<p>Nadie duda hoy en d&iacute;a que China sea un pa&iacute;s de suma importancia, uno de los principales actores de la geopol&iacute;tica y econom&iacute;a mundial. Pero al p&uacute;blico en general le faltan conocimientos lo suficientemente profundos de la realidad china para comprender c&oacute;mo funciona y c&oacute;mo reacciona a los sucesos de escala global. El aumento del poder econ&oacute;mico de zonas no pertenecientes a la UE ni a EE.UU. lleva a muchos analistas a hablar de un nuevo orden mundial &laquo;pos-occidental&raquo;. Si Europa y Estados Unidos no han sabido c&oacute;mo reaccionar a estos cambios, se debe en parte al exceso de confianza en el valor &laquo;universal&raquo; del modelo de desarrollo euroestadounidense en la historia moderna, as&iacute; como a la ausencia de nuevos planteamientos que permitan comprender las transformaciones que surgen de historias sociales, econ&oacute;micas y pol&iacute;ticas distintas: los paradigmas propios de las circunstancias euroestadounidenses se convirtieron en &laquo;paradogmas&raquo; que han acabado constri&ntilde;endo sus perspectivas. De momento, China defiende un mundo multipolar y diverso como alternativo a la hegemon&iacute;a. Las grandes preguntas que debe contestar cualquier proyecci&oacute;n de futuro son: &iquest;c&oacute;mo ser&aacute; o deber&iacute;a ser un orden mundial con China como potencia preeminente?, y &iquest;c&oacute;mo responder&aacute;n las actuales potencias ante esta nueva situaci&oacute;n?</p>