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<p>"En busca del humanismo perdido" ofrece un análisis genealógico de la ética del reconocimiento de la pluralidad de culturas que componen el mosaico de la compleja civilización global en crisis. Este libro pone en diálogo los programas de las instituciones políticas globales y los saberes críticos universitarios. Concretamente, este libro examina los debates institucionales que se han producido en el seno de la ONU y la UNESCO en torno al humanismo y el respeto de la diversidad cultural. En el ámbito filosófico se analizan los debates en torno a la crítica del racismo que han venido formándose y transformándose desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, actualizando la antropología de Lévi-Strauss, la teoría poscolonial y los estudios culturales y subalternos.</p>
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<p>Vivimos tiempos de incertidumbre, en los que la eclosión de las corrientes posmodernas que cuestionan la racionalidad y toda una tradición que nos antecede parecen disolver la conciencia histórica conduciéndonos irremediablemente a una crisis de lo político. Ello supone caer en un relativismo extremo y en el escepticismo que llevan a los intelectuales a desconfiar de la mejor herencia ilustrada y de los frutos de la razón, a impugnar el carácter científico de las Ciencias Sociales y las Humanidades, a convertir la Historia en mero relato literario, incapaz de producir conocimiento veraz y objetivo.</p> <p>Francisco Erice analiza en estas páginas tales excesos. En defensa de la razón desvela qué late bajo estas corrientes posmodernas y qué consecuencias políticas, sociales e intelectuales conlleva pensar desde ellas, rastrea cómo han subyugado la producción histórica y nos invita a proseguir el proyecto emancipador de una genuina razón capaz de combatir la incertidumbre.</p>
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<p>En el demo ateniense de Alopece nació Sócrates, hijo de un escultor y una comadrona; corría el año 470 a.C. Sirvió militarmente a su ciudad en las batallas de Potidea, Delio y Anfípolis. Fue reconocido y estimado por sus camaradas de armas como un gran hoplita por la valentía demostrada en combate. Reacio a participar en la política activa de Atenas, sin embargo, jamás desobedeció las leyes patrias. Por azar le tocó ser epistátes en el deplorable juicio a los generales atenienses de la Batalla de las Arginusas. A lo largo de su dilatada vida, pues alcanzó los 71 años, conoció en su juventud el esplendor de la Atenas de Pericles; en su madurez vio y vivió las terribles pulsiones por el poder entre los estamentos democráticos y oligárquicos de la ciudad, así como la rendición absoluta a las fuerzas lacedemonias de la otrora gloriosa Atenas. En su vejez, tras la destrucción de los muros de la ciudad de Atenea y las acciones terribles ejecutadas por ciertos atenienses, que de alguna manera se relacionaban intelectualmente con Sócrates, así como por los soterrados odios y recelos acumulados durante años por ciertos segmentos de la ciudadanía más reaccionaria, finalmente, Sócrates fue condenado y ejecutado como un terrible y peligroso criminal para Atenas. ¿Cuál fue el deleznable delito que el padre de la ética, de la filosofía política y del método dialéctico de indagación, cometió? Sócrates fue el maestro e inspirador de variadas corrientes filosóficas y, por ende, maestro de filósofos. No obstante, sobre este filósofo, considerado como uno de los más señalados de la tradición occidental, así como universal, se cierne un enigma esencial: el arcano de lo divino, la quisicosa de lo religioso. Sócrates fue considerado públicamente por el oráculo de Delfos como el hombre más sabio. ¿Cómo se entiende que Atenas, autoproclamada como insigne escuela de la Hélade, matara a aquel de sus hijos señalado por el dios Apolo como el más sabio de entre los hombres?</p>
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<p>Sin duda, no existe filósofo de la antigüedad que no arrastre tras de sí una estela de misterio y leyenda como la figura de Pitágoras de Samos lo hace. Para unos, padre de las matemáticas, para otros, figura religiosa; es visto también como legislador, político, líder espiritual, filósofo e incluso como hombre divino. Considerado como charlatán, falsario, plagiador y demagogo por muchos de sus contemporáneos, las generaciones venideras, en cambio, cuanto más alejadas del personaje más lo admirarán, y casi santificarán. Su relevancia para la filosofía occidental, no obstante, es crucial, pues traerá al racional terreno de la emergente filosofía la religiosa cuestión del alma; además, de la mano de la denominada escuela pitagórica, la filosofía se matematizará. En las relaciones y operaciones entre números, los pitagóricos, guiados por su maestro en la fe en el número como algo sagrado, considerarán vehementemente que todo orden y belleza es esencialmente armonía matemática. Adoradores del dios Apolo, geómetras, políticos, astrónomos, médicos, guerreros y músicos, los pitagóricos llegaron a formar una liga de ciudades en la Magna Grecia regidas por el influjo político y espiritual del misterioso Pitágoras de Samos. Vistos como una amenaza, se desataron contra ellos y sus ciudades las denominadas “revueltas pitagóricas” que acabaron casi en su totalidad con el poder político pitagórico. Sin embargo, la secta-escuela de Pitágoras sobrevivió en el tiempo a su maestro y a tal debacle. En este libro nos adentramos, mediante un estudio monográfico y una antología selecta de textos, en la esencia del pitagorismo y de su misterioso fundador. Pitágoras, posiblemente, más que cualquier otra cosa, fue el introductor en Grecia de ciertos saberes que habían sido desarrollados durante milenios por los sacerdotes egipcios; a éstos el samio denominó “filosofía”. Dichos saberes son de orden matemático-religioso. Pitágoras, esencialmente, fue el fundador de un modo de vida: la vida pitagórica.</p>