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<p>Pasan los años y, lejos de diluirse entre la cháchara del tiempo, el pensamiento de Guy Debord (1931-1994) —su aportación teórica y práctica— se percibe con mayor nitidez. Muy a pesar de las múltiples operaciones políticas, mediáticas o policiacas que han tratado de desactivarlo, sus contribuciones siguen siendo extremadamente valiosas. Su análisis riguroso y novedoso del mundo en el que vivimos —y su intento de combatirlo—, su clarificación sobre las fuerzas que lo dirigen, lo condicionan y nos gobiernan, ha llegado mucho más lejos que el de ningún otro pensador contemporáneo.</p> <p>En 1993 Anselm Jappe publicó en italiano esta monografía pionera sobre Guy Debord que ahora tienes en tus manos. En sus páginas, Jappe analiza la contribución teórica de Debord en diferentes etapas —desde los comienzos de la Internacional Letrista hasta sus últimos y certeros dardos sobre la sociedad del espectáculo, pasando por la tan larga como fecunda época de la Internacional Situacionista— e indaga en sus referentes y en las discusiones y debates en los que participó, así como en la evolución de sus ideas.</p> <p>Sin duda, este libro sigue siendo el más completo análisis crítico de la obra de Guy Debord, una de las más destacadas, atractivas e influyentes de todo el siglo xx.</p> <p>«El espectáculo no es, por tanto, un mero añadido del mundo, como podría serlo una propaganda difundida por los medios de comunicación. El espectáculo se apodera, para sus propios fines, de la entera actividad social. Desde el urbanismo hasta los partidos políticos de todas las tendencias, desde el arte hasta las ciencias, desde la vida cotidiana hasta las pasiones y los deseos humanos, por doquier se encuentra la sustitución de la realidad por su imagen. Y en este proceso la imagen acaba haciéndose real, siendo causa de un comportamiento real, y la realidad acaba por convertirse en imagen».</p> <p>«El principal enemigo del espectáculo es ahora el espectáculo mismo: sus fracciones rivales ponen en circulación una masa de informaciones falsas o inverificables que dificultan los cálculos incluso a los administradores supremos de la sociedad. Su problema principal es que el abandono de toda lógica, de todo sentido histórico, de toda relación con la realidad hace finalmente imposible toda gestión racional de la sociedad, incluso desde el punto de vista del espectáculo mismo».</p>
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<p>«El letrismo, en Francia, era parte de una oposición completa a todo el movimiento estético conocido, del que analizaba la deterioración constante. Al proponerse la creación ininterrumpida de nuevas formas en todos los dominios, el grupo letrista, entre 1946 y 1952, mantuvo una agitación saludable. Pero al admitir que las disciplinas estéticas habían de tener un nuevo inicio en un marco general similar al anterior, este error idealista limita sus producciones a algunas experiencias irrisorias. En 1952, la izquierda letrista se organiza en la Internacional Letrista, y expulsa a la fracción conservadora. En la Internacional Letrista se perseguía, mediante vivas luchas de tendencias, la investigación de nuevos procedimientos de intervención en la vida cotidiana».<br /> —Guy Debord (1957)</p> <p>«La intención estratégica de Potlatch era crear ciertos vínculos para constituir un movimiento nuevo, que debía ser desde el principio una reunificación de la creación cultural de vanguardia y de la crítica revolucionaria de la sociedad. Sobre esta base, se creó efectivamente en 1957 la Internacional Situacionista».<br /> —Guy Debord (1985)</p> <p>En este libro, son los propios letristas quienes cuentan lo que es el letrismo. O dicho de forma más precisa, los textos aquí reunidos presentan el letrismo a través de su historia y de sus acciones, visto y vivido por la fracción más decidida a llevar la agitación mucho más allá del dominio separado del arte. Partidarios de una suerte de comunismo literario que incluía el desvío —el plagio es necesario, está implícito en el progreso; la poesía debe ser hecha por todos—, lógicamente los letristas internacionalistas practican la escritura colectiva.</p> <p>Tal es el caso de los textos aquí reunidos, que datan de 1953, 1955 y 1956. «¿Por qué el letrismo?» se publicó en septiembre de 1955; «Rostros de la vanguardia» (1953) e «Historia de la Internacional Letrista» (1956) habían permanecido inéditos hasta 2010.</p>
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<p>Escrito y publicado a los piques, «Punk la muerte joven» se independiza de su autor, y la única copia del escrito antecesor termina en una basura. 43 años después, una amiga londinense le envía un puñado borradores llenos de tachaduras y anotaciones marginales. Una noche de insomnio de 2018, Juan Carlos empieza a pasarlas a la notebook sin caer en la tentación de adaptar la prosa a cómo la escribiría ahora. Solo recompone páginas faltantes. El resultado es este mix de realidades e imaginarios en formato diario donde transita squats, barrios tenebrosos, disquerías, librerías, pubs, levanta flyers, lee todo fanzine que cae en sus manos, y cruza personajes como Alex Trocchi, representante de aquel Letrismo de los años 50 que derivó directo en el Situacionismo. Y Colin Wilson, autor de “The Outsider”. Y John Berger. Mientras, rastrea los pasos de un chico que escribe con las tripas y el corazón traspasados por una aguja, el epítome del ethos punk, el crudo desgarro con el que deber ía comunicarse todo esto.</p> <p>La tocada de fondo de Kreimer es atravesada por la desesperación de “no saber y saber” de tanta muerte que ocurría en Argentina durante esos</p> <p>años.</p>