guerra civil

  • <p>Jos&eacute; Lu&iacute;s Facer&iacute;as (Face) ser&iacute;a en la d&eacute;cada de los cincuenta uno de los luchadores m&aacute;s populares en Catalu&ntilde;a, junto con Francisco Sabat&eacute; Llopart (El Quico). La amistad del autor con Facer&iacute;as, la correspondencia personal con &eacute;l, la investigaci&oacute;n de la documentaci&oacute;n interna de las organizaciones del Movimiento Libertario y la recopilaci&oacute;n de informaci&oacute;n de los ficheros policiales le han permitido a T&eacute;llez reconstruir las circunstancias en las que se desenvolvi&oacute; la lucha de los guerrilleros libertarios contra la dictadura franquista, as&iacute; como las adhesiones y rechazos que gener&oacute;.</p>
  • Sabaté

    15,00
    <p>La vida de Quico Sabat&eacute; sirve de hilo conductor para darnos a conocer lo que fue la lucha del maquis contra la dictadura franquista. Partiendo del hecho de que lo importante de la historia es la microhistoria, no son los grandes personajes o acontecimientos, sino los hombres y las mujeres sencillos que los hacen posibles, Antonio T&eacute;llez intenta arrancar del anonimato a toda una generaci&oacute;n de luchadores/as perdida en la oscuridad de cuarenta a&ntilde;os de franquismo.</p>
  • <p><em>Autogesti&oacute;n y anarcosindicalismo en la Espa&ntilde;a revolucionaria</em> es la historia de la &uacute;nica revoluci&oacute;n europea en la que los trabajadores con los medios de producci&oacute;n en sus manos amenazaron, de forma efectiva, con imponer su criterio por encima de cualquier l&iacute;nea pol&iacute;tica que no fuera promovida por ellos mismos. Mejor a&uacute;n, la historia de los resultados de la revoluci&oacute;n, las colectividades que comenzaron a organizarse desde el mes de julio de 1936, aprovechando la legitimidad de la derrota de los insurrectos (en ciertas partes del pa&iacute;s) y el consiguiente vac&iacute;o de poder que dej&oacute; el proceso revolucionario. Una historia no exenta de contradicciones en la que su principal protagonista pol&iacute;tico, el movimiento anarcosindicalista, se vi&oacute; atravesado por peleas intestinas que lo llevaron a un estado de progresiva impotencia y en la que las diferentes izquierdas demostraron que tras su aparente unidad se escond&iacute;an intereses pol&iacute;ticos y de clase bien distintos a los de sus prop&oacute;sitos proclamados de transformaci&oacute;n social. Frente a una imagen que permanentemente opone rep&uacute;blica a dictadura, antifascismo a fascismo, las colectividades, formadas la mayor parte de las veces por cenetistas y ugetistas escasamente disciplinados con respecto a sus l&iacute;deres, fueron la expresi&oacute;n material del deseo popular de dirigir la econom&iacute;a y con ella su destino. Su experiencia, la experiencia de sus &eacute;xitos y sus fracasos y la de la gigantesca alianza enemiga a la que tuvieron que hacer frente, es el testimonio actual de cualquier &eacute;poca que atraviese acontecimientos tan decisivos como los de la guerra y la revoluci&oacute;n.</p>
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