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<p><em>La Madeja</em> vuelve un año después con algunos cambios. El más importante, quizás, es que abandonamos las secciones para hacer números monográficos. Hemos elegido como punto de encuentro, para empezar, el tema del cuerpo.</p> <p>El cuerpo, así, sin más indicaciones, el cuerpo como significante abierto, dispuesto a llenarse de diferentes significados. Ésa ha sido nuestra intención al invitar a algunas personas que, desde distintos posicionamientos teóricos y sobre todo vitales, trabajan sobre/desde/en/a través del cuerpo. Así, en este nuevo número podemos encontrar un buen muestrario de cuerpos: cuerpos, presencia y voz que buscan hacer un hueco a las palabras, cuerpos de mujeres que envejecen, cuerpos atravesados por un sistema que los niega y los objetiviza, cuerpos de mujeres que buscan hacerse grandes a través del placer, cuerpos que son nombrados fuera de la lógica de la supuesta normalidad, cuerpos de mujeres fotografiados en las cárceles de Argentina, cuerpos masculinos que reflexionan sobre su cuerpo, sobre el lenguaje que lo narra, cuerpos que habitan las guerras, cuerpos que dialogan con la palabra poética, cuerpos de otros continentes, cuerpos que bailan, cuerpos que resisten, cuerpos que se encuentran frente a los espejos, cuerpos herejes, cuerpos que se adornan, cuerpos doloridos, cuerpos que dan a luz, cuerpos que dan luz… Cuerpos.</p>
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<p>Este libro recoge el diálogo mantenido entre Donna Haraway y Marta Segarra con el que se clausuró el ciclo de debates de pensamiento del CCCB del 2018, «Después del fin del mundo». El diálogo busca profundizar algunas de las ideas expuestas por Haraway en su libro Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno, entre ellas: cómo los feminismos han contribuido a pensar de forma diferente, no solo sobre las mujeres y el género, sino también sobre el planeta, y qué papel tienen las mujeres a la hora de hacer el planeta más habitable; la necesidad de velar por un mundo más integral y menos binario; y de aprender tanto a habitar el mundo, como a configurar mundos. Asimismo, invita a ampliar las estructuras de parentesco a «parentescos raros», velando por relaciones de solidaridad y lazos que contemplan la respons-habilidad de los unos con los otros, y negándose a pensar que esto es algo exclusivamente humano.</p>
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<p>La histórica revista mujeres Libres se imprimió por primera vez en mayo de 1936. Editada por mujeres del poderoso movimiento libertario, la revista buscaba a través de la formación, la reflexión y la denuncia, dotar a las mujeres de una voz específica en la lucha global por la igualdad y la libertad de los seres humanos.</p> <p> </p> <p>“El primer objetivo de la lucha de la mujer consiste en hacer comprender al hombre y en primer lugar a sus padres, hermanos y parientes, qye sin la libertad de las mujeres no vale nada la de los hombres” o “Estamos ciertas que miles de mujeres reconocerán aquí su propia voz, y pronto tendremos junto a nosotras toda una juventud que se agita desorientada en fábricas, campos y universidades, buscando afanosamente la manera de encauzar en fórmulas de acción sus inquietudes”. Son dos de las declaraciones de intenciones que las editoras incluyeron en este primer número.</p> <p>La revista pronto se convirtió en el órgano de expresión de Mujeres Libres, una organización que llegó a contar con 28.000 mujeres afiliadas, 147 agrupaciones locales conocidas y una gran actividad cultural, pedagógica y revolucionaria.</p> <p>--</p> <p>Dentro de la labor de difusión de la cultura libertaria, la Fundación Anselmo Lorenzo ha decidido reimprimir la primera época (1936-39) de esta revista anarcofeminista, sepultada en la doble fosa del fascismo y del patriarcado. Desenterrar la historia escrita por nuestras compañeras, precursoras de un mundo nuevo, y que su lucha sirva de experiencia, aprendizaje e inspiración al movimiento feminista actual. Porque fueron somos. Porque somos, serán.</p>
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<p>Los medios conservadores presentan a las feministas como mujeres antihombres, siempre enfadadas. Pero muy al contrario, el feminismo ha logrado mejorar la vida de todas las personas. Gracias al feminismo, todos vivimos de forma más igualitaria: en el trabajo y en casa, en nuestras relaciones sociales y sexuales. Gracias al feminismo, la violencia doméstica ya no es un secreto, se ha normalizado el uso de anticonceptivos y todos somos un poco más libres.<br /> <br /> No obstante, el feminismo quería mucho más que la igualdad entre hombres y mujeres. Cuando hablaba de hermandad entre mujeres, quería superar las fronteras de clase y raza, transformar el mundo de raíz. El feminismo es antirracista, anticlasista y antihomófobo o no merece ese nombre. Muchas mujeres blancas hacen uso del feminismo para defender sus intereses pero no mantienen este compromiso con las mujeres negras, precarias y lesbianas; eso no es feminismo.<br /> <br /> Tanto daño hace al movimiento una mujer que reproduce el sexismo como aporta un hombre feminista. El feminismo es para las mujeres y para los hombres. Necesitamos nuevos modelos de masculinidad feminista, de familia y de crianza feminista, de belleza y de sexualidad feminista. Necesitamos un feminismo renovado que explique con palabras sencillas que pretendemos superar el sexismo y colocar el apoyo mutuo en el centro. Eso es el feminismo. Y ese es el objetivo de este libro</p>
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<p>Este libro ofrece un conjunto de reflexiones que el campo de la salud debe absorber para incidir con conductas que promuevan la autonomía y la dignidad. Resulta consternadora la rémora de las viejas concepciones acerca de los procesos de salud-enfermedad, la ceguera cognitiva respecto de la generización inexorable de tales fenómenos y, muy especialmente, la recusa de percepción contextual para hacer inteligible el lenguaje del cuerpo que enuncia sus significados contrariando a los presupuestos naturales. A menudo he sostenido una advertencia, y me parece más que adecuado dar la bienvenida a este libro volviendo a ella: para quienes creen a pie juntillas que hay una lectura transparente de los fenómenos de la naturaleza, es bueno que sepan que la naturaleza no sabe que se llama naturaleza. Su lenguaje es el que hemos inventado, una arbitraria operación mediadora con la que damos por sentado principios y leyes. Conviene abdicar de su prepotencia, y hacer de la salud un estatuto libertario, tal como emerge como acicate de las páginas de este texto.</p> <p>Artículos de Dora Barrancos, Sabrina Balaña, Agostina Finielli, Carla Giuliano, Andrea Paz, Carlos Ramírez, Marta Dillon, Moira Pérez, Laura Contrera, Débora Tajer, Luciano Fabbri, Blas Radi, Karina Felitti, Valeria Salech, Violeta Osorio, Julieta Saulo y Ruth Zurbriggen.</p>
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<p>Cómo una niña sobrevive al infierno, sólo ella lo sabe. En este libro se cuenta la historia de una mujer que padeció una infancia llena de violencia en El Salvador, lejos de su madre. Seguir viviendo es tanto la narración de una vida que podría haberse truncado en la primera infancia, como la historia de superación de una persona que ha logrado sobreponerse a tanto dolor gracias a la poesía, a la resiliencia, a la fortaleza personal y a sus estudios. Víctima de un pedófilo durante trece años, Sandra Pulido ha decidido romper el silencio para poder seguir viviendo y denunciar esta lacra que afecta a tantas criaturas. La pedofilia es uno de los grandes tabúes de nuestra sociedad, aunque el número de casos sea apabullante. Girar la cara ante esta nefanda realidad no sólo es una forma de propiciar que se sigan perpetuando esos crímenes, sino también una forma de dejar muy solas con su verdad a las víctimas más vulnerables de nuestra sociedad: niñas y niños que han tenido la mala fortuna de coincidir en sus hogares con los peores depredadores, quienes además siguen recibiendo la connivencia del resto de sus familiares en muchos casos.</p> <p>Una mañana de otoño llegó a mi despacho de la universidad una nueva estudiante de maestría: Sandra Pulido. Yo todavía no podía saberlo, pero ella acabaría convirtiéndose en la protagonista de este libro. Durante meses, Sandra me contó retazos de una infancia y una adolescencia llenas de abusos. Tiempo después me trajo sus diarios, sus poesías, sus fotos, y me pidió que yo escribiera este libro. “Si mi historia puede ayudar a una sola persona a superar el dolor y a salir adelante, habrá valido la pena”, me dijo. Mientras yo escribía, ella iba leyendo cada capítulo, así que este libro es el resultado de una conversación con ella, de una reflexión compartida, de un deseo de mostrar que es posible seguir viviendo a pesar de todo. También es un libro escrito desde mi propio desconcierto, mi rabia contra el criminal y mi admiración por aquella niña que sobrevivió al infierno. A la historia así narrada la acompañan las poesías de la protagonista, que funcionan como testimonio lírico desde la intimidad. Poder hablar sobre un pasado tortuoso y ser escuchada también es una forma de restitución, aunque no se haga siempre justicia. Ni una más. Ni una menos.</p>
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En Urbanismo feminista se concretan y detallan diferentes aspectos relativos a esa ciudad que pone la vida en el centro, desde la clara conciencia de que solamente los procesos impulsados desde abajo, y a partir de la complejidad comunitaria, edificarán una realidad urbana radicalmente distinta a la que conocemos.
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<p>Esto no es un libro. Es un interruptor. Un dispositivo que corta la corriente. Y que a la vez permite que algo se ponga en marcha, que algo se encienda. Me gustaría que la lectura de este libro supusiera un «clic», un chispazo que interrumpiera una cadencia de mierda, una bajada de tensión en el movimiento LGTBQ que debe terminar cuanto antes. Y que se encendiera otra forma de hacer las cosas y de comportarnos como maricas, lesbianas y trans frente a la sociedad y las propias tendencias involucionistas que anidan entre nosotros. Si esto no pasa, este libro no habrá funcionado.</p>