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<p>José Pastor González regresa con un nuevo poemario, estructurado en dos partes (malas calles/malas tierras), en el que trata los temas y motivos que definen su labor poética. La ciudad como ratonera en la que el ser humano lucha por sobrevivir, y un mundo rural desnudo, áspero y duro, alejado de bucolismos y visiones impostadas. Un rabioso grito de libertad, en el fondo y en la forma. Poesía honesta, pegada a la tierra y a quienes la habitan, la trabajan y la padecen.</p> <p>por encender el fuego <br /> y mantenerlo encendido <br /> por dar tiempo al tiempo <br /> y ser la resistencia <br /> por habernos dado la oportunidad de marcharnos <br /> y cuidarnos ese lugar al que siempre podremos volver <br /> por ser el azogue de los espejos <br /> donde mirarnos cuando ya no quede nada <br /> por guardarnos un pedazo <br /> de tierra de infancia y de esperanza <br /> donde encontrarnos <br /> con la vida</p>
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<p>El presente volumen presenta la obra reunida de Ángel Antonio Herrera, reconocido poeta mucho antes que cronista del corazón, y autor de una lírica potente, plena de sensualidad y trufada de potentes imágenes literarias. Como dice Antonio Lucas en el prólogo, "aquí se llega a la emoción por el idioma, por combustión de palabras, por alteración semántica, por exceso. Nada es normal en estos poemas. Nada quiere serlo". Al mismo tiempo, José Manuel Ciria ha creado en paralelo, con la fuerza que le caracteriza, un repertorio plástico en el que queda plasmada su interpretación personal de la poesía de Herrera.</p>
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<p>Dolor humano, pasión divina contiene un sorprendente hallazgo: la poesía mística completa de una de las primeras y más destacadas escritoras en lengua castellana: Ana Ramírez de Arellano / sor Ana de la Trinidad, monja carmelita de origen riojano muy influida por la lectura de las obras de fray Luis de León, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Atribuida la autoría de sus diecinueve sonetos a su «maestra» y abadesa Cecilia del Nacimiento, su poesía pasó inadvertida durante años, siendo únicamente conocida en círculos religiosos muy restringidos, a pesar de tratarse de composiciones riquísimas tanto en sus aspectos formales como en su contenido místico, además de un inmejorable ejemplo de la literatura de su tiempo.</p> <p>Este libro que ahora presentamos tiene dos almas: por un lado, los diecinueve sonetos de sor Ana; y por otro, el más detallado estudio realizado hasta la fecha sobre su obra y su figura, escrito por Jesús Fernando Cáseda Teresa.</p>
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<p>Estos textos -retazos, poemas, relatos- responden al deseo del autor de acercarnos a su particular visión de Tánger. A través de una literatura que nace de las entrañas, desde lo visceral y cercano, Isaak Begoña nos propone un viaje onírico, lorquiano a veces, para llegar a esta ciudad fronteriza.</p> <p><em>Leila Nachawati</em></p> <p> </p> <p>Una obra vibrante, traviesa, magna, desconcertante, fantástica... (me quedo sin adjetivos). Los perros de Tánger es poesía, y en esta aseveración está contenido todo, ¿qué más puedo añadir?</p> <p><em>Chema Caballero</em></p> <p> </p> <p>Los textos de este libro se presentan en árabe, castellano y francés, conservando así la esencia de Tánger, uno de los pocos lugares de África en los que se puede pedir un café utilizando cualquiera de las tres lenguas. Estos tres idiomas están estrechamente vinculados con esta ciudad y con las sutiles estructuras de los diferentes mundos que acoge.</p>
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<p>En Visiones rebeldes Gayatri Gopinath lleva los estudios queer a interesarse por las invetigaciones sobre la diáspora y lo visual, mostrando la interrelación entre el afecto, el archivo, la región y la estética, por medio del análisis de un amplio espectro de la cultura visual queer contemporánea. Aborda el cine, el arte, la poesía y la fotografía, formas culturales -que Gopinath concibe como prácticas estéticas de la diáspora queer- que revelan la proximidad de historias presuntamente dispares del hogar y del desplazamiento (post)coloniales, y que son un producto de trayectorias diaspóricas. Critica las concepciones habituales de la diáspora que inevitablemente consolidan el Estado-nación, así como las concepciones de lo queer que ignoran las formaciones sexuales y de género regionales, para mostrar encuentros inesperados entre obras de artistas del Sur de Asia, de Oriente Medio, de África, de Australia, y la latinxs como Tracey Moffatt, Akram Zaatari, y Allan deSouza. Gopinath muestra que el arte de estas personas funciona como archivos regionales queer que expresan concepciones alternativas del tiempo, el espacio y las relaciones. Las ópticas queer producidas por estas prácticas visuales crean cartografías de Sur-a-Sur, de región-a-región, y de diáspora-a-región que cuestionan profundamente los estudios del área y los estudios de las disciplinas académicas. Gopinath aporta así nuevas perspectivas críticas sobre el colonialismo de repoblación, el imperio, la ocupación militar, la racionalización y la dislocación diaspórica, que marcan de forma indeleble los cuerpos y los paisajes.</p>
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<p>Cuando Baudelaire publicó "La Fanfarlo" faltaban aún diez años para que apareciera "Las flores del mal", obra que fue mutilada judicialmente y multada a instancias del mismo fiscal que incoara ese mismo año un proceso contra Flaubert y "Madame Bovary". Baudelaire no era, todavía, pues, un “poeta maldito”, pero se hallaba en el inequívoco camino de serlo: su padrastro, el general Aupick, luchaba infructuosamente para llevar al joven díscolo por el “buen camino” sin lograr más que organizar alguna trifulca familiar; su amor por la mulata Jeanne Duval acabaría convirtiéndose en un escándalo llevado de boca en boca por los notables parisinos y, para mayor inri, entre visitas a museos, bibliotecas y prostíbulos, el poeta se convertía en traductor y propagandista de un personaje maldito y antirromántico: Edgar Allan Poe.</p> <p>Quizá por ello en "La Fanfarlo", relato en buena medida autobiográfico, de esquema que incluso podría tildarse de vodevilesco (un audaz conquistador, para ganar los favores de la dama de la que se encapricha, emprende la conquista de la bailarina que tiene cautivado al marido de la dama), Baudelaire fustiga la hipócrita moral burguesa al tiempo que elogia al artista como provocador, posturas ambas que conjuga con el dandismo, la seducción y la relación del éxtasis con el pecado.</p>
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<p>Beatriz Sevilla anota en vida en martes, su primer poemario, los tropiezos cotidianos, insignificantes solo en apariencia.</p> <p>En esos fracasos microscópicos viven monstruos: la precariedad, la incertidumbre, el absurdo de un mundo cuyas reglas ni se comprenden ni se aceptan. El desacuerdo es aquí una experiencia solitaria, pero deja también espacio al humor y al asombro. Si estos poemas se revuelven ante la vida que se nos ofrece, siempre en martes, es porque saben que hay otra.</p> <p><em>El poemario</em></p> <p>Vida en martes se divide en siete capítulos, que se corresponden con cada uno de los días de la semana. Este dispositivo casi narrativo le sirve a la autora para desplegar una negociación, una negociación con el sistema: con la precariedad laboral, con el desengaño político, con la incertidumbre vital, con la ansiedad. Beatriz Sevilla mira hacia la cotidianidad con extrañeza: ¿es esto lo que se supone que tenemos que hacer?, ¿es esto aquello para lo que nos han educado?, ¿es esto lo que queremos?, ¿es esto la vida?</p> <p>La duda acecha en cualquier parte: en una lavadora que espera a ser tendida, en la casa sin barrer, en el pan enmohecido. La respuesta, siquiera parcial, está también a la vuelta de la esquina. No es una capitulación, sino un descubrimiento: ahí está el misterio de la existencia, ajeno a las facturas sin pagar y a los platos sin fregar. Incluso en domingo. Incluso en lunes. </p>
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<p>La nueva ciudad carece no sólo de capas sucesivas de acontecimientos sedimentados a lo largo del tiempo capaces de animar a sus moradores; se halla igualmente desprovista de miradas que puedan vivirla, pues el capital humano disponible para construir el devenir histórico de tal distopía es una miríada de seres indiferentes al descalabro de la ciudad histórica. Inmersos en un delirio aséptico, cobijados y guarecidos de los peligros de la vida en sus coches y casas, aislados e inmovilizados ante el teclado y la pantalla, ¿pueden los incidentes desfallecidos de sus vidas dejar alguna huella en las piedras de la ciudad?</p>
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<p>“Les gravacions Maiakovski són la transcripció d’una conversa entre quatre de les sensuals muses del poeta, intercanvi que ofereix una radiografia de la vida de Maiakovski i, a través d’ell, d’una Rússia en plena ebullició. Les converses brillen plenes de malícia, gelosia, frases coents, mala intenció, passió i amor. Una manera extraordinària d’explorar el Futurisme, Vladímir Maiakovski, les seves muses, la Revolució Russa, fins i tot Pasternak.”—Garoupe</p> <p>“Abans de disparar-se al cor el 14 d’abril de 1930, Vladímir Maiakovski va estimar Lilia, Tatiana, Elly, Nora. A Les gravacions Maiakovski, Robert Littell les reuneix vint-i-tres anys després de la mort del poeta. Confronten els seus records, ofereixen detalls dels seus secrets més íntims amb el jove bolxevic que es va suïcidar als 36 anys, turmentat, dubtant entre moralitat i compromís. Les obsessions de Littell surten a la superfície en un llibre on les emocions, la intel·ligència, i una escriptura potent es combinen de manera extremadament</p> <p>suggestiva.” —Le Parisien</p> <p>Vladímir Maiakovski, (Geòrgia 1893 – Moscou 1930), poeta futurista rus radicalment compromès amb la innovació poètica i política. Implicat de ben jove amb els moviments socials contra el vell ordre imperial, aviat connecta la seva tasca poètica amb els seus ideals polítics. Esdevé famós per la seva obsessió a dur la poesia a les fàbriques on, a crits, recita els seus poemes als obrers. La seva poesia alterna llenguatge col·loquial i estils èpics refinats, juga amb els espais de la pàgina en blanc construint estructures verbals i visuals amb les paraules. S’implica de seguida amb la Revolució Russa i contribueix amb la seva poesia en la seva propaganda. La qualitat de la seva obra li permet superar l’estigma d’haver estat el poeta del règim bolxevic i perdurar en el temps com una de les grans veus poètiques del segle XX.</p>
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<p>Esta obra es una clara reivindicación de la valía y del esfuerzo de superación contra las precariedades propias y ajenas de estos tiempos. Esta obra es una firme defensa del paisaje, de la fabulación y de esta fauna en contra de las tropelías que hoy impone la devastación, imparable de la bioespiritual diversidad de la vida y de la Tierra. Numerosos atentados contra el alma y la vida. Si la humanidad fuera racional, razonable, de verdad, debería de crecer con la absoluta necesidad de mantener viva la llama que desarrolla sus funciones y sus guirigays.</p> <p>Si el escenario se hunde, por buena que sea la obra, el guión y los actores, es evidentemente que se va ha acabado su función…</p> <p> </p> <p> “… y comenzó de nuevo a navegar.”</p>
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<p><span style="font-size: 14px; font-family: arial, helvetica, sans-serif;">Explorar, descubrir, reinventar, atreverte. Esas son las consignas que merodean los versos del poeta. Aún a pesar del desamor y de la ausencia. O mejor, alentadas por las pérdidas, por los espacios de soledad, por los vacíos. </span><em style="font-size: 14px; font-family: arial, helvetica, sans-serif;">“Hoy que te quería / a mi lado para siempre, / me querías tan solo, / como nunca”</em><span style="font-size: 14px; font-family: arial, helvetica, sans-serif;">. Jose Miguel equilibra este poemario entre amares y resistencias, porque son las dos caras de una misma moneda, los dos polos que electrizan sus palabras. </span></p> <p><span style="font-size: 14px; font-family: arial, helvetica, sans-serif;">Amores que dejan almohadas vacías, amores que te empujan, que te merodean, a pesar de los exilios de las caricias, que evocan paseos a dos en las calles húmedas de Aguere. Amores que se resisten a partir, que se cobijan en el drago de la plaza, que se van dejando una estela transitable por la que seguir amando. Sin resentimientos. Amores que no desertan de la complicidad, que duelen, porque el dolor es energía que se acumula para engendrar nuevas quimeras. </span></p> <p><span style="font-size: 14px; font-family: arial, helvetica, sans-serif;">Su poesía anda llena de madureces y de ternuras. Es como la extensión infinita de esa estructura que va definiendo nuestro itinerario vital y que algunas se empeñan en llamar alma. Es como la prolongación de su enjuta figura, siempre vigilante para advertirnos de las vendas que ciegan nuestras miradas, sin ataduras, sin copyrights, sin barreras que la frenen, sin adjetivos que la encorseten. Mira al mundo y consigue pararlo, detener el trepidante travelling de mentiras intencionadas y fijar el plano en la imagen adecuada, la que nos revela el lugar exacto en que se esconde el bicho que devora nuestras esperanzas. Su palabra intenta situarse en la complicidad, en el acompañamiento, enfocada en las pesadillas que acaban pariendo sueños colectivos...</span></p>
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<p>Si finalmente en la configuración de sedimentos las catástrofes de ayer han dejado huesecillos esquirlas y raíces que quepa disponer formando algo parecido a un rostro humano<br /> <br /> lo llamaremos en primera instancia<br /> poema<br /> <br /> y de antemano<br /> lo sabremos lisiado</p>
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<p><em>Mimar lugares (migas, liar)</em> abarca más de cinco años de poemas encadenados. Elaborados desde la cotidianidad, circulan por lo más íntimo, pero también por lo más social, sin ninguna voluntad de trazar límites ni categorías.</p> <p> </p>
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<p>«José Juan Díaz Trillo es un poeta de una solidez y una exigencia expresiva a todas luces singulares. Solidez poética; exigencia moral en el poema, y un sentido de la concisión que hace que en sus versos ni sobre ni falte nada. Si Rilke lo hubiera conocido, si hubiera podido leerlo, seguro que no le hubiera importado que utilicemos una cita suya: "era poeta y odiaba lo impreciso"». Pablo García Baena</p>
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<p>No hay luz que vele la agonía</p> <p>de sentir la falta de tu abrazo.</p> <p>Como no hay sombra que nuble</p> <p>la verdad en tu cara enfebrecida.</p> <p>Yo, deambulando por mares de</p> <p>piedra, busco sueños</p> <p>que perdí de niño.</p> <p>Los imagino en las aceras</p> <p>de los bosques y en las hojas</p> <p>de los muros.</p> <p>Deseo que me acechen</p> <p>sin piedad.</p> <p>La ilusión juega de espaldas</p> <p>a mis deseos.</p> <p>¿Y a los tuyos?...</p>
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<p>No se puede amar lo que no existe,</p> <p>los potenciales sueños,</p> <p>horizontes.</p> <p> </p> <p>Tu regreso,</p> <p>el esperma convertido,</p> <p>el árbol que dará forma a mi ataúd.</p> <p> </p> <p>La metamorfosis se puede amar.</p> <p>Pero la mariposa vuela.</p> <p> </p> <p>No se puede amar lo que no hallo,</p> <p>en el día a día,</p> <p>en el nacer de siempres.</p> <p> </p> <p>Lo que no se tiene</p> <p>no se puede amar.</p> <p>Pero lo hago</p>
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<p><em>Romance de loscos. Coplas de ciego</em> no es un poemario habitual para los tiempos que corren. Ni por su forma -¡rescata el romance!- ni por sus contenidos, dedicados a los elementos fundamentales de la vida y que tanto se olvidan. El romancero que te atreves a conocer es más bien un desafío a los momentos que habitamos en estos días y es una proclama contra la ignominia y la falta de humanidad. Tan actual como la vida misma.</p>
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<p>He aquí cómo a través de reflexiones sobre arte y política, aforismos y apuntes de diario, notas de crítica literaria, José Viñals, un poeta argentino y español (y también colombiano, y francés, y de otros orígenes), con imágenes de gran fuerza plástica, plasma en negro sobre blanco sus <em>Huellas dactilares</em>. Dice Jorge Reichmann, en el prólogo a este libro, que Viñals es un "poeta depredador, que no dudará en zarandearte y margullarte si piensa que es necesario, que recurrirá a los puños o al bastón si adivina en ti una debilidad dañosa; pero piensa que este caníbal tiene las honestidad de aplicarse a sí mismo su propia medicina".</p>