<p>Y mientras coloreaba, de vez en cuando volv&iacute;a la cabeza a la izquierda, a la derecha, como esperando ver una mariposa roja o una de esas flores no sabe por qu&eacute; llamadas diente de le&oacute;n que cuando se secan se vuelven ligeras, para que un poco de viento o un soplido permita la dispersi&oacute;n de sus semillas y entonces parece que las flores vuelan. Miranda no iba a verme, yo no pod&iacute;a dejar que me viera, pero tampoco iba a irme, ni much&iacute;simo menos: ten&iacute;a que contarle algunas cosas. </p>