<p><font class="txparrafo">Hay una ley no escrita que dice que &laquo;el deber de todo preso es escaparse&raquo;. Una obligaci&oacute;n que cuarenta y nueve presos pol&iacute;ticos de la dictadura de Pinochet cumplieron a rajatabla en 1990, horadando un t&uacute;nel de casi cien metros en el suelo de la c&aacute;rcel de alta seguridad en la que se encontraban recluidos. Fue toda una obra maestra de ingenier&iacute;a clandestina, elaborada con una pizca de humor, gran cantidad de suerte, meses de trabajo y un esfuerzo inhumano, ya que con utensilios rudimentarios consiguieron excavar el t&uacute;nel que les llev&oacute; de la prisi&oacute;n a la &laquo;libertad&raquo; de un exilio forzoso. <br /> <br /> Traicionados por la pol&iacute;tica &mdash;como no pod&iacute;a ser de otro modo&mdash; muchos de los hombres que protagonizaron tan espectacular fuga (algunos de los cuales hab&iacute;an participado en una impresionante acci&oacute;n para liquidar al dictador) se vieron, y algunos se ven todav&iacute;a, obligados al exilio en diferentes pa&iacute;ses de Am&eacute;rica y de Europa (M&eacute;xico, Cuba, Francia, B&eacute;lgica, Suecia, Luxemburgo, Espa&ntilde;a...). Xavier Montany&agrave; ha reconstruido impecablemente la historia de estos hombres &mdash;comunistas del FPMR&mdash; que intentaron acelerar la ca&iacute;da del dictador y que lo han pagado desde entonces con torturas, c&aacute;rcel y exilio. <br /> </font></p>