colapso ecologico;

  • <p>&iquest;Podr&aacute; el capitalismo encontrar energ&iacute;a suficiente para satisfacer sus necesidades? Para responder a esta pregunta Sandrine Aumercier polemiza con distintos an&aacute;lisis elaborados desde corrientes ecologistas, marxistas y antindustriales. Su ensayo sigue la estela de autores como Robert Kurz, Moishe Postone o Anselm Jappe (autor del pr&oacute;logo), actualizando sus planteamientos. Relaciona la crisis energ&eacute;tica con la crisis del valor que se produce en el seno del sistema capitalista, refutando la tesis tecnoptimista seg&uacute;n la cual la m&aacute;quina nos liberar&aacute; del trabajo.</p> <p>La crisis energ&eacute;tica constituye un muro para el metabolismo capitalista, cuya demanda de energ&iacute;a aumenta permanentemente. El sistema se dirige hacia un <em>impasse</em> autodestructivo:&nbsp;no puede haber crecimiento econ&oacute;mico ilimitado en un mundo en el que los recursos tienden a agotarse. La autora se remonta hasta los or&iacute;genes de las leyes de la termodin&aacute;mica desvelando las incongruencias existentes en la base misma del productivismo. Tambi&eacute;n articula una cr&iacute;tica demoledora de las energ&iacute;as renovables desmontando el mito de la sustituibilidad.</p>
  • <p>&laquo;Estamos condenados. El desenlace es la muerte, con el final de la mayor parte de la vida en el planeta&raquo;. La demoledora sentencia del cient&iacute;fico social Mayer Hillman, acerca del funesto destino que aguarda a la especie humana a medida que avanza de forma irreversible el proceso de volver completamente &ldquo;asqueroso&rdquo; su propio nido, describe de forma descarnada la dram&aacute;tica tesitura en la que nos hallamos actualmente. Y el responsable de la cat&aacute;strofe hacia la que nos encaminamos aceleradamente est&aacute; adem&aacute;s perfectamente identificado: un modo de organizaci&oacute;n social completamente irracional, basado en las fr&iacute;as aguas del inter&eacute;s ego&iacute;sta en las que navegan los poseedores del poder y el dinero.</p> <p>El movimiento ecologista debe, en base a lo anterior, asumir un protagonismo muy destacado en la denuncia del Armageddon en ciernes y en el ejercicio del liderazgo en la potenciaci&oacute;n de todas las formas posibles de luchas sociales anticapitalistas que pugnen por evitar in extremis el peor de los escenarios posibles.</p> <p>La cuesti&oacute;n capital ser&iacute;a pues la siguiente: &iquest;existe una correspondencia entre la dureza del diagn&oacute;stico &ldquo;terminal&rdquo; del paciente y la radicalidad de las pr&aacute;cticas sociopol&iacute;ticas y de las propuestas transformadoras del movimiento ecologista en pos de aunar la preservaci&oacute;n del fracturado metabolismo socionatural con la liberaci&oacute;n del yugo del capital? Esta es la pregunta decisiva de la que parte el presente libro.</p>
  • <p>La historia no est&aacute; escrita todav&iacute;a, pero es un momento crucial marcado por las amenazas de los totalitarismos neoliberales de ultraderecha, de la guerra y el genocidio. Repensar la vida en com&uacute;n en estos tiempos extra&ntilde;os es posible, pero para ello es preciso mirar d&oacute;nde estamos y obligarnos a redefinir las cuestiones m&aacute;s antiguas de la justicia social y de la pol&iacute;tica.</p> <p>Este libro no hace una predicci&oacute;n agorera. Es un aviso rabioso y dolorido. Se ti&ntilde;e del dolor y la rabia de quienes aman la vida y a la gente, de aquellos a quienes les importan todas las vidas y no se resignan a descartarlas.</p>
  • <p>El capitalismo est&aacute; atrapado en una aparente crisis interminable con estancamiento econ&oacute;mico y agitaci&oacute;n en todo el planeta. Mientras la atenci&oacute;n mundial ha estado obsesionada con el problema econ&oacute;mico, las condiciones ambientales globales han empeorado r&aacute;pidamente y confrontan a la humanidad con su crisis definitiva: la de la supervivencia a largo plazo.</p> <p>Karl Marx, inspirado por el qu&iacute;mico alem&aacute;n Justus von Liebig, argument&oacute; que la relaci&oacute;n del capitalismo con su entorno natural era la de un sistema de robo que condujo a una brecha irreparable en el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza. En el siglo XXI, estas ideas cl&aacute;sicas sobre la degradaci&oacute;n de la tierra causada por el capitalismo se han convertido en la base de extraordinarios avances en la teor&iacute;a y la pr&aacute;ctica del ecosocialismo contempor&aacute;neo.</p> <p>En <em>El robo de la naturaleza</em>, Jhon Bellamy Foster y Brett Clark examinan el saqueo de la naturaleza a trav&eacute;s de la producci&oacute;n de mercanc&iacute;as y c&oacute;mo ha llevado a la actual brecha antropog&eacute;nica en el sistema terrestre. La crisis ecol&oacute;gica se extiende m&aacute;s all&aacute; de las cuestiones tradicionales de la de lucha de clases. Una ruptura corporal en la organizaci&oacute;n f&iacute;sica de los propios seres vivos que plantea cuestiones cr&iacute;ticas para la reproducci&oacute;n social, el capitalismo racial, el especismo alienado y el imperialismo ecol&oacute;gico. Siguiendo a Marx, nadie es due&ntilde;o de la Tierra. Debemos mantenerla, colectivamente, para las generaciones futuras y los innumerables y diversos habitantes del planeta. Debemos romper con el capitalismo.</p>
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