ficción

  • LA MORDAZA

    11,50
    <p>En un momento en el que sus obras anteriores ya hab&iacute;an sido censuradas, Alfonso Sastre plantea en <em>La mordaza</em> una protesta cauta, posibilista, soterrada pero implacable contra el r&eacute;gimen franquista, al tiempo que lanza un mensaje claro, sin ambages: &laquo;Vivimos amordazados. No somos felices. Este silencio nos agobia&raquo;.</p> <p>Este drama rural de tintes polic&iacute;acos escrito en 1954 &mdash;y estrenado con gran &eacute;xito ese mismo a&ntilde;o&mdash; narra un crimen ocurrido poco despu&eacute;s del final de la ocupaci&oacute;n nazi de Francia. Aunque su trama y detalles son fabulados, est&aacute; basado en hechos reales y tiene como tel&oacute;n de fondo el asfixiante ambiente de una familia y su hacienda. Pieza clave en la producci&oacute;n del autor, <em>La mordaza</em> es, por ende, una obra cumbre de la dramaturgia espa&ntilde;ola del siglo XX.</p>
  • <p>La irrupci&oacute;n, en 2016, del neologismo posverdad en el panorama medi&aacute;tico y social dio lugar a numerosos debates acerca de su naturaleza y, sobre todo, en torno a las consecuencias que la distorsi&oacute;n intencional de los hechos puede acarrear para el conocimiento.</p> <p>Sin embargo, no todas las formas de refracci&oacute;n de la realidad persiguen los mismos objetivos ni tienen los mismos efectos: mientras que la ficci&oacute;n nos permite explicar el mundo recurriendo a estrategias narrativas y t&eacute;cnicas que facilitan la presentaci&oacute;n y explicaci&oacute;n de ciertos aspectos de la realidad que de otro modo no ser&iacute;a posible abordar, la posverdad la diluye mediante la devaluaci&oacute;n del conocimiento y la desacreditaci&oacute;n del saber experto.</p> <p>En &quot;Posverdad y ficci&oacute;n&quot; detallo algunas de las formas que usa la ficci&oacute;n para ayudarnos a pensar la realidad, as&iacute; como ciertas maniobras mediante las cuales la posverdad nos aboca a despensarla.</p>
  • <p>Al norte est&aacute; el pueblo. Sol&iacute;a ser una ciudad. En las noches claras, que son las menos, se distingue a lo lejos lo que queda de las ruinas de la vieja catedral. Al sur, al este, al oeste, se extienden los p&aacute;ramos, kil&oacute;metros de lodo y brezo carcomido por la lluvia. La tierra se traga gente, animales, veh&iacute;culos abandonados, y luego el barro los regurgita, como regalos no deseados. Ra&iacute;ces retorcidas, viejos electrodom&eacute;sticos; cad&aacute;veres antiguos y modernos se alzan del fango, barcos hundidos en el fondo del mar.&nbsp;</p> <p>Mar&iacute;a Bonete (una de las autoras de la antolog&iacute;a de ficci&oacute;n clim&aacute;tica Est&iacute;o, publicada por Episkaia) realiza en No hay tierra donde enterrarme, con la escritura de las hermanas Bronte como br&uacute;jula, una actualizaci&oacute;n de la novela g&oacute;tica en un futuro de desastre ambiental, en lo que probablemente constituya la primera obra del g&oacute;tico clim&aacute;tico. En este paisaje rec&oacute;ndito en alg&uacute;n lugar del Reino Unido, la niebla oculta y destruye, poco a poco, la relaci&oacute;n de las protagonistas con el mundo conocido. Quiz&aacute; haya esperanza m&aacute;s all&aacute; del controlado confort de la cotidianidad, transformada tambi&eacute;n en un espacio de vigilancia y control, pero la &uacute;nica forma de adentrarse en la bruma y volver es hacerlo juntas.</p>
  • <p>&quot;Hace tiempo escrib&iacute; una novela sobre la muerte de madre. Y unos a&ntilde;os despu&eacute;s, otra en que contaba los silencios de padre, unos silencios que nunca rompi&oacute; para contarnos lo que escond&iacute;an dentro. La historia oficial de la derrota se la inventa la vic&shy;toria. Ahora escribo esta historia en que somos t&uacute; y yo los personajes principales. Sin haberlo pretendido -o eso creo- es como si cerrara con este libro un tampoco s&eacute; si real o imaginado libro de familia&quot;.</p>
  • <p>Durante el oto&ntilde;o de 1912, en Praga, escribi&oacute; Franz Kafka (1883-1924) La metamorfosis, la peripecia subterr&aacute;nea y literal de Gregor Samsa, un viajante de comercio que al despertarse una ma&ntilde;ana &laquo;de un sue&ntilde;o lleno de pesadillas se encontr&oacute; en su cama convertido en un bicho enorme&raquo;. En pocos libros de Kafka queda tan expl&iacute;cito y tan n&iacute;tido su mundo como en La metamorfosis, en la que el protagonista, convertido en bestia, sumido en la m&aacute;s absoluta incomunicaci&oacute;n, se ve reducido cruelmente a la nada y arrastrado inexorablemente a la muerte. Otros escritos de Kafka desarrollan rigurosas variaciones paralelas, desmenuzan inexorables pesadillas, asignan obsesiones enigm&aacute;ticas a personajes desorientados y vencidos, pero tal vez sea La metamorfosis la narraci&oacute;n que mejor expresa al &laquo;hombre primordial kafkiano&raquo;. De ah&iacute; que merezca la calificaci&oacute;n un&aacute;nime de obra perfecta y obra maestra, un texto decididamente superior en el panorama de la literatura universal del siglo XX.</p>
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