milenarismo

  • <p>Impulsado por la energ&iacute;a que abunda en la escritura de Vaneigem, este libro se propone &laquo;rastrear la huella de lo vivo bajo el oscurantismo religioso e ideol&oacute;gico&raquo;, en este caso de una Edad Media que tantas veces se nos ha transmitido &laquo;sumergida en la fe cristiana como la sardina en el aceite&raquo;. En direcci&oacute;n contraria a este postulado, este trabajo recupera la historia del &laquo;Libre Esp&iacute;ritu&raquo;: el movimiento her&eacute;tico que llev&oacute; la religi&oacute;n hasta su disoluci&oacute;n en la afirmaci&oacute;n inmediata del goce y de la vida sin m&aacute;s mediaci&oacute;n que la libre voluntad.</p> <p>Para ello el autor procede a realizar un vasto recorrido que arranca del siglo XII y llega hasta el XVII, y en el cual se recupera la estela de una corriente insospechada: el milenarismo joaquinista, la herej&iacute;a valdense, los llamados amaurianos, la multitud de comunidades de beguinas y begardos que abrazaron el &laquo;Libre Esp&iacute;ritu&raquo;, los Homines Intelligentiae, algunos sectores de los taboritas, los llamados elo&iacute;stas (proletarios despreciados por Lutero) e incluso los alumbrados de Sevilla.</p> <p>Como escribe Vaneigem &laquo;este libro no es solo un homenaje a unos seres lo suficientemente audaces como para desafiar las torturas inquisitoriales, sino que destaca el surgimiento de una irresistible fuerza de vida que disuelve lo divino bajo el pretexto de identificarse con &eacute;l&raquo;.</p>
  • <p>Esta es la cr&oacute;nica y el pensamiento de decenas de movimientos revolucionarios ligados al cristianismo durante los &uacute;ltimos dos milenios. Gentes que entend&iacute;an y practicaban de forma comunalista y antiautoritaria el mensaje de los evangelios y que intentaron construir y vivir un mundo mejor, pagando en muchos casos sus supuestos pecados con la tortura y la muerte.</p> <p>Desde los primeros cristianos insumisos a Roma y liberadores de esclavos, hasta los mas recientes anarcocristianos latinoamericanos, pasando entre otros por San Francisco y su antiespecismo, o los oneidas y su igualdad de sexos. Historias condenadas a la hoguera y al olvido por parte de las iglesias cristianas oficiales, aliadas con los distintos poderes y gobernantes a lo largo de los tiempos, pero que influenciaron en los actuales movimientos revolucionarios y fueron en algunos casos las primeras experiencias revolucionarias conocidas.</p>
  • Dolcino da Novara y Margherita Boninsegna son hoy dos figuras míticas que, a pesar de su enfrentamiento con el poder más duradero de la historia, la Iglesia católica que los condenó y martirizó hasta la muerte, han pervivido en la memoria popular italiana como símbolos de rebelión popular y libertaria.
  • Los Diggers

    13,00
    <p><font class="txparrafo">Si lo que fundamenta la humanidad es el intercambio, desmontar las bases del intercambio alienado (y alienante) ser&aacute; el punto de partida de la revoluci&oacute;n por venir. En este sentido la experiencia Digger tiene mucho que aportar, dado que con su &laquo;&iexcl;Todo es gratis porque es vuestro!&raquo; pusieron en marcha, a trav&eacute;s de multitud de iniciativas, la anulaci&oacute;n del dinero. </font></p> <p><font class="txparrafo">Convertidos en una leyenda con el paso de los a&ntilde;os, los Diggers &mdash;que tomaron su nombre de un grupo de campesinos pobres ingleses del siglo XVII que se reapropiaron de tierras bald&iacute;as con la idea de &laquo;que los ricos trabajen solos por su lado y que los pobres lo hagan juntos por el suyo&raquo;&mdash; fueron la sal arrojada a la herida <em>hippie</em>, en el momento que m&aacute;s sangraba, adem&aacute;s de la mala conciencia de aquella comunidad que surgi&oacute; en el barrio de Haight Ashbury (sf, California). </font></p> <p><font class="txparrafo">Presentamos ahora la desconocida (al menos para el lector en castellano), sugerente e irreverente historia de los Diggers de San Francisco: uno de los m&uacute;ltiples &laquo;orgasmos de la Historia&raquo;.</font></p> <p><font class="txparrafo">&laquo;[&hellip;] Septiembre de 1966, los Diggers de San Francisco entran en escena. Con su teatro de calle, se apropian del peque&ntilde;o barrio de Haight Ashbury, transformando a la juventud all&iacute; reunida, gracias a la fuerza atractiva de sus actuaciones y al verbo contestatario de sus octavillas, en una multitud activa ganada para la subversi&oacute;n. <em>Hippies </em>porque viven entre los <em>hippies</em>, consumidores, como ellos, de drogas alucin&oacute;genas como v&iacute;a de emancipaci&oacute;n, los Diggers, camellos de &laquo;&aacute;cido social&raquo;, escupen vitriolo sobre esta comunidad mitificada por los medios, maldiciendo su apoliticismo y el individualismo ext&aacute;tico de su llamada revoluci&oacute;n psicod&eacute;lica. En su teatro, los Diggers invitan a &laquo;cualquier loco de la calle&raquo; a venir a tomar un estofado caliente, a liberar las mercanc&iacute;as en sus tiendas gratuitas, a celebrar la Muerte del Dinero, etc. El teatro de los Diggers borra las fronteras entre el arte y la vida, entre el espectador y el actor, entre lo p&uacute;blico y lo privado. Socava la autoridad bajo todas sus formas, sabotea la &laquo;identidad mental institucionalizada y fija&raquo; de cada uno y combina, en una palabra &uacute;nica y m&aacute;gica, <em>Free</em>, el rechazo a la sociedad consumista y los deseos de liberaci&oacute;n personal. [&hellip;]&raquo;</font></p>
Ir a Arriba