colonialismo

  • <p>Despu&eacute;s de a&ntilde;os de bonanza econ&oacute;mica, con la irrupci&oacute;n de la crisis la cooperaci&oacute;n internacional en Catalu&ntilde;a y el Estado sufri&oacute; los peores recortes entre todas las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas. En la &uacute;ltima d&eacute;cada, el internacionalismo ha experimentado una reformulaci&oacute;n para poder conectar con la situaci&oacute;n de nuestro pa&iacute;s y seguir ejerciendo de puente entre las luchas y aspiraciones de la sociedad a un lado y el otro del mar. Una transformaci&oacute;n orientada a exigir m&aacute;s coherencia en las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas y no solo m&aacute;s presupuestos; a hacerse m&aacute;s feminista y plantearse profundizar en los cuidados; o incorporar las nuevas urgencias que la sociedad plantea, como actuar contra la emergencia clim&aacute;tica o la crisis de personas refugiadas.</p> <p>Todo ello en medio de un cambio de &eacute;poca, en lo pol&iacute;tico y social, que ha tensionado en consecuencia nuestra sociedad y nuestras organizaciones y administraciones. Hubo un d&iacute;a en el que fue preciso volver a pisar las calles para seguir teniendo un sentido y una raz&oacute;n para existir.</p>
  • <p>&laquo;&iquest;Cu&aacute;l es la magnitud cr&iacute;tica que conduce al abuso? La respuesta no es muy dif&iacute;cil. Es todo aquel volumen de poder que confiere inmunidad frente a la represalia. [...] lo que podr&iacute;amos llamar la &ldquo;teor&iacute;a del poder de la miseria social&rdquo;.&raquo;</p> <p>El colapso de las naciones es un ensayo en forma de s&aacute;tira que reivindica para nuestros d&iacute;as la &laquo;idea de la proporci&oacute;n&raquo;: una propuesta humilde. Su incorrecci&oacute;n pol&iacute;tica denuncia el culto al tama&ntilde;o como la patolog&iacute;a esencial del siglo XX. Y lo hace con un estilo c&aacute;ustico que, por momentos, nos recuerda a la iron&iacute;a de Swift o la l&iacute;rica de Safo.</p> <p>Hoy &mdash;m&aacute;s de medio siglo despu&eacute;s de su primera publicaci&oacute;n en 1957&mdash;, revisitamos los escenarios nacionales para confirmar que los abusos que Leopold Kohr describi&oacute; contin&uacute;an impunes. El autor plantea que para revertir esta din&aacute;mica es necesario el desmembramiento de los vastos complejos nacionales y que los Estados naci&oacute;n renuncien a su hegemon&iacute;a. Aunque la propuesta parezca ingenua, en el mundo contempor&aacute;neo solo las grandes potencias poseen la dimensi&oacute;n que permite extender la miseria social que intentamos prevenir.</p> <p>Su cr&iacute;tica anticip&oacute; los l&iacute;mites de la l&oacute;gica de bloques tanto dentro como fuera de la eurozona, y reinterpret&oacute; el colapso global como una crisis indefectible de la magnitud cr&iacute;tica. En pleno siglo XXI, con el mantra de la unificaci&oacute;n salvapatrias de regreso, su vigencia es innegable. Como dijo Gulliver durante uno de sus viajes: &laquo;La raz&oacute;n no aumenta con el tama&ntilde;o del cuerpo&raquo;.</p>
  • <p>De la emancipaci&oacute;n de la servidumbre a las herej&iacute;as subversivas, un hilo rojo recorre la historia de la transici&oacute;n del feudalismo al capitalismo. Todav&iacute;a hoy expurgado de la gran mayor&iacute;a de los manuales de historia, la imposici&oacute;n de los poderes del Estado y el nacimiento de esa formaci&oacute;n social que acabar&aacute; por tomar el nombre de capitalismo no se produjeron sin el recurso a una extrema violencia. La acumulaci&oacute;n originaria exigi&oacute; la derrota de los movimientos campesinos y urbanos, que normalmente bajo la forma de la herej&iacute;a religiosa reivindicaron y pusieron en pr&aacute;ctica diversos experimentos de vida comunal y reparto de la riqueza. Su aniquilaci&oacute;n abri&oacute; el camino a la formaci&oacute;n del Estado moderno, la expropiaci&oacute;n y cercado de las tierras comunes, la conquista&nbsp; y expolio de Am&eacute;rica, la apertura del comercio de esclavos a gran escala y una guerra contra las formas de vida y las culturas populares que tom&oacute; a las mujeres como su principal objetivo.</p> <p>Al analizar la quema de brujas, Federici no s&oacute;lo desentra&ntilde;a uno de los episodios m&aacute;s inefables de la historia moderna, sino el coraz&oacute;n de una poderosa din&aacute;mica de expropiaci&oacute;n social dirigida sobre el cuerpo y la reproducci&oacute;n femenina. &Eacute;sta constituye a un tiempo el acta de nacimiento de nuestra &eacute;poca como el registro de unas voces imprevistas (las de los subalternos: Calib&aacute;n y la bruja) que todavia hoy resuenan con fuerza en las luchas que resisten a la continua actualizaci&oacute;n de la violencia originaria.</p>
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