-
<p><font class="txparrafo">Con frecuencia, cuando las mujeres toman café y dulces caseros bajo el pino, viene hasta el rincón donde me camuflo una frase pronunciada con un signo de admiración al principio y un signo de desgana al final: «Para el poco pueblo que es, la de cosas que pasan…». La verdad es que razón no les falta: robos, suicidios, adulterios, atracos, incestos, secuestros… Coño, si hasta una vez detuvieron a un secuaz de Bin Laden.<br /> <br /> Sin embargo, nada de esto he dejado aquí. No es este el retablo de un pequeño pueblo, sino un puzle hecho con piezas de distinta geometría (crónicas, reflexiones, apuntes, poemas, artículos, aforismos…) que esperan lectura y paciencia para componer la lámina. Solo que en este caso, esa lámina no está en ningún sitio, salvo en la inteligencia del lector.<br /> <br /> Este libro es el fruto de mis pasos por este pueblo. Sus páginas han sido vividas, sentidas, pensadas y escritas aquí, en la casa, en los campos, en las calles y en los caminos. Son hijas de la lectura y el paseo, hijas que en algún caso siguieron creciendo hasta convertirse en un artículo o en un poema. Notas, apuntes, palabras que me sirven para saber que alguna vez pasé por aquí, y que el silencio con el que respondía a quienes compartieron su tiempo conmigo era en realidad la tapadera de todo esto.</font></p>
-
<p>Una tarde de explosión de rabia contenida, escribió en su diario: «He sobrevivido con elegancia a Videla, a la decepción de Cuba y Mao Tse Tung, a la cocaína, a un aborto ilegal con anestesia total en condiciones insalubres, a una cesárea, dos tornados, un incendio, un accidente de moto, un divorcio, dos depresiones, un principio de brote esquizofrénico, al amor manipulador y al romántico, a un hijo rebelde y una madre furiosa. Como diría la gran Manuela Trasobares: “¡¿De qué me tengo que disfrazar?! ¡¿De qué?!”».</p> <p>*Del gr. αúτοψíα, acción de ver por los propios ojos</p> <p>«Las langostas serían perfectas: sigilosos habitantes nocturnos de los fondos más turbios del océano que se alimentan de desechos de otros animales. Y este no es el único lugar común con las perras de mi jauría: tienen un caparazón durísimo que cambian varias veces a lo largo de su vida, para luego comérselo y reponer así la debilidad provocada por la muda. Es considerada un manjar exquisito y de poderes afrodisíacos, pero difícil de matar y potencialmente mortal para personas alérgicas a sus deliciosas carnes, por lo que sólo es apta para paladares experimentados y alejados de prejuicios. Además, es rosa, como nuestra deseada limusina.»</p>
-
<p><span class="T3_14_b" id="ctl00_ContentPlaceHolder1_AsbstracteLabel">La ayudante de fotografía lleva unos meses trabajando en el estudio. Piensa que en poco tiempo ya podrá empezar a moverse por su cuenta. Su jefe es un profesional de prestigio, pero duda que tenga mucho más que enseñarle. Hoy, en concreto, tiene un día pésimo, está alterado y no acierta ni una. Por cierto, ¿dónde se han metido todos? El tema de las luces ya está solucionado. Pueden volver al trabajo en cuanto quieran. ¡Ah!, ahí están el fotógrafo y el publicista. Ambos, fijos, clavados en el suelo ante la terraza, mirando hacia afuera. Curiosa, sigue su mirada. De espaldas, la modelo, altiva y distante, fuma de forma indolente. En cambio, los hombres están tensos, como en estado de alerta. Percibe su deseo, es casi asible, aprehensible. El deseo, ¿y quién no ha pensado en ello alguna vez? En cómo permite que aflore nuestra verdad más íntima y generalmente oculta. Y al mismo tiempo nos empuja a salir, nos expulsa al mundo, nos obliga a nacer. A conocer a otro, a arriesgarnos, porque el otro constituye el único espacio de satisfacción y la primera semilla del pensamiento. <br /> <br /> Aunque duda de las posibilidades de ese par. Son más bien escasas. Su mirada regresa a la modelo. Múltiples imágenes se agolpan en su retina. Fotografías estudiadas y admiradas. Rápido, necesita su cámara. Dispara. Encuadra las piernas, las medias, la raya que las divide. Esa raya. No es una simple costura, es una divisoria que define un más allá del bien y del mal. Una posible expresión metafísica de lo corpóreo. Con la capacidad de plasmar una tremenda tensión sexual muy lejos de la expresividad de un desnudo. Lejos de la belleza ajena de un maniquí que expresa peligro, presión, rigidez… La raya de esas medias constituye un tratado acerca de la idea del vacío, de la mera superficialidad de los cuerpos huecos y fríos, de la inexistencia... sonríe. Deja su cámara y despacio se acerca a su jefe.</span></p>
-
Sin stockSelección de textos de doce guiones de la serie de TVE «Los Electroduendes», emitida entre 1984 y 1988 dentro del programa infantil La Bola de Cristal.