ética

  • <p>&quot;En busca del humanismo perdido&quot; ofrece un an&aacute;lisis geneal&oacute;gico de la &eacute;tica del reconocimiento de la pluralidad de culturas que componen el mosaico de la compleja civilizaci&oacute;n global en crisis. Este libro pone en di&aacute;logo los programas de las instituciones pol&iacute;ticas globales y los saberes cr&iacute;ticos universitarios. Concretamente, este libro examina los debates institucionales que se han producido en el seno de la ONU y la UNESCO en torno al humanismo y el respeto de la diversidad cultural. En el &aacute;mbito filos&oacute;fico se analizan los debates en torno a la cr&iacute;tica del racismo que han venido form&aacute;ndose y transform&aacute;ndose desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros d&iacute;as, actualizando la antropolog&iacute;a de L&eacute;vi-Strauss, la teor&iacute;a poscolonial y los estudios culturales y subalternos.</p>
  • <p>Vivimos tiempos de incertidumbre, en los que la eclosi&oacute;n de las corrientes posmodernas que cuestionan la racionalidad y toda una tradici&oacute;n que nos antecede parecen disolver la conciencia hist&oacute;rica conduci&eacute;ndonos irremediablemente a una crisis de lo pol&iacute;tico. Ello supone caer en un relativismo extremo y en el escepticismo que llevan a los intelectuales a desconfiar de la mejor herencia ilustrada y de los frutos de la raz&oacute;n, a impugnar el car&aacute;cter cient&iacute;fico de las Ciencias Sociales y las Humanidades, a convertir la Historia en mero relato literario, incapaz de producir conocimiento veraz y objetivo.</p> <p>Francisco Erice analiza en estas p&aacute;ginas tales excesos. En defensa de la raz&oacute;n desvela qu&eacute; late bajo estas corrientes posmodernas y qu&eacute; consecuencias pol&iacute;ticas, sociales e intelectuales conlleva pensar desde ellas, rastrea c&oacute;mo han subyugado la producci&oacute;n hist&oacute;rica y nos invita a proseguir el proyecto emancipador de una genuina raz&oacute;n capaz de combatir la incertidumbre.</p>
  • <p>Sin duda, no existe fil&oacute;sofo de la antig&uuml;edad que no arrastre tras de s&iacute; una estela de misterio y leyenda como la figura de Pit&aacute;goras de Samos lo hace. Para unos, padre de las matem&aacute;ticas, para otros, figura religiosa; es visto tambi&eacute;n como legislador, pol&iacute;tico, l&iacute;der espiritual, fil&oacute;sofo e incluso como hombre divino. Considerado como charlat&aacute;n, falsario, plagiador y demagogo por muchos de sus contempor&aacute;neos, las generaciones venideras, en cambio, cuanto m&aacute;s alejadas del personaje m&aacute;s lo admirar&aacute;n, y casi santificar&aacute;n. Su relevancia para la filosof&iacute;a occidental, no obstante, es crucial, pues traer&aacute; al racional terreno de la emergente filosof&iacute;a la religiosa cuesti&oacute;n del alma; adem&aacute;s, de la mano de la denominada escuela pitag&oacute;rica, la filosof&iacute;a se matematizar&aacute;. En las relaciones y operaciones entre n&uacute;meros, los pitag&oacute;ricos, guiados por su maestro en la fe en el n&uacute;mero como algo sagrado, considerar&aacute;n vehementemente que todo orden y belleza es esencialmente armon&iacute;a matem&aacute;tica. Adoradores del dios Apolo, ge&oacute;metras, pol&iacute;ticos, astr&oacute;nomos, m&eacute;dicos, guerreros y m&uacute;sicos, los pitag&oacute;ricos llegaron a formar una liga de ciudades en la Magna Grecia regidas por el influjo pol&iacute;tico y espiritual del misterioso Pit&aacute;goras de Samos. Vistos como una amenaza, se desataron contra ellos y sus ciudades las denominadas &ldquo;revueltas pitag&oacute;ricas&rdquo; que acabaron casi en su totalidad con el poder pol&iacute;tico pitag&oacute;rico. Sin embargo, la secta-escuela de Pit&aacute;goras sobrevivi&oacute; en el tiempo a su maestro y a tal debacle. En este libro nos adentramos, mediante un estudio monogr&aacute;fico y una antolog&iacute;a selecta de textos, en la esencia del pitagorismo y de su misterioso fundador. Pit&aacute;goras, posiblemente, m&aacute;s que cualquier otra cosa, fue el introductor en Grecia de ciertos saberes que hab&iacute;an sido desarrollados durante milenios por los sacerdotes egipcios; a &eacute;stos el samio denomin&oacute; &ldquo;filosof&iacute;a&rdquo;. Dichos saberes son de orden matem&aacute;tico-religioso. Pit&aacute;goras, esencialmente, fue el fundador de un modo de vida: la vida pitag&oacute;rica.</p>
  • <p>En el demo ateniense de Alopece naci&oacute; S&oacute;crates, hijo de un escultor y una comadrona; corr&iacute;a el a&ntilde;o 470 a.C. Sirvi&oacute; militarmente a su ciudad en las batallas de Potidea, Delio y Anf&iacute;polis. Fue reconocido y estimado por sus camaradas de armas como un gran hoplita por la valent&iacute;a demostrada en combate. Reacio a participar en la pol&iacute;tica activa de Atenas, sin embargo, jam&aacute;s desobedeci&oacute; las leyes patrias. Por azar le toc&oacute; ser epist&aacute;tes en el deplorable juicio a los generales atenienses de la Batalla de las Arginusas. A lo largo de su dilatada vida, pues alcanz&oacute; los 71 a&ntilde;os, conoci&oacute; en su juventud el esplendor de la Atenas de Pericles; en su madurez vio y vivi&oacute; las terribles pulsiones por el poder entre los estamentos democr&aacute;ticos y olig&aacute;rquicos de la ciudad, as&iacute; como la rendici&oacute;n absoluta a las fuerzas lacedemonias de la otrora gloriosa Atenas. En su vejez, tras la destrucci&oacute;n de los muros de la ciudad de Atenea y las acciones terribles ejecutadas por ciertos atenienses, que de alguna manera se relacionaban intelectualmente con S&oacute;crates, as&iacute; como por los soterrados odios y recelos acumulados durante a&ntilde;os por ciertos segmentos de la ciudadan&iacute;a m&aacute;s reaccionaria, finalmente, S&oacute;crates fue condenado y ejecutado como un terrible y peligroso criminal para Atenas. &iquest;Cu&aacute;l fue el deleznable delito que el padre de la &eacute;tica, de la filosof&iacute;a pol&iacute;tica y del m&eacute;todo dial&eacute;ctico de indagaci&oacute;n, cometi&oacute;? S&oacute;crates fue el maestro e inspirador de variadas corrientes filos&oacute;ficas y, por ende, maestro de fil&oacute;sofos. No obstante, sobre este fil&oacute;sofo, considerado como uno de los m&aacute;s se&ntilde;alados de la tradici&oacute;n occidental, as&iacute; como universal, se cierne un enigma esencial: el arcano de lo divino, la quisicosa de lo religioso. S&oacute;crates fue considerado p&uacute;blicamente por el or&aacute;culo de Delfos como el hombre m&aacute;s sabio. &iquest;C&oacute;mo se entiende que Atenas, autoproclamada como insigne escuela de la H&eacute;lade, matara a aquel de sus hijos se&ntilde;alado por el dios Apolo como el m&aacute;s sabio de entre los hombres?</p>
  • <p>Ning&uacute;n pensador del siglo XX ha ido tan lejos como Simone Weil en la comprensi&oacute;n de lo que es la desdicha en la condici&oacute;n humana. No es ajeno a la radicalidad de su enfoque el hecho de que se trata de una mujer, y de una mujer desdichada. Pero tampoco el hecho de que haya sido mujer explica sin m&aacute;s el car&aacute;cter, a la vez profundo y conmovedor, de sus consideraciones sobre la desdicha. Simone Weil fue una mujer excepcional, de una sensibilidad para captar las implicaciones de la vida desgraciada de los seres humanos que no tiene parang&oacute;n en la filosof&iacute;a occidental. No hay duda de que esta sensibilidad tiene en ella una dimensi&oacute;n profundamente religiosa y m&iacute;stica. Pero lo admirable, en su caso, es que esta dimensi&oacute;n religiosa de su pensamiento haya ido de la mano con la preocupaci&oacute;n social y el inter&eacute;s por la ciencia y que haya cuajado en una coherencia pr&aacute;ctica que nos deja sin palabras para calificar su conducta.</p>
  • <p>Si un hombre pasea por el bosque por placer todos los d&iacute;as, corre el riesgo de que le tomen por un harag&aacute;n, pero si dedica el d&iacute;a entero a especular cortando bosques y dejando la tierra &aacute;rida antes de tiempo, se le estima por ser un ciudadano trabajador y emprendedor. &iexcl;Como si una ciudad no tuviera m&aacute;s inter&eacute;s en sus bosques que el de talarlos! (Vida sin principios)</p> <p>De todo coraz&oacute;n acepto el lema de que &laquo;el mejor gobierno es el que gobierna lo menos posible&raquo;, y me gustar&iacute;a verlo aplicado pronto y sistem&aacute;ticamente. En la pr&aacute;ctica, significa lo mismo que este otro, con el que tambi&eacute;n estoy de acuerdo: &laquo;El mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto&raquo;; y cuando los hombres est&eacute;n preparados para &eacute;l, ese y no otro ser&aacute; el que se dar&aacute;n. (Desobediencia civil)</p>
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