crisis, capitalismo

  • La crisis

    19,00
    <p>La crisis actual no es ni una crisis financiera ni la suma de crisis sist&eacute;micas m&uacute;ltiples (energ&eacute;tica, alimentaria, ecol&oacute;gica, clim&aacute;tica), sino la crisis del capitalismo oligop&oacute;lico, que ha alcanzado el estado de senilidad. El principio de acumulaci&oacute;n sin fin que define al capitalismo es sin&oacute;nimo de crecimiento <br /> exponencial, y &eacute;ste, como el c&aacute;ncer, lleva en s&iacute; la muerte. Y son las contradicciones internas propias del proceso de acumulaci&oacute;n del capital las responsables del hundimiento financiero del 2008. Por eso, la profundizaci&oacute;n de la crisis no podr&aacute; evitarse, ni siquiera aceptando la hip&oacute;tesis de una recuperaci&oacute;n exitosa &mdash;aunque temporal&mdash; del sistema de dominaci&oacute;n del capital por parte de los oligopolios. En estas condiciones, la radicalizaci&oacute;n posible de las luchas no debe verse como algo imposible. &iquest;Conseguir&aacute;n converger estas luchas para abrir el camino a la larga ruta de transici&oacute;n al socialismo mundial?</p>
  • <p>La crisis es hoy el fantasma que recorre Europa. De los rescates financieros de los a&ntilde;os 2008 y 2009 a la crisis de la deuda p&uacute;blica de los pa&iacute;ses de la Europa &laquo;perif&eacute;rica&raquo;, una constante subyace a todas las medidas: los intereses y los beneficios financieros van primero. Aunque ello cueste el bienestar inmediato y futuro de poblaciones enteras. Aunque esto implique el desmantelamiento de los sistemas de pensiones y el retroceso de derechos sociales conquistados hace d&eacute;cadas. Aunque tales pol&iacute;ticas deslicen al conjunto de la econom&iacute;a por la senda renqueante del estancamiento. La pr&oacute;xima d&eacute;cada no nos ofrece m&aacute;s que una nueva ronda de privatizaci&oacute;n de servicios y garant&iacute;as sociales, mayor retroceso de los salarios y una crisis social que todav&iacute;a hoy s&oacute;lo conocemos en su fase embrionaria. Por eso la crisis no es s&oacute;lo econ&oacute;mica, sino al mismo tiempo social y pol&iacute;tica. La actual coyuntura desvela sin pudor alguno la incapacidad de la clase pol&iacute;tica realmente existente para desplazar esta situaci&oacute;n a nada que no sea plegarse a los dictados de poderosos intereses econ&oacute;micos. En estas condiciones, quiz&aacute;s s&oacute;lo quede un &uacute;nico camino: dirigir la indignaci&oacute;n, apostar por una pol&iacute;tica construida desde abajo, perder el miedo impuesto por una atm&oacute;sfera mental infectada por la idea de la escasez y conquistar la alegr&iacute;a de un mundo que todav&iacute;a hoy, bajo la amenaza del inicio de una larga decadencia, es m&aacute;s rico que cualquiera de sus precedentes.</p>
Ir a Arriba