<p>La globalizaci&oacute;n y el neoliberalismo han tra&iacute;do consigo una mercantilizaci&oacute;n de la democracia y de la planificaci&oacute;n pol&iacute;tica y econ&oacute;mica. Las democracias electorales de los pa&iacute;ses desarrollados manifiestan una clara falta de participaci&oacute;n pol&iacute;tica y una sociedad civil debilitada y desencantada. La ciudadan&iacute;a cada vez se encuentra m&aacute;s alejada de la toma de decisiones reales. La gente no siente que sus problemas de la vida cotidiana est&eacute;n representados en los debates de los Parlamentos, ni en la planificaci&oacute;n pol&iacute;tica y econ&oacute;mica. La democracia ha quedado reducida, para muchos, al acto de acudir a las urnas cada cuatro a&ntilde;os. Esta falta de participaci&oacute;n hace necesario buscar otros referentes para la democracia, donde las decisiones se tomen desde los niveles m&aacute;s bajos de autogobierno. Kerala, por ejemplo. </p> <p>Kerala ha logrado los mayores &iacute;ndices de desarrollo social y humano de India, muy pr&oacute;ximos a los de pa&iacute;ses desarrollados, sin recurrir a medidas coercitivas, sin capital ni ayuda extranjera, e incluso sin un crecimiento econ&oacute;mico convencional. En tan solo 60 a&ntilde;os ha logrado altos indicadores sociales en esperanza de vida, alfabetizaci&oacute;n, escolarizaci&oacute;n, salud o educaci&oacute;n, aunque perduren desigualdades, desempleo y migraci&oacute;n. </p> <p>Visto desde nuestro modelo occidental, que presenta evidentes signos de senilidad, interesa especialmente el caso de Kerala por c&oacute;mo se ha combinado la descentralizaci&oacute;n con la planificaci&oacute;n en condiciones estructurales dif&iacute;ciles, y con formas participativas de cientos de miles de personas. En pocas partes del mundo se han intentado estas formas participativas, de pocos lugares puede afirmarse que la democracia est&aacute; en marcha.</p>