<p>&quot;Mambr&uacute; se fue a la guerra, qu&eacute; dolor, qu&eacute; pena! Mambr&uacute; se fue a la guerra, no s&eacute; cu&aacute;ndo vendr&aacute;...&quot; Al igual que &eacute;l, Jan Castres fue movilizado por la armada francesa al estallar la gran guerra de agosto de 1914. Fue trasladado a un pa&iacute;s que no era el suyo, pese a que su nacionalidad dec&iacute;a lo contrario, y junto con reclutas del otro lado de los Pirineos, vestidos como &eacute;l con el uniforme azul y pantalones rojos, fueron conducidos hacia la frontera belga en medio de un infierno llamado Charleroi As&iacute; finalizaba en La monta&ntilde;a m&aacute;gica, con la incertidumbre sobre el destino del desconcertado protagonista. Mi atrevimiento es ahora fabular sobre c&oacute;mo Jan Castres se libra de una muerte casi segura y maquilla su deserci&oacute;n para convertirse en un h&eacute;roe. Su instinto de supervivencia, aderezado por una singular imaginaci&oacute;n, propia de un iluso arrogante, no exenta a partes iguales de bondad y ruindad, le llevar&aacute; hasta Par&iacute;s El personaje del protagonista est&aacute; basado en Hans Castorp, del genial Thomas Mann. He procurado no desviarme de la curiosa personalidad que le otorg&oacute; el maestro alem&aacute;n, ese joven que ingres&oacute; voluntariamente durante a&ntilde;os en el balneario de La monta&ntilde;a m&aacute;gica, refugio de inseguridades y miedo, donde encontr&oacute; la amistad, el maestrazgo y tambi&eacute;n el m&aacute;s apasionado amor. El amor que no hab&iacute;a renunciado a encontrar alg&uacute;n d&iacute;a con su adorada Claudia Chauchat, ingresada en el sanatorio de Davos</p>