Rocker supone una contribuci&oacute;n fundamental a la filosof&iacute;a pol&iacute;tica, tanto por su an&aacute;lisis profundo y amplio de muchos autores famosos como por su brillante cr&iacute;tica a la idolatr&iacute;a del Estado, la superstici&oacute;n m&aacute;s difundida y funesta de nuestro tiempo&raquo;.&mdash;Bertrand Russell.</p> <p>Escritas casi a la par que su obra m&aacute;s importante, Nacionalismo y cultura &mdash;y complementarias a esta&mdash;, las gemas que componen este libro, publicadas en la prensa anarquista de principios del siglo xx a ambos lados del Atl&aacute;ntico, son &mdash;todav&iacute;a hoy&mdash; de una clarividencia asombrosa para diseccionar el nacionalismo, el fascismo y el culto a la religi&oacute;n del Estado.</p>
  • <p>Aaron Benanav: La automatizaci&oacute;n y el futuro del trabajo</p> <p>La primera de una revaluaci&oacute;n global publicada en dos partes de los v&iacute;nculos existentes entre los avances tecnol&oacute;gicos y las disfunciones del mercado de trabajo capitalista. &iquest;C&oacute;mo puede aclarar el discurso sobre la automatizaci&oacute;n las din&aacute;micas que se producen en el seno de la econom&iacute;a productiva? El auge de la rob&oacute;tica frente a la sobrecapacidad industrial para explicar la crisis cada vez m&aacute;s profunda del subempleo.</p> <p>Alain Supiot: Un artista de la ley</p> <p>El contraste de ideas opuestas y los peligros de la ca&iacute;da en el poder arbitrario: la educaci&oacute;n recibida por Kafka en el principio de contradicci&oacute;n procesal como explicaci&oacute;n del estilo de su prosa y de sus inquietudes presentes en El proceso y en otras obras.</p> <p>Perry Anderson: &iquest;Situacionismo a la inversa?</p> <p>A partir de la extensa rese&ntilde;a publicada por C&eacute;dric Durand en la nlr 116/117, Perry Anderson rastrea las pistas pol&iacute;ticas y metodol&oacute;gicas que subyacen en Crashed, de Adam Tooze, a la luz del resto de la obra del autor. Desde la Paz de 1919 hasta las l&iacute;neas de canje de d&oacute;lares organizadas por la Reserva Federal en 2008, el auge tantas veces anunciado de una potencia hegem&oacute;nica estadounidense benefactora.</p> <p>Johnny Rodger: La biblioteca que desaparece</p> <p>En dos ocasiones consumida por el fuego y a punto de ser reconstruida de nuevo, &iquest;en qu&eacute; sentido puede decirse que a&uacute;n exista la biblioteca de la Glasgow School of Arts, obra de Charles Rennie Mackintosh? La desrealizaci&oacute;n freudiana, la duda cartesiana y una alegor&iacute;a ga&eacute;lica son conjuradas por los recuerdos de las vigas reconstruidas y de sus restos quemados rememorados por un investigador residente.</p> <p>Lola Seaton: Los fines de la cr&iacute;tica</p> <p>Como respuesta al reciente debate entre Francis Mulhern y Joseph North acerca de los instrumentos y objetivos de la cr&iacute;tica literaria, Lola Seaton analiza la interacci&oacute;n del m&eacute;todo y la experiencia personal en El campo y la ciudad, de Raymond Williams, y su reencarnaci&oacute;n contempor&aacute;nea en la &laquo;espectrolog&iacute;a&raquo; de Mark Fisher en K-Punk.</p> <p>cr&iacute;tica</p> <p>Benjamin Kunkel rese&ntilde;a The Socialist Manifesto. A Case for the Democratic-Socialist Transformation of the United States, de Bhaskar Sunkara. Una propuesta para la transformaci&oacute;n democr&aacute;tico-socialista de Estados Unidos, que extrae ense&ntilde;anzas de los fracasos del siglo xx.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Robin Blackburn rese&ntilde;a The Future of Capitalism, de Paul Collier. Un programa para enderezar los fracasos del capitalismo contempor&aacute;neo mediante un regreso a la pol&iacute;tica comunitaria pragm&aacute;tica del &laquo;extremo centro&raquo;.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Susan Watkins rese&ntilde;a Down Girl, de Kate Manne. Un argumento moral-filos&oacute;fico para el feminismo de las privilegiadas, contempladas como las primeras v&iacute;ctimas de una pol&iacute;tica mis&oacute;gina.</p>
  • <p>Despu&eacute;s de a&ntilde;os de bonanza econ&oacute;mica, con la irrupci&oacute;n de la crisis la cooperaci&oacute;n internacional en Catalu&ntilde;a y el Estado sufri&oacute; los peores recortes entre todas las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas. En la &uacute;ltima d&eacute;cada, el internacionalismo ha experimentado una reformulaci&oacute;n para poder conectar con la situaci&oacute;n de nuestro pa&iacute;s y seguir ejerciendo de puente entre las luchas y aspiraciones de la sociedad a un lado y el otro del mar. Una transformaci&oacute;n orientada a exigir m&aacute;s coherencia en las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas y no solo m&aacute;s presupuestos; a hacerse m&aacute;s feminista y plantearse profundizar en los cuidados; o incorporar las nuevas urgencias que la sociedad plantea, como actuar contra la emergencia clim&aacute;tica o la crisis de personas refugiadas.</p> <p>Todo ello en medio de un cambio de &eacute;poca, en lo pol&iacute;tico y social, que ha tensionado en consecuencia nuestra sociedad y nuestras organizaciones y administraciones. Hubo un d&iacute;a en el que fue preciso volver a pisar las calles para seguir teniendo un sentido y una raz&oacute;n para existir.</p>
  • <p>En el siglo actual, el hambre de ordinario ha ido de la mano de las guerras, las crisis pol&iacute;ticas, la corrupci&oacute;n, la autocracia, la plutocracia, las desigualdades sociales, la marginaci&oacute;n, la desidia o la incompetencia de muchos gobernantes, su perfidia y deslealtad traicionera hacia sus pueblos, o de la falta de previsi&oacute;n sobre fen&oacute;menos naturales adversos, entre otros factores que se analizan en este libro. Observando medio centenar de pa&iacute;ses, el autor se centra en c&oacute;mo los actos, el orden de prioridades y las decisiones pol&iacute;ticas tomadas, o su ausencia (por omisi&oacute;n), condicionan que la gente pase hambre. El hambre o la subalimentaci&oacute;n cr&oacute;nica es, evidentemente, una violencia f&iacute;sica y directa, que puede incluso matar a las personas que la sufren durante un per&iacute;odo de tiempo. Pero es tambi&eacute;n una violencia estructural, en la medida que hay unas condiciones econ&oacute;micas, pol&iacute;ticas y sociales que la promueven, mantienen y perpet&uacute;an.</p>
  • <p>Y el mayor m&eacute;rito del libro que tiene el lector en sus manos es la claridad con que ha comprendido su autor la capacidad y profundidad que confiere a cualquier trabajo te&oacute;rico, desarrollado en la estela de Marx, prescindir de objeciones simplistas y de supuestas novedades&quot; que presuntamente socavar&iacute;an la actualidad de estos fundamentos (por ejemplo, de un supuesto &quot;precariado&quot; que vendr&iacute;a a superar, y no a actualizar, el concepto de un proletariado que es, en esencia, precario, precisamente porque es mercanc&iacute;a y sigue la ley del valor)? y otras peque&ntilde;as cosas por el estilo.&quot; (Del Pr&oacute;logo del profesor Diego Guerrero)</p>
  • <p>La devastadora crisis financiera desatada en 2008 ha multiplicado la presencia en nuestra sociedad de la figura del &laquo;emprendedor&raquo;. Con el colapso del modelo laboral tradicional, la democratizaci&oacute;n del emprendedor parece ser la &uacute;nica respuesta que las instituciones son capaces de ofrecer ante la burbuja del trabajo y la escasez de empleo.&nbsp;</p> <p>M&aacute;s que como una figura econ&oacute;mica, este nuevo emprendedor se entiende como el portador cultural y social que re&uacute;ne el esp&iacute;ritu del nuevo hombre acorde al proyecto de clase neoliberal. En esta tesitura, emprender significa lograr convertirse uno mismo en un producto que se ofrece a otros, los que ostentan capital, llamando su atenci&oacute;n para que vean en tu persona un valor a explotar, a emplear. Ya no hay nada que no se mida y se entienda como una relaci&oacute;n empresarial; nacemos como deudores, culpables de no lograr adaptarnos a los ritmos de la competencia. Nos convencemos de ello cuando, carne de coaching y autoayuda, recorremos el camino a la servidumbre y nos hundimos en la charca de los perdedores.</p> <p>Solo siendo capaces de organizarnos, de manera que la cooperaci&oacute;n domine a la competencia, podremos empezar a construir la subversi&oacute;n contra el totalitarismo de la empresa-mundo. Para esta ardua tarea contamos con dos aliados de lujo. Por un lado, Homer Simpson es nuestro hombre; a trav&eacute;s de &eacute;l descubrimos qui&eacute;nes somos. En el mismo equipo juega Lenin, pero el Lenin publicista, no la momia. O lo damos nosotros o nos lo dan a nosotros: renta b&aacute;sica o empleabilidad, democracia o barbarie.</p>
  • <p>Marx entendi&oacute; el capitalismo como una etapa necesaria para llegar a una sociedad sin clases en un mundo sin escasez. Fascinado por la potencia productiva del capitalismo industrial que tan ferozmente combat&iacute;a, dej&oacute; de lado la explotaci&oacute;n del trabajo no asalariado, el trabajo no pagado de las mujeres dedicado a la reproducci&oacute;n de la mano de obra; un trabajo que consideraba natural y arcaico. Estas dos limitaciones del trabajo te&oacute;rico de Marx marcaron en enorme medida el desarrollo de las teor&iacute;as y luchas marxistas, centradas desde entonces en la f&aacute;brica y casi siempre magnetizadas por el fetichismo tecnol&oacute;gico.<br /> <br /> Silvia Federici y otras feministas de los a&ntilde;os setenta, tomando a Marx pero siempre m&aacute;s all&aacute; de Marx, partieron de su idea de que &quot;el capitalismo debe producir el m&aacute;s valioso medio de producci&oacute;n, el trabajador mismo&quot;. A fin de explotar esta producci&oacute;n se estableci&oacute; el patriarcado del salario. La exclusi&oacute;n de las mujeres del salario otorga un inmenso poder de control y disciplina a los varones a la vez que esvaloriza e invisibiliza su trabajo. Esta invisibilizaci&oacute;n no solo es &uacute;til para explotar el gigantesco &aacute;mbito de la reproducci&oacute;n de la fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, y al igual que la desvalorizaci&oacute;n de otras muchas figuras (esclavos, colonizados, migrantes), sirve al capitalismo en su principal objetivo: construir un entramado de desigualdades en el cuerpo del proletariado mundial que le permita reproducirse.</p>
  • <p>De la emancipaci&oacute;n de la servidumbre a las herej&iacute;as subversivas, un hilo rojo recorre la historia de la transici&oacute;n del feudalismo al capitalismo. Todav&iacute;a hoy expurgado de la gran mayor&iacute;a de los manuales de historia, la imposici&oacute;n de los poderes del Estado y el nacimiento de esa formaci&oacute;n social que acabar&aacute; por tomar el nombre de capitalismo no se produjeron sin el recurso a una extrema violencia. La acumulaci&oacute;n originaria exigi&oacute; la derrota de los movimientos campesinos y urbanos, que normalmente bajo la forma de la herej&iacute;a religiosa reivindicaron y pusieron en pr&aacute;ctica diversos experimentos de vida comunal y reparto de la riqueza. Su aniquilaci&oacute;n abri&oacute; el camino a la formaci&oacute;n del Estado moderno, la expropiaci&oacute;n y cercado de las tierras comunes, la conquista&nbsp; y expolio de Am&eacute;rica, la apertura del comercio de esclavos a gran escala y una guerra contra las formas de vida y las culturas populares que tom&oacute; a las mujeres como su principal objetivo.</p> <p>Al analizar la quema de brujas, Federici no s&oacute;lo desentra&ntilde;a uno de los episodios m&aacute;s inefables de la historia moderna, sino el coraz&oacute;n de una poderosa din&aacute;mica de expropiaci&oacute;n social dirigida sobre el cuerpo y la reproducci&oacute;n femenina. &Eacute;sta constituye a un tiempo el acta de nacimiento de nuestra &eacute;poca como el registro de unas voces imprevistas (las de los subalternos: Calib&aacute;n y la bruja) que todavia hoy resuenan con fuerza en las luchas que resisten a la continua actualizaci&oacute;n de la violencia originaria.</p>
  • <p>Desde 1994 hasta el 2008, la Renta B&aacute;sica fue llamada por m&aacute;s de &iexcl;30 nombres diferentes! Esta confusi&oacute;n nos llev&oacute; a precisar su verdadero contenido en dos trabajos: <em>Ante la falta de derechos, &iexcl;&iexcl;Renta B&aacute;sica YA!!</em> y en <em>La cultura de las rentas b&aacute;sicas</em>, ambos publicados conjuntamente por Virus editorial y Baladre. <em>La Renta B&aacute;sica seg&uacute;n San Pablo</em> es una de esas reflexiones que naci&oacute; para defenderla de los mencionados detractores de este derecho burgu&eacute;s tan importante para el bienestar de la ciudadan&iacute;a. En ese momento en que la RB hac&iacute;a su aparici&oacute;n en los &aacute;mbitos concienciados y del poder, entend&iacute;amos &quot;que una propuesta que postula la concesi&oacute;n de una renta b&aacute;sica a todas las personas como un derecho ciudadano, incondicionalmente, sin contrapartida, y sin exigir nada a cambio&quot;, fuese rechazada y denigrada por los poderes f&aacute;cticos que controlan y se benefician del sistema capitalista. Como dato para la historia de la censura en este pa&iacute;s, hay que a&ntilde;adir que los miembros de la direcci&oacute;n de la revista <em>Mientras Tanto</em> se negaron a publicar este texto por contener una r&eacute;plica al art&iacute;culo de Jorge Reichmann, miembro del consejo de redacci&oacute;n en ese momento.</p>
  • <p>Nuestra vida se convierte en c&aacute;sting permanente, un c&aacute;sting &ldquo;donde giran los hombres sin descanso&rdquo;<em>.</em> La trabajadora social, precaria tambi&eacute;n ella, nos previene antes de la entrevista de trabajo: &ldquo;La entrevista te la hace un psic&oacute;logo. Tienes que mirarle a los ojos, no desviar la mirada. Debes ir aseado, obviamente; si llevas abrigo, cu&eacute;lgalo en la percha, que no d&eacute; la impresi&oacute;n de que tienes prisa. Llega diez minutos antes de la entrevista. Y pregunta algo: cuando te diga que si tienes alguna duda, pregunta, por ejemplo: &iquest;cu&aacute;ndo empezamos?&rdquo;. Del gorila amaestrado de Ford al p&iacute;caro c&iacute;nico del posfordismo. En la escuela nos adiestran para las selectividades y desde el televisor se imparte a todas horas la m&aacute;s principal y decisiva asignatura: Educaci&oacute;n para la Competencia. Y al tiempo que nos prometen una vida de triunfo y nos repiten sin cesar &ldquo;T&uacute; s&iacute; que vales&rdquo; nos van ense&ntilde;ando el tortuoso arte de competir por el trabajo y competir en el trabajo.</p> <p align="justify">Luego no viene la rabia, sino la culpa. Las fantas&iacute;as de la meritocracia, que hemos ido interiorizando de forma casi imperceptible, se derrumban. El diploma universitario o profesional se deval&uacute;a, las expectativas se achican, la promesa de hacer fijos a los contratados mes a mes como barrenderos o carteros no acaba de hacerse realidad. El paro y la precariedad se van alternando, constituy&eacute;ndose en &uacute;nico horizonte. Llega la ansiedad, el tiempo descuajado, las paranoias.</p>
  • <p>&quot;Buenas tardes, mi nombre es Miguel y llamo de Citibank, &iquest;Puedo hablar con el se&ntilde;or Eduardo mart&iacute;nez?&quot;. Esa voz amable, vers&aacute;til, casi ingenua, que solivianta el&nbsp;silencio de la casa es la&nbsp;de uno de los miles de jornaleros del tel&eacute;fono que, desde Madrid, Buenos Aires o T&aacute;nger, nos llama sol&iacute;cito. &iquest;Jornaleros del&nbsp;tel&eacute;fono? El joven, licenciado universitario, seguramente se remover&iacute;a inquieto ante la comparaci&oacute;n. No,&nbsp;&eacute;l no es un segador de Novecento, ni en este call-center se&nbsp;desuellan alcornoques, como hac&iacute;an los Maltiempo que retratara Saramago en &quot;Levantados del suelo&quot;.&nbsp;&Eacute;l no se ensucia las manos, y su trabajo, nos&nbsp;dir&iacute;a, lo hace sentado, es cognitivo, inmaterial...&nbsp;</p>
  • <p><font size="4" face="Times New Roman">En su expansi&oacute;n y propagaci&oacute;n a lo largo del siglo XX, la forma metr&oacute;poli se manifest&oacute; en la primera mitad del siglo especialmente en los pa&iacute;ses centrales, y muy en concreto en Occidente. Las principales metr&oacute;polis en 1900 eran Londres y Par&iacute;s, seguidas de cerca por Nueva York. La &ldquo;ciudad vertical&rdquo; por excelencia, que irrump&iacute;a con fuerza por aquel entonces. Esta &ldquo;ciudad vertical&rdquo; que luego se ir&iacute;a extendiendo en menor medida por los espacios centrales y que implicaba un intenso consumo energ&eacute;tico el&eacute;ctrico (de procedencia principalmente f&oacute;sil) para garantizar la movilidad vertical de sus habitantes. La demanda de energ&iacute;a el&eacute;ctrica se disparar&iacute;a activada adem&aacute;s por la extensi&oacute;n de la iluminaci&oacute;n artificial urbana y la extensi&oacute;n de la segunda revoluci&oacute;n industrial. En la segunda mitad del siglo, en cambio, la forma metr&oacute;poli va a proliferar especialmente en el Sur y en concreto en los Estados perif&eacute;ricos emergentes del nuevo capitalismo global, y muy en concreto en China e India, como resultado de diversos factores: industrializaci&oacute;n, fuerte desarticulaci&oacute;n del mundo rural y explosi&oacute;n demogr&aacute;fica. Pero este proceso est&aacute; marcado en general por una urbanizaci&oacute;n de car&aacute;cter dependiente de las din&aacute;micas centrales. De entre todos los crecimientos urbanometropolitanos cabe destacar el caso de China, donde desde hace casi tres d&eacute;cadas se est&aacute; dando el mayor proceso de migraci&oacute;n de masas y de urbanizaci&oacute;n que el mundo haya conocido jam&aacute;s, con centenares de millones de personas migrando en este periodo desde el interior del gigante asi&aacute;tico hacia las metr&oacute;polis de su fachada del Pac&iacute;fico.</font></p> <p align="left">Todo ello ha hecho que las principales &ldquo;Megaciudades&rdquo; del mundo en t&eacute;rminos demogr&aacute;ficos se encuentren hoy en d&iacute;a en general fuera de los espacios occidentales, y que las dos principales metr&oacute;polis de principios del XX.</p>
  • <p>Si nos situamos en un terreno exclusivamente econ&oacute;mico, &iquest;se puede considerar que el capitalismo tiene un l&iacute;mite hist&oacute;rico? Por su parte, la gran marxista Rosa Luxemburgo respond&iacute;a diciendo que s&iacute;, indudablemente, el capitalismo, en tanto que modo de producci&oacute;n, llegar&iacute;a a un estadio &uacute;ltimo en que se convertir&iacute;a en &ldquo;una imposibilidad econ&oacute;mica objetiva&rdquo;, ella descartaba, no obstante, esta eventualidad al considerar que antes incluso de que el capitalismo hubiese podido recorrer la totalidad de su trayectoria hist&oacute;rica, &laquo;la exasperaci&oacute;n de los antagonismos sociales y pol&iacute;ticos&raquo; crear&iacute;a &laquo;una situaci&oacute;n tan insostenible&raquo; que no habr&iacute;a necesidad de que el capitalismo alcanzase un tal extremo par desaparecer. Esto fue escrito en 1913 en su ensayo <em>La Acumulaci&oacute;n del capital</em>. Casi 90 a&ntilde;os despu&eacute;s, &iquest;es posible todav&iacute;a sostener semejante punto de vista?</p>
  • <p>Con el t&eacute;rmino fascismo suele aludirse a un conjunto de pr&aacute;cticas e ideas &mdash;que van desde el uso de t&eacute;cnicas de violencia de masas hasta el racismo y el antisemitismo&mdash; identificadas a menudo con el despotismo, el nacional-populismo reaccionario o el supremacismo. Pero Karl Polanyi considera estos aspectos insuficientes a la hora de entender el alcance del fen&oacute;meno en profundidad.</p> <p>Para el autor de <em>La gran transformaci&oacute;n</em>, los fascismos son &laquo;el m&aacute;s reciente y m&aacute;s virulento estallido del virus antidemocr&aacute;tico que era inherente al capitalismo industrial desde sus comienzos&raquo;, ya que son las instituciones de la sociedad de mercado las que llevan en s&iacute; mismas la necesidad de desmantelar cualquier forma de gobierno popular. Es tambi&eacute;n un movimiento que va m&aacute;s all&aacute; de la pulsi&oacute;n autoritaria, al tener una vocaci&oacute;n de masas, de atravesar la vida y la sociedad entera.</p> <p>Pero la peculiaridad de <em>La naturaleza del fascismo </em>es el formato y el arco temporal en el que estos textos fueron redactados. Aqu&iacute; se recoge un conjunto de escritos &mdash;muchos de ellos in&eacute;ditos en castellano, algunos nunca publicados en ning&uacute;n idioma y todos de nueva traducci&oacute;n a cargo de Fernando Soler&mdash; elaborados entre 1923 y 1944.</p> <p>En ellos, un Polanyi casi desconocido piensa en el terreno de la urgencia sin abandonar la profundidad. En pleno auge de los fascismos, cuando estos emerg&iacute;an como una amenaza total e ineludible, desarrolla un conjunto de reflexiones y tentativas anal&iacute;ticas que, cerca de cien a&ntilde;os despu&eacute;s, resultan imprescindibles para comprender nuestro propio momento.</p>
  • <p>Karl Polanyi muestra como las sociedades humanas han estado estructuradas por tres formas de relaci&oacute;n socioecon&oacute;mica, repetidas en sistemas distintos a lo largo de la historia de la humanidad: la redistribuci&oacute;n, el intercambio y la reciprocidad.</p> <p>No obstante, las llamadas &laquo;leyes de la ciencia econ&oacute;mica&raquo; han instaurado una manera de entender el mundoseg&uacute;n la cual la l&oacute;gica de la sociedad de mercado conformar&iacute;a un continuum, en el que los valores liberales del <em>homo economicus</em> ser&iacute;an una especie de esencia de las relaciones humanas. A su vez, la lectura marxista contribuy&oacute; a presentar la econom&iacute;a como un espacio aut&oacute;nomo y determinante de la sociedad.</p> <p>El autor austr&iacute;aco pone en cuesti&oacute;n ambas lecturas y, desde un profundo conocimiento antropol&oacute;gico, evidencia que el capitalismo y la sociedad de mercado son m&aacute;s bien una excepci&oacute;n dentro de los modos de organizaci&oacute;n de las sociedades humanas.</p>
  • La gran transformación es una lectura imprescindible para entender los endiablados mecanismos del absolutismo económico que caracterizan el tiempo y el sistema en que habitamos.
  • <p><em>&laquo;Una extra&ntilde;a locura se ha apoderado de las clases obreras de los pa&iacute;ses en que reina la civilizaci&oacute;n capitalista. Esa locura es responsable de las miserias individuales y sociales que, desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad. Esa locura es el amor al trabajo, la pasi&oacute;n moribunda del trabajo, que llega hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su prole.&raquo;</em></p> <p>Probablemente, Lafargue bailar&iacute;a hoy con gusto al son de La Polla Records aquello de &laquo;no disfrutamos en el paro, ni disfrutamos<br /> trabajando&raquo;. La desquiciante situaci&oacute;n de desempleo masivo que se vive en la actualidad, y la no menos desquiciante precariedad de quienes tienen un puesto de trabajo; en definitiva, el perfeccionamiento del chantaje de un mercado de trabajo que no deja de ser un mercado de personas, le da una vigencia inquietante a este texto escrito en el siglo XIX.</p> <p>Todav&iacute;a hoy existe un encumbramiento moral del trabajo, en<br /> un mundo en que tanto el privilegio de ser explotado como la imposibilidad de serlo son formas compatibles, convergentes y paralelas de destrucci&oacute;n social y psicol&oacute;gica de las personas. Ya en su tiempo, Lafargue detect&oacute; l&uacute;cidamente lo que no es m&aacute;s que pensamiento m&aacute;gico; esa religi&oacute;n del trabajo, que incluso las corrientes mayoritarias del movimiento obrero tomaron como propia.</p>
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