capitalismo

  • <p><em>huertos de libertad</em> &eacute;s un poemario del escritor Gustavo Duch, quien planta versos para estinguir el capitalismo. Los versos aqu&iacute; recogidos, crecen en su huerto, ubicado en Bellmunt de Segarra, a 8 km de Santa Coloma y con menos de 20 habitantes.</p> <p>En huertos de libertad se presenta el huerto como una novela, con plantamiento, nudo y desenlace, y se divide en los siguientes cap&iacute;tulos: novela, provechos, relatos en el huerto,huertas lucha, huertas fruto, extinci&oacute;n en el huerto, visitas en el huerto, gram&aacute;tica y pancartas (vistas y no vistas).</p> <p>Adem&aacute;s este libro est&aacute; hecho con un papel muy especial, un papel&nbsp; hierba Graspapier. Un papel certificado, que cumple con los criterios de ecoedici&oacute;n que siempre implementamos en las producciones de Pol&middot;len Edicions. Criterios que tienen como objetivo minimizar el impacto medioambiental de la producci&oacute;n del libro y entre lo cuales, adem&aacute;s del papel, podemos destacar, por ejemplo, la producci&oacute;n local o el ecodise&ntilde;o.&nbsp; Como resultado de esta pr&aacute;ctica,&nbsp; en todos nuestro libros podr&eacute;is encontrar siempre la mochila ecol&oacute;gica; una herramienta de comunicaci&oacute;n ambiental donde os informamos de la huella que ha tenido la producci&oacute;n de este libro.</p>
  • <p>El campo de la geograf&iacute;a cr&iacute;tica ha experimentado una creativa explosi&oacute;n en las &uacute;ltimas d&eacute;cadas. La geograf&iacute;a ha pasado de ser una disciplina presuntamente neutra, dedicada a espacializar fen&oacute;menos objetivos (los climas, la poblaci&oacute;n, las infraestructuras), a convertirse en un verdadero campo de batalla en la explicaci&oacute;n de la producci&oacute;n de las formas de dominio y, concretamente, del capitalismo contempor&aacute;neo. En Desarrollo desigual, un cl&aacute;sico en su campo, Neil Smith ofrece la primera teor&iacute;a completa del desarrollo geogr&aacute;fico desigual, entrelazando teor&iacute;as del espacio y lo que llama &laquo;producci&oacute;n de la naturaleza&raquo; con una cr&iacute;tica del desarrollo capitalista. Con sus an&aacute;lisis pioneros, el trabajo de Smith anticip&oacute; muchos de los contornos desiguales que ahora marcan la globalizaci&oacute;n neoliberal.</p> <p>Principal compa&ntilde;ero de David Harvey (quien a su vez prologa este libro) en la reelaboraci&oacute;n cr&iacute;tica de los estudios sobre el espacio, Neil Smith se ha convertido en una referencia obligada para cualquiera que est&eacute; interesado en entender las geograf&iacute;as contempor&aacute;neas del capitalismo. Esta tercera edici&oacute;n de Desarrollo desigual, traducida por primera vez al castellano, incluye un ep&iacute;logo que actualiza su an&aacute;lisis en el marco de la reciente crisis de la globalizaci&oacute;n neoliberal.</p>
  • <p>&laquo;La obra de Rocker es extraordinariamente instructiva y testimonia una rara originalidad de esp&iacute;ritu. Incontables hechos y relaciones se han expuesto en ella de una manera completamente nueva y persuasiva&raquo;.&mdash;Albert Einstein.</p> <p>&laquo;La obra de Rocker supone una contribuci&oacute;n fundamental a la filosof&iacute;a pol&iacute;tica, tanto por su an&aacute;lisis profundo y amplio de muchos autores famosos como por su brillante cr&iacute;tica a la idolatr&iacute;a del Estado, la superstici&oacute;n m&aacute;s difundida y funesta de nuestro tiempo&raquo;.&mdash;Bertrand Russell.</p> <p>Escritas casi a la par que su obra m&aacute;s importante, Nacionalismo y cultura &mdash;y complementarias a esta&mdash;, las gemas que componen este libro, publicadas en la prensa anarquista de principios del siglo xx a ambos lados del Atl&aacute;ntico, son &mdash;todav&iacute;a hoy&mdash; de una clarividencia asombrosa para diseccionar el nacionalismo, el fascismo y el culto a la religi&oacute;n del Estado.</p>
  • <p>Aaron Benanav: La automatizaci&oacute;n y el futuro del trabajo</p> <p>La primera de una revaluaci&oacute;n global publicada en dos partes de los v&iacute;nculos existentes entre los avances tecnol&oacute;gicos y las disfunciones del mercado de trabajo capitalista. &iquest;C&oacute;mo puede aclarar el discurso sobre la automatizaci&oacute;n las din&aacute;micas que se producen en el seno de la econom&iacute;a productiva? El auge de la rob&oacute;tica frente a la sobrecapacidad industrial para explicar la crisis cada vez m&aacute;s profunda del subempleo.</p> <p>Alain Supiot: Un artista de la ley</p> <p>El contraste de ideas opuestas y los peligros de la ca&iacute;da en el poder arbitrario: la educaci&oacute;n recibida por Kafka en el principio de contradicci&oacute;n procesal como explicaci&oacute;n del estilo de su prosa y de sus inquietudes presentes en El proceso y en otras obras.</p> <p>Perry Anderson: &iquest;Situacionismo a la inversa?</p> <p>A partir de la extensa rese&ntilde;a publicada por C&eacute;dric Durand en la nlr 116/117, Perry Anderson rastrea las pistas pol&iacute;ticas y metodol&oacute;gicas que subyacen en Crashed, de Adam Tooze, a la luz del resto de la obra del autor. Desde la Paz de 1919 hasta las l&iacute;neas de canje de d&oacute;lares organizadas por la Reserva Federal en 2008, el auge tantas veces anunciado de una potencia hegem&oacute;nica estadounidense benefactora.</p> <p>Johnny Rodger: La biblioteca que desaparece</p> <p>En dos ocasiones consumida por el fuego y a punto de ser reconstruida de nuevo, &iquest;en qu&eacute; sentido puede decirse que a&uacute;n exista la biblioteca de la Glasgow School of Arts, obra de Charles Rennie Mackintosh? La desrealizaci&oacute;n freudiana, la duda cartesiana y una alegor&iacute;a ga&eacute;lica son conjuradas por los recuerdos de las vigas reconstruidas y de sus restos quemados rememorados por un investigador residente.</p> <p>Lola Seaton: Los fines de la cr&iacute;tica</p> <p>Como respuesta al reciente debate entre Francis Mulhern y Joseph North acerca de los instrumentos y objetivos de la cr&iacute;tica literaria, Lola Seaton analiza la interacci&oacute;n del m&eacute;todo y la experiencia personal en El campo y la ciudad, de Raymond Williams, y su reencarnaci&oacute;n contempor&aacute;nea en la &laquo;espectrolog&iacute;a&raquo; de Mark Fisher en K-Punk.</p> <p>cr&iacute;tica</p> <p>Benjamin Kunkel rese&ntilde;a The Socialist Manifesto. A Case for the Democratic-Socialist Transformation of the United States, de Bhaskar Sunkara. Una propuesta para la transformaci&oacute;n democr&aacute;tico-socialista de Estados Unidos, que extrae ense&ntilde;anzas de los fracasos del siglo xx.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Robin Blackburn rese&ntilde;a The Future of Capitalism, de Paul Collier. Un programa para enderezar los fracasos del capitalismo contempor&aacute;neo mediante un regreso a la pol&iacute;tica comunitaria pragm&aacute;tica del &laquo;extremo centro&raquo;.</p> <p>&nbsp;</p> <p>Susan Watkins rese&ntilde;a Down Girl, de Kate Manne. Un argumento moral-filos&oacute;fico para el feminismo de las privilegiadas, contempladas como las primeras v&iacute;ctimas de una pol&iacute;tica mis&oacute;gina.</p>
  • <p>Despu&eacute;s de a&ntilde;os de bonanza econ&oacute;mica, con la irrupci&oacute;n de la crisis la cooperaci&oacute;n internacional en Catalu&ntilde;a y el Estado sufri&oacute; los peores recortes entre todas las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas. En la &uacute;ltima d&eacute;cada, el internacionalismo ha experimentado una reformulaci&oacute;n para poder conectar con la situaci&oacute;n de nuestro pa&iacute;s y seguir ejerciendo de puente entre las luchas y aspiraciones de la sociedad a un lado y el otro del mar. Una transformaci&oacute;n orientada a exigir m&aacute;s coherencia en las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas y no solo m&aacute;s presupuestos; a hacerse m&aacute;s feminista y plantearse profundizar en los cuidados; o incorporar las nuevas urgencias que la sociedad plantea, como actuar contra la emergencia clim&aacute;tica o la crisis de personas refugiadas.</p> <p>Todo ello en medio de un cambio de &eacute;poca, en lo pol&iacute;tico y social, que ha tensionado en consecuencia nuestra sociedad y nuestras organizaciones y administraciones. Hubo un d&iacute;a en el que fue preciso volver a pisar las calles para seguir teniendo un sentido y una raz&oacute;n para existir.</p>
  • <p>En el siglo actual, el hambre de ordinario ha ido de la mano de las guerras, las crisis pol&iacute;ticas, la corrupci&oacute;n, la autocracia, la plutocracia, las desigualdades sociales, la marginaci&oacute;n, la desidia o la incompetencia de muchos gobernantes, su perfidia y deslealtad traicionera hacia sus pueblos, o de la falta de previsi&oacute;n sobre fen&oacute;menos naturales adversos, entre otros factores que se analizan en este libro. Observando medio centenar de pa&iacute;ses, el autor se centra en c&oacute;mo los actos, el orden de prioridades y las decisiones pol&iacute;ticas tomadas, o su ausencia (por omisi&oacute;n), condicionan que la gente pase hambre. El hambre o la subalimentaci&oacute;n cr&oacute;nica es, evidentemente, una violencia f&iacute;sica y directa, que puede incluso matar a las personas que la sufren durante un per&iacute;odo de tiempo. Pero es tambi&eacute;n una violencia estructural, en la medida que hay unas condiciones econ&oacute;micas, pol&iacute;ticas y sociales que la promueven, mantienen y perpet&uacute;an.</p>
  • <p>Y el mayor m&eacute;rito del libro que tiene el lector en sus manos es la claridad con que ha comprendido su autor la capacidad y profundidad que confiere a cualquier trabajo te&oacute;rico, desarrollado en la estela de Marx, prescindir de objeciones simplistas y de supuestas novedades&quot; que presuntamente socavar&iacute;an la actualidad de estos fundamentos (por ejemplo, de un supuesto &quot;precariado&quot; que vendr&iacute;a a superar, y no a actualizar, el concepto de un proletariado que es, en esencia, precario, precisamente porque es mercanc&iacute;a y sigue la ley del valor)? y otras peque&ntilde;as cosas por el estilo.&quot; (Del Pr&oacute;logo del profesor Diego Guerrero)</p>
  • <p>La devastadora crisis financiera desatada en 2008 ha multiplicado la presencia en nuestra sociedad de la figura del &laquo;emprendedor&raquo;. Con el colapso del modelo laboral tradicional, la democratizaci&oacute;n del emprendedor parece ser la &uacute;nica respuesta que las instituciones son capaces de ofrecer ante la burbuja del trabajo y la escasez de empleo.&nbsp;</p> <p>M&aacute;s que como una figura econ&oacute;mica, este nuevo emprendedor se entiende como el portador cultural y social que re&uacute;ne el esp&iacute;ritu del nuevo hombre acorde al proyecto de clase neoliberal. En esta tesitura, emprender significa lograr convertirse uno mismo en un producto que se ofrece a otros, los que ostentan capital, llamando su atenci&oacute;n para que vean en tu persona un valor a explotar, a emplear. Ya no hay nada que no se mida y se entienda como una relaci&oacute;n empresarial; nacemos como deudores, culpables de no lograr adaptarnos a los ritmos de la competencia. Nos convencemos de ello cuando, carne de coaching y autoayuda, recorremos el camino a la servidumbre y nos hundimos en la charca de los perdedores.</p> <p>Solo siendo capaces de organizarnos, de manera que la cooperaci&oacute;n domine a la competencia, podremos empezar a construir la subversi&oacute;n contra el totalitarismo de la empresa-mundo. Para esta ardua tarea contamos con dos aliados de lujo. Por un lado, Homer Simpson es nuestro hombre; a trav&eacute;s de &eacute;l descubrimos qui&eacute;nes somos. En el mismo equipo juega Lenin, pero el Lenin publicista, no la momia. O lo damos nosotros o nos lo dan a nosotros: renta b&aacute;sica o empleabilidad, democracia o barbarie.</p>
  • <p>Marx entendi&oacute; el capitalismo como una etapa necesaria para llegar a una sociedad sin clases en un mundo sin escasez. Fascinado por la potencia productiva del capitalismo industrial que tan ferozmente combat&iacute;a, dej&oacute; de lado la explotaci&oacute;n del trabajo no asalariado, el trabajo no pagado de las mujeres dedicado a la reproducci&oacute;n de la mano de obra; un trabajo que consideraba natural y arcaico. Estas dos limitaciones del trabajo te&oacute;rico de Marx marcaron en enorme medida el desarrollo de las teor&iacute;as y luchas marxistas, centradas desde entonces en la f&aacute;brica y casi siempre magnetizadas por el fetichismo tecnol&oacute;gico.<br /> <br /> Silvia Federici y otras feministas de los a&ntilde;os setenta, tomando a Marx pero siempre m&aacute;s all&aacute; de Marx, partieron de su idea de que &quot;el capitalismo debe producir el m&aacute;s valioso medio de producci&oacute;n, el trabajador mismo&quot;. A fin de explotar esta producci&oacute;n se estableci&oacute; el patriarcado del salario. La exclusi&oacute;n de las mujeres del salario otorga un inmenso poder de control y disciplina a los varones a la vez que esvaloriza e invisibiliza su trabajo. Esta invisibilizaci&oacute;n no solo es &uacute;til para explotar el gigantesco &aacute;mbito de la reproducci&oacute;n de la fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, y al igual que la desvalorizaci&oacute;n de otras muchas figuras (esclavos, colonizados, migrantes), sirve al capitalismo en su principal objetivo: construir un entramado de desigualdades en el cuerpo del proletariado mundial que le permita reproducirse.</p>
  • <p>De la emancipaci&oacute;n de la servidumbre a las herej&iacute;as subversivas, un hilo rojo recorre la historia de la transici&oacute;n del feudalismo al capitalismo. Todav&iacute;a hoy expurgado de la gran mayor&iacute;a de los manuales de historia, la imposici&oacute;n de los poderes del Estado y el nacimiento de esa formaci&oacute;n social que acabar&aacute; por tomar el nombre de capitalismo no se produjeron sin el recurso a una extrema violencia. La acumulaci&oacute;n originaria exigi&oacute; la derrota de los movimientos campesinos y urbanos, que normalmente bajo la forma de la herej&iacute;a religiosa reivindicaron y pusieron en pr&aacute;ctica diversos experimentos de vida comunal y reparto de la riqueza. Su aniquilaci&oacute;n abri&oacute; el camino a la formaci&oacute;n del Estado moderno, la expropiaci&oacute;n y cercado de las tierras comunes, la conquista&nbsp; y expolio de Am&eacute;rica, la apertura del comercio de esclavos a gran escala y una guerra contra las formas de vida y las culturas populares que tom&oacute; a las mujeres como su principal objetivo.</p> <p>Al analizar la quema de brujas, Federici no s&oacute;lo desentra&ntilde;a uno de los episodios m&aacute;s inefables de la historia moderna, sino el coraz&oacute;n de una poderosa din&aacute;mica de expropiaci&oacute;n social dirigida sobre el cuerpo y la reproducci&oacute;n femenina. &Eacute;sta constituye a un tiempo el acta de nacimiento de nuestra &eacute;poca como el registro de unas voces imprevistas (las de los subalternos: Calib&aacute;n y la bruja) que todavia hoy resuenan con fuerza en las luchas que resisten a la continua actualizaci&oacute;n de la violencia originaria.</p>
  • <p>Desde 1994 hasta el 2008, la Renta B&aacute;sica fue llamada por m&aacute;s de &iexcl;30 nombres diferentes! Esta confusi&oacute;n nos llev&oacute; a precisar su verdadero contenido en dos trabajos: <em>Ante la falta de derechos, &iexcl;&iexcl;Renta B&aacute;sica YA!!</em> y en <em>La cultura de las rentas b&aacute;sicas</em>, ambos publicados conjuntamente por Virus editorial y Baladre. <em>La Renta B&aacute;sica seg&uacute;n San Pablo</em> es una de esas reflexiones que naci&oacute; para defenderla de los mencionados detractores de este derecho burgu&eacute;s tan importante para el bienestar de la ciudadan&iacute;a. En ese momento en que la RB hac&iacute;a su aparici&oacute;n en los &aacute;mbitos concienciados y del poder, entend&iacute;amos &quot;que una propuesta que postula la concesi&oacute;n de una renta b&aacute;sica a todas las personas como un derecho ciudadano, incondicionalmente, sin contrapartida, y sin exigir nada a cambio&quot;, fuese rechazada y denigrada por los poderes f&aacute;cticos que controlan y se benefician del sistema capitalista. Como dato para la historia de la censura en este pa&iacute;s, hay que a&ntilde;adir que los miembros de la direcci&oacute;n de la revista <em>Mientras Tanto</em> se negaron a publicar este texto por contener una r&eacute;plica al art&iacute;culo de Jorge Reichmann, miembro del consejo de redacci&oacute;n en ese momento.</p>
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