<p>&laquo;Son tipos que parecen haberse comido a un &aacute;ngel y que alimentan sus durezas de esa fibra m&aacute;gica de la terquedad y la verticalidad. Personajes que no oscilan en medio de las tormentas, que no se reclinan. Personajes de gestos, que operan en el terreno donde se mandan mensajes reales, el terreno de los s&iacute;mbolos&raquo;.</p> <p>De la ef&iacute;mera experiencia del sindicato de pintores mexicano creado en 1922 por Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, a las reapropiaciones de buenaventura Durruti y Francisco Ascaso en su periplo mexicano; de la lucha contra la oligarqu&iacute;a espa&ntilde;ola en Acapulco que dos vidas le costara a Juan Escudero, a la tenaz insistencia del &uacute;ltimo magonista; del &laquo;estilo H&ouml;lz&raquo;, en la convulsa Alemania de 1918-1921, a las cr&oacute;nicas period&iacute;sticas de Larisa Reisner sobre la Revoluci&oacute;n rusa; de Ra&uacute;l Diaz Arg&uuml;elles capit&aacute;n del ej&eacute;rcito cubano rebelde que dejara su vida por la independencia de Angola, a Peng Pai y su particular persecuci&oacute;n de la revoluci&oacute;n agraria china. Paco Ignacio Taibo II nos ense&ntilde;a la l&uacute;cida defensa del oficio de historiador. Nos deja constancia de la memoria de las resistencias y las derrotas que nos llevar&aacute;n, una y otra vez, a volver a intentarlo, con la certeza de quienes llevan un mundo nuevo en sus corazones.</p>