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<p>El 15 de septiembre de 1932 Buenaventura Durruti pronuncia un discurso ante cien mil personas, al pie de Montjuic. Era su primera aparición pública tras más de siete meses encarcelado y deportado. En un pasaje de su discurso Durruti dijo : “Creyeron lo gobernantes que los anarquistas éramos rebaño y que encarcelando a unos cuantos y deportando a otros tantos todo entraría en orden ; fallaron en sus cálculos : ignoran la razón del ser del anarquismo.”</p> <p>Meses antes, en enero de ese año, varios pueblos del Alto Llobregat se sublevan, desarman a los guardias, toman los ayuntamientos, forman comités revolucionarios y proclaman la instauración del Comunismo Libertario. Cinco días –“lo que dura la vida de una flor”- duró aquella inaudita experiencia revolucionaria. El Gobierno republicano decidió dar una lección sin precedentes, construyó una mentira de Estado y reprimió con escarnio a decenas de personas, en su mayoría anarquistas. Fue la oportunidad del poder para –a través de la denominada Ley de Defensa de la República- ejercer un duro golpe sobre la CNT y la FAI : encarcelados en un viejo barco –el Buenos Aires- más de cien anarquistas (entre ellos algunos que no habían tomado parte en la insurrección como Durruti o los hermanos Ascaso) fueron deportados sin rumbo cierto. La travesía duró meses. Tocaron puerto en Cádiz, Las Palmas, Dakar, Guinea y el Sahara. En su periplo sucedieron motines, huelgas de hambre, fugas, epidemias y la muerte de un deportado.</p> <p>Finalmente serían divididos en dos grupos : la mayoría extrañados en la Colonia Penitenciaria de Villa Cisneros, el resto enviado a Fuerteventura. Poco a poco el Gobierno fue liberando a pequeños grupos hasta que a finales de agosto los que habían sido designados como los “más peligrosos” quedaron libres y regresaron a Barcelona.</p>