<p>O. P. (Orden P&uacute;blico) literaturiza una experiencia biogr&aacute;fica de Ram&oacute;n J. Sender, su paso por la C&aacute;rcel Modelo, en la que estuvo detenido tres meses en 1927, acusado de conspirar contra la Dictadura de Primo de Rivera. Publicada en Espa&ntilde;a en 1931, ser&iacute;a reeditada en M&eacute;xico en 1941, y vuelve a ver la luz ahora con Virus editorial.</p> <p>&laquo;Todos los presos de la primera galer&iacute;a estaban pegados a las puertas, como el Periodista. Pasaron a&uacute;n unos minutos de silencio, guateado y gris. Prudencia y miedo. Luego el silencio se har&iacute;a rojo y estallar&iacute;a en estruendo. Se oy&oacute; un lamento lejano; otro. Gritos de dolor. Una voz viril &mdash;la del Cojo&mdash; reson&oacute; en las cinco naves de la c&aacute;rcel: &mdash;&iexcl;Compa&ntilde;eros, que nos matan! Los lamentos eran cada vez m&aacute;s lejanos. Se o&iacute;an traspi&eacute;s sobre el asfalto y &oacute;rdenes apresuradas. La misma voz, muy deformada por el dolor, repiti&oacute; la invocaci&oacute;n y un sordo rumor comenz&oacute; a levantarse de los muros, de las paredes, del suelo. El cemento y el hierro protestaban. El duro material de las escaleras volantes, de las viguetas, temblaba y daba su vibraci&oacute;n a las galer&iacute;as desiertas. Los presos golpeaban con los pu&ntilde;os, con los pies, fren&eacute;ticamente las puertas. El blindaje daba una sonoridad seca y penetrante como un trueno met&aacute;lico sostenido y lento. Una oleada de hierro y viento, un hurac&aacute;n de odios que deb&iacute;a espeluznar a contrapelo las losetas del tejado. El Viento agregaba sus iras: &raquo;&iexcl;Pegad con furia a quienes han puesto en peligro la pl&aacute;cida inconsciencia del obispo, el vegetar tranquilo del director, el medroso masticar de los guardianes! [...] &iexcl;Pegad, pegad a los presos maniatados! Vuestro deber es sembrar los odios y fecundarlos con sangre. Esa sangre es viva y roja y os ahogar&aacute; un d&iacute;a&raquo;</p>