<p>[...] El Surrealismo est&aacute; presente all&iacute; donde no se instala la servidumbre, all&iacute; donde el hombre desespera de s&iacute; mismo. El Surrealismo es un estado en permanente revuelta contra todo y contra todos los que no aspiran a su liberaci&oacute;n. No se reconoce m&aacute;s que en lo que tiene de irreductible: una necesidad imperiosa de libertad, a cualquier precio. En tanto que surrealistas, no insistiremos lo suficiente en una cr&iacute;tica implacable de aquello que quiera impedir por cualquier medio la liberaci&oacute;n del hombre, su emancipaci&oacute;n en los dos terrenos: el del esp&iacute;ritu y el social. [...]</p> <p>Se cumplen casi veinte a&ntilde;os del inicio de la actividad del Grupo Surrealista de Madrid como tal, y de su m&aacute;s significativa publicaci&oacute;n, la revista Salamandra. Y sin conocer &ndash;ni mucho menos esperar&ndash; cuando llegar&aacute; su final, reunimos aqu&iacute;, dispuestos en orden cronol&oacute;gico, los escritos redactados de forma colectiva con la intenci&oacute;n de cortarle el paso a los acontecimientos y aportar su particular punto de vista con respecto a la omnipresente cuesti&oacute;n social. El lenguaje, la creaci&oacute;n, el intercambio, el trabajo, el deporte, la relaci&oacute;n con la naturaleza y lo salvaje, la psicogeograf&iacute;a, el juego, el encuentro de distintas cosmovisiones, etc., son &laquo;perfectas coartadas&raquo; para activar una cr&iacute;tica implacable al modelo actual de civilizaci&oacute;n, al que en todos sus aspectos se trata de hostigar, a la vez que se arroja nueva luz sobre las viejas formas de acci&oacute;n que se tornan da&ntilde;inas a la tarea de hacer avanzar la cr&iacute;tica al Viejo Mundo.</p> <p>Para llevar a buen puerto estos fines, el Grupo Surrealista de Madrid hace uso de la percepci&oacute;n, la experimentaci&oacute;n, el juego, la deriva y, en definitiva, de la experiencia de lo maravilloso. Todo esto se concreta en el plano pr&aacute;ctico en un proyecto pol&iacute;tico de vida po&eacute;tica, o lo que es lo mismo, en una &laquo;actividad colectiva empe&ntilde;ada en realizar los sue&ntilde;os&raquo;. Tal proyecto y tal actividad hacen del pensamiento de sensibilidad surrealista (lo que algunos definieron c&oacute;mo &laquo;el padre al que querr&iacute;amos ver muerto&raquo;) un sujeto enteramente vivo, que camina en direcci&oacute;n opuesta a las modernas ideolog&iacute;as &laquo;radicales&raquo; televisadas que ahora se nos ofrecen como manuales de supervivencia. Sin entrar &ndash;de momento&ndash; en la discusi&oacute;n de si el surrealismo es el padre al que odiamos o al que amamos, y al margen del etiquetaje dispuesto para el consumo, proponemos dejar los prejuicios a un lado y embadurnarnos en la harina que mancha este libro, para llegar a constatar en qu&eacute; medida la carga subversiva del surrealismo esta a&uacute;n muy lejos de ser desactivada.</p>