<p>&iquest;Estamos en guerra?, dice Duque, mientras escribe estas p&aacute;ginas en medio del segundo apag&oacute;n el&eacute;ctrico que afect&oacute; a Venezuela en 2019. Estado Fallido, autoritario y corrupto: la prensa y el sentido com&uacute;n dan su veredicto y ya no hay m&aacute;s verdad. Pero, &iquest;c&oacute;mo hemos llegado hasta aqu&iacute;? Duque propone remontarnos a 1917, momento en que se descubre que este pa&iacute;s est&aacute; asentado sobre una inmensa reserva de petr&oacute;leo. De la geopol&iacute;tica a la subjetividad, dicho carburante ser&aacute; un elemento clave de la realidad venezolana. El otro hito es 1989, el Caracazo, la revuelta popular que est&aacute; en la base de la innovaci&oacute;n pol&iacute;tica que constituy&oacute; el chavismo como fuerza capaz de crear instituciones. &quot;Estamos en guerra y en revoluci&oacute;n&quot;, dir&aacute;, &quot;porque hay un pueblo desatado haciendo cosas fuera de lo com&uacute;n por las que antes era perseguido, un pueblo inventando nuevas formas de vivir&quot;. Chavismo salvaje, finalmente, es lo que destila la escritura de Duque, desmesurada, en exceso; sea a nivel de la sintaxis, sea a nivel de los prop&oacute;sitos del libro, sea a nivel de la imaginaci&oacute;n pol&iacute;tica. Descifrar las claves del caso Venezuela a los lectores no venezolanos exige la lucidez y el desprejuicio de quien se anima a leer con ojos prestados una realidad que poco tiene de obvia.</p>