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<p>Hannie Schaft, conocida como «la chica pelirroja», era a sus veinte años una de las terroristas más buscadas por la Gestapo en los Países Bajos. En Varsovia los ejecutores de la solución final intentaban atrapar a «la pequeña Wanda con las trenzas rubias», que se llamaba Niuta Tejtelbojm, tenía veinte años y era judía.</p> <p>En los frentes de la Guerra Civil española, los militares facciosos de Franco se las tenían que ver con milicianas de dieciséis años. En los guetos del este de Europa, en los Países Bajos, en el ejército partisano de Tito, de Lyon a Bialystok, muchas mujeres empuñaron las armas contra el terror nacionalsocialista y fascista. <br /> <br /> Pero la derrota del fascismo no significó el reconocimiento de su labor en la resistencia armada. La guerra fría ya dominaba la lógica política y los homenajes y el recuerdo histórico se limitaron generalmente a celebrar la oposición controlada por los aliados. La resistencia comunista y anarquista fue cubierta con un manto de olvido, cuando no perseguida durante la posguerra; y de la mujer se esperaba su vuelta silenciosa al hogar, ignorada muchas veces su labor en la guerra hasta por sus propios camaradas. Habían cuestionado demasiado profundamente su rol de seres pacíficos e indefensos, y durante años sólo merecieron el desprecio o el silencio de la historiografía de la resistencia. <br /> <br /> <em>Partisanas</em> nos adentra en un capítulo silenciado de nuestra historia reciente, rindiendo un merecido homenaje a toda una generación de luchadoras.</p>
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<p>«La obra de Rocker es extraordinariamente instructiva y testimonia una rara originalidad de espíritu. Incontables hechos y relaciones se han expuesto en ella de una manera completamente nueva y persuasiva».—Albert Einstein.</p> <p>«La obra de Rocker supone una contribución fundamental a la filosofía política, tanto por su análisis profundo y amplio de muchos autores famosos como por su brillante crítica a la idolatría del Estado, la superstición más difundida y funesta de nuestro tiempo».—Bertrand Russell.</p> <p>Escritas casi a la par que su obra más importante, Nacionalismo y cultura —y complementarias a esta—, las gemas que componen este libro, publicadas en la prensa anarquista de principios del siglo xx a ambos lados del Atlántico, son —todavía hoy— de una clarividencia asombrosa para diseccionar el nacionalismo, el fascismo y el culto a la religión del Estado.</p>
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<p>¿Se puede crear una entidad contradictoria, cuyo sentido político es un contrasentido? Por supuesto que sí. La política no se rige por las normas que evoca, sino que apela a reglas y a lógicas que luego ignora. Este volumen trata sobre uno de esos arquetípicos contrasentidos. A lo largo del siglo XX, concretamente entre la dos guerras mundiales (1912-1939), han sido varios los intentos de crear grandes coaliciones europeas o globales de nacionalismos, tanto movimientos nacionalistas subestatales o anticoloniales como irredentismos y reivindicaciones de minorías nacionales. En definitiva, «internacionales de patriotas» o «alianzas transnacionalistas» que llevaran a la colaboración de realidades más o menos próximas geográficamente o con un mismo enemigo. Desde el espacio común de las ansias de liberación nacional en los extremos del Imperio británico o del ruso-soviético a los planteamientos del nacionalismo italiano irredento, pasando por la mirada y colaboraciones en la escena internacional del catalanismo o las intervenciones de la política exterior francesa y alemana en diversos nacionalismos subestatales antes y durante la Gran Guerra.</p> <p>Con frecuencia, se ha ridiculizado el planteamiento, tenido por una irresoluble paradoja, un disparate absurdo, una evidente incompatibilidad o una antítesis en pie, entre otras lindezas. Pero las paradojas en política no son extrañas, aunque, sin duda, difíciles de llevar a buen término.</p>